Blog del párroco
UNA SOCIEDAD SIN VALORES ES UNA SOCIEDAD SIN FUTURO 
lunes, mayo 31, 2010, 10:23 PM - Otros
“UNA SOCIEDAD SIN VALORES ES UNA SOCIEDAD SIN FUTURO”
Corpus Christi-Día nacional de caridad 2010

El último informe de la fundación FOESSA de 2008, sobre “exclusión y desarrollo social en España” dice: “No podemos subestimar la crisis ni reducirla a una cuestión financiera. Detrás asoma el fracaso de esta sociedad de bienestar y de un modelo de desarrollo que no ha logrado reducir las desigualdades ni disminuir la pobreza en lo últimos quince años a pesar de ser años de un gran desarrollo económico. Pero es necesario y urgente tomar conciencia de la necesidad de un cambio profundo personal y comunitario, hacer una revisión de valores, motivaciones y estilos en todos los ámbitos de la vida humana”.

La crisis de la sociedad es una consecuencia necesaria de la profunda crisis por la que pasa el ser humano.
Al perder el sentido de Dios, el ser humano deja de ser lo más importante, por la dignidad de su naturaleza y la grandeza de su origen y destino.
El Señor ya nos lo dijo, “no se puede servir a Dios y al dinero”. Cuando el dinero está en el centro, la sociedad se hace materialista, mercantil y consumista. El mercantilismo nos lleva a pensar que todo se compra y se vende, ya que el dinero es el valor absoluto, y “tanto tienes, tanto vales”. El consumismo nos instala en la cultura del “usar y tirar” haciéndonos caprichosos, despilfarradores y como consecuencia, poco respetuosos con los bienes de la creación, con los recursos naturales y el medio ambiente. Creemos que quien lo pueda pagar, tiene derecho a todo y de cualquier forma.
El individualismo, resultado de una mentalidad centrada en los bienes materiales, sitúa al hombre sintiéndose superior y con muchos más derechos, que sus hermanos más pobres, en cualquier acepción de la palabra.

Cáritas nos habla de cuatro valores necesarios para que nuestra sociedad sea más humana e integradora:-comunión,
-participación,
-diversidad y
-gratuidad.
La comunión es real cuando se basa en un amor respetuoso, eficaz y auténtico.
La participación es posible cuando a los demás se les considera “parte” de la totalidad, y se les tiene en cuenta en las decisiones y en las resoluciones. La diversidad supone considerar las diferencias como un bien que enriquece, no como una nota “colorista”; aportan una cultura, una sensibilidad y unos valores que muchas veces nos evangelizan.
La gratuidad nos hace encontrarnos con lo esencial de la vida cristiana: porque hemos sido amados, cuando todavía éramos pecadores, amamos; por que lo hemos recibido todo, nuestra vida no tiene sentido si no correspondemos. La pérdida del sentido de la gratuidad nos impide sentirnos hijos y poder vivir la alegría de sabernos hermanos. Sin sentido de gratuidad no podemos celebrar la Eucaristía.

Los cristianos, muchas veces, nos encontramos impotentes ante tanta necesidad y tanta pobreza. Ni sabemos valorar las urgencias más prioritarias ni contamos con medios para poder responder. Por esto, no podemos sentirnos paralizados. “Mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo”. Toda acción hecha con amor tiene un efecto redentor. “Todo lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” Mt. 25.

Fijar las prioridades y la forma de afrontarlas, y llevar un seguimiento de la ayuda prestada, es tarea de Cáritas. A nosotros el Señor nos sigue pidiendo que, como el niño del evangelio aportemos nuestros pocos panes y peces, para que el Señor pueda, a partir de ahí, hacer el milagro; y que, como el compasivo samaritano, no perdamos el tiempo analizando, si el caído es o no culpable de su situación, sino que echemos mano a nuestras alforjas para aliviar y curar con el poco aceite y vino que siempre llevamos con nosotros. El samaritano también ofreció su hombro y sus brazos para trasladar al enfermo a la posada; así imitó a aquel primer compasivo Samaritano, que en el camino del Calvario ofreció su espalda, sus hombros y sus brazos para llevar la cruz de todos.

Ecce Homo. Este es el Hombre que encarna los valores para que la sociedad tenga futuro, el mundo esperanza y el hombre, salvación.

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