Blog del párroco
ADVIENTO 2010 
sábado, noviembre 27, 2010, 10:31 AM - Otros
ADVIENTO 2010
“Adviento” significa “venida”, llegada solemne, la de un gran personaje que pone en movimiento una gran preparación para su acogida.

El gran personaje es Jesús, que vino de la Virgen María revestido de nuestra carne, con gran humildad, pobreza y silencio, en la primera Navidad en Belén; que volverá solemnemente como Señor, revestido de gloria, al final de los tiempos; y que sigue viniendo muchas veces todos los días, a cada uno de nosotros, en las necesidades de los hermanos y en las ocasiones en las que podemos actuar desde sus mismos valores, en su nombre.

En adviento somos conscientes de las venidas del Señor y nos preparamos para celebrarlas. La histórica, que tanto supuso para nosotros y tanto bien nos hizo, ya que al compartir nuestra naturaleza nos dio la dignidad de ser hijos de Dios y con su manera de hacer, nos indicó sus preferencias, sus urgencias e incluso, su estilo; La del final de los tiempos, que nos mantiene despierta la esperanza en tantas causas de las personas buenas, justas, pobres…El es la garantía de realización de todas las expectativas de las personas, no está perdida ninguna causa noble del ser humano. El Señor vendrá y Él es quien tiene la última palabra. Y las venidas continuas a nuestra vida, que nos ayudan a estar vigilantes y a vivir el día a día con entrega, como una respuesta fiel a quien nos busca, nos sostiene y nos sale al camino.
Los cuatro domingos de Adviento son cuatro etapas que se resumen en cuatro palabras: vigilancia, conversión, espera y acogida.

Los cristianos y la Iglesia debemos vivir como “centinelas en la noche”, somos perpetuos expectantes, vivimos la seriedad del presente mirando al porvenir. El Señor vendrá pronto si lo sabemos esperar. La noche es menos oscura cuando se vislumbra una luz en la lejanía, las situaciones difíciles de la vida son mas afrontables sabiendo que no estamos solos ni perdidos, el Señor está ahí y sigue viniendo porque nos ama. La vigilancia te impide vivir encerrado en ti mismo y disperso en cosas que no son fundamentales.

Juan el Bautista nos indica que el reino que anunciaban los profetas, ya es inminente “hay uno entre vosotros al que no conocéis…” y muestra directamente a Jesús Mesías, Cordero de Dios. También tiene la ingrata misión de llamar a todos a la conversión y de arriesgar la vida por la verdad del Reino. Juan es predicación viva y testigo creíble. San Agustín decía “Juan es la voz y Cristo la palabra”. Viene del desierto, como antes vino Israel, y en el silencio escuchó la voz del Señor, y nos invita a “preparar los caminos, a allanad los senderos”. Denunció las injusticias con dureza y valor, invitó a la conversión: “raza de víboras…ya está el hacha en la raíz si no dais frutos…”.Al mismo tiempo, se manifestó humilde y muy amable ante aquel que anunciaba ya cercano. Austeridad personal, denuncia enérgica del mal, indicación clara del salvador, humildad e invitación a la conversión sincera y total. Todo un ejemplo el Bautista.

Pero el adviento, además de un tiempo penitencial, lo es también de gozosa espera en el Señor. Necesitamos concentrar en El la mirada para contemplarle como el Siervo, el ungido por el Espíritu del Señor, en quien se dan en plenitud todos los dones que nos llenarán de gozo y alegría.
El Mesías hará realidad todas las promesas “los ciegos, ven…los cojos andan…pacerá el lobo con el cordero…”Habrá entendimiento y reconciliación. Viene a rescatar vidas, a que descubramos el gozo sencillo de la vida, a que, con normalidad y sencillez, lleguemos a la plenitud de la vida.

En Adviento, la espera se hace acogida y lo vemos en María, “quien esperó con inefable amor de madre”. Dios necesitó de la complicidad de una Virgen, Sierva del Señor, pobre de Yahvé, quien aceptó silenciosa y llena de fe su destino y confió siempre. También José, hombre justo y bueno, manifestando un temor sagrado, acogió, se olvidó de sí y se puso al servicio del plan de Dios. La Encarnación es un misterio muy grande para un hombre. A María se le dio un signo, José necesitó la ayuda del ángel en el sueño, nosotros sin la fuerza del Espíritu fruto de la oración personal, tampoco podremos vivir el misterio de un Dios que se reviste de nuestra carne para que nosotros vivamos transformados desde El.
¡Feliz y fiel Adviento! ¡Ven, Señor Jesús!


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