Blog del párroco
VIGILIA PASCUAL (23 de abril) 
sábado, abril 23, 2011, 05:12 PM - Comentarios a las Lecturas
VIGILIA PASCUAL (23 de abril)

1ª Lectura. Génesis 1, 1-31; 2, 1-2.Vió Dios todo lo que había hecho y era muy bueno.

2ª Lectura. Génesis 22, 1-18. Sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe.

3ª Lectura. Éxodo 14, 15- 15,1. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto.

4ª Lectura. Isaías 54, 5-14. Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.

5ª Lectura. Isaías 55, 1-11. Venid a mí y viviréis; sellaré alianza perpetua.

6ª Lectura. Baruc 3, 9-15.32- 4,4. Camina a la claridad del resplandor del Señor.

7ª Lectura. Ezequiel 36, 16-28. Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un espíritu nuevo.

Epístola: Romanos 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Evangelio: Mateo 28, 1-10. Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea.

Esta noche resuena entre nosotros la buena noticia que dio el ángel a las mujeres y que ellas trasmitieron a los discípulos: “No temáis, buscáis a Jesús el crucificado, no está aquí, ha resucitado, y va por delante de vosotros a Galilea, allí le veréis”.

La resurrección de Jesús es su victoria sobre la muerte y sobre todas las fuerzas del mal, que quisieron acabar con él.
- Es el triunfo del amor sobre el odio, de la verdad sobre la mentira, del bien sobre el mal
-Es la prueba de que en su vida y en su predicación, todo fue verdad, porque él es la Palabra y la Verdad de Dios.
-Es la nueva creación del hombre, porque vencida nuestra muerte, por la fe y el bautismo hemos sido recreados, hechos hijos de Dios.
-Es la gran palabra del Padre sobre Cristo: aquí manifiesta, levantándolo de la muerte, que es su Hijo muy amado.

Nosotros, por nuestro bautismo, hemos sido incorporados a Cristo, a su vida, a su muerte y a su resurrección: “No temas, hermano, Cristo murió por ti y en su resurrección fuiste salvado” (del Ritual de exequias). Y como fruto de esta incorporación, nos recuerda Pablo, “debemos andar en una vida nueva”. Nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo. Debemos vivir desde ahora según los valores del Evangelio.

La fe en el resucitado nos convierte en testigos. Le encontramos “en Galilea”, en las ocupaciones, retos y trabajos de la vida ordinaria. Y con nuestra vida y palabra debemos testimoniar que Cristo vive, y todo lo que supone su vida se mensaje, su victoria. La vida de cada cristiano debe ser palabra elocuente y testimonio claro de la presencia del Señor en el mundo, que lleve a los otros a la fe. Porque en Cristo hemos tenido la experiencia de ser recreados; en él nos hemos apoyado, él hace que salga de nosotros todo lo mejor. “Id a los hermanos “es la eterna misión del Resucitado.

La resurrección del Señor es la meta de todas las acciones salvíficas de la historia de salvación, como nos han proclamado las lecturas del Antiguo Testamento: Jesús nos ha recreado y ha elevado la dignidad de la condición humana; Él, nuevo Moisés, nos ha rescatado de la esclavitud del pecado y nos ha introducido hacia una patria nueva y definitiva; Él es el anunciado por los profetas, como Mesías, salvador de Israel y de todos los hombres; Él es quien sella con nosotros una alianza perpetua y nos da un corazón nuevo.

Cada Eucaristía que celebramos, y de manera especial cada domingo, son un eco de esta noche de Pascua y proclamamos la resurrección del Señor: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor, Jesús”.

Que nuestra fe sea viva y nuestro testimonio ejemplar para que Cristo no esté oculto bajo ninguna losa de infidelidades, temores, comodidades, rutinas, respetos humanos, cobardías. Ha resucitado y supone para nosotros una vida nueva, y para todas las personas, sobre todo, para todos aquellos que su dignidad está más maltratada, esperanza de salvación y liberación. El viernes Santo, en el grito de Cristo en la Cruz, se hizo presente todo el sufrimiento del hombre en todas sus formas. La resurrección de Jesús nos recuerda que ese dolor ha sido escuchado y que debe ser remediado. Que la fe en el resucitado acreciente en nosotros el compromiso, especialmente, por todos los que sufren .

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