Blog del párroco
DOMINGO 20º DEL TIEMPO ORDINARIO (14 de agosto) 
viernes, agosto 12, 2011, 05:14 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 20º DEL TIEMPO ORDINARIO (14 de agosto)

1ª Lectura. Isaías 56, 1. 6-7. A los extranjeros los traeré a mi monte santo.

Salmo 66. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

2ª Lectura. Romanos 11, 13-15. 29-32 Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.

Evangelio. Mateo 15, 21-28. Mujer, qué grande es tu fe.

Este breve relato del evangelio está completamente lleno de la humildad, de la confianza en el Señor, de la fe de la mujer cananea.

El Señor salió de Galilea, hacia el territorio de Tiro y Sidón. Pensaría, al pasar desapercibido, descansar y orar en soledad y silencio. Pero una mujer cananea, extranjera, que había oído hablar de él, “saliendo de uno de aquellos lugares”, “se puso a gritarle”, les seguía, los “alcanzó”, “se postró y le pidió de rodillas” sin importarle compararse a un perro que come de las migajas de su señor, de lo que no sirve ya a nadie. ¡Cuánta humildad y perseverancia! Pedía la salud para su hija.

El Señor tiene unas palabras extrañas, que parece que, más que dar una negativa a la cananea, quiere enseñar algo a sus discípulos. El domingo pasado oíamos en el evangelio que decía a Pedro “hombre de poca fe”; hoy dice a esta mujer extranjera “qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”, y en aquel momento quedó curada su hija.

¿Qué nos está diciendo el Señor? Que El viene para todos, que también los extranjeros son hijos de Dios, que hay que escuchar las súplicas de todos, sin distinción de nacionalidades, razas, culturas, religiones. ¡Qué urgente es escuchar este mensaje en estos tiempos! Tienen fe los humildes, los que admiran, valoran y confían; la fe siempre nos da fortaleza y perseverancia. Para el Señor es más importante la fe de esta mujer, que el que sea extranjera y proceda de un país pagano. La pone como ejemplo. Además, la mujer pide para su hija; pedir para uno mismo puede dar vergüenza, pero interceder por los demás siempre es una oración generosa.

Los apóstoles le piden a Jesús que la escuche porque les persigue incansablemente; ella no cesa de interceder porque ama mucho. Oración humilde, perseverante, de intercesión, por amor, a quien uno confía.

Hoy el evangelio nos urge a estar abiertos al hermano pobre y necesitado, a todo hermano; y nos dice que solo se llega al corazón del otro desde la humildad. ¡La eficacia y el encanto de los sencillos! La eucaristía es el gesto humilde de Dios, que entrega lo más grande de sí mismo, su Hijo Jesucristo, hecho pan, “entregado por vosotros y por todos los hombres”, para que tengamos su misma vida.





Comentarios