Blog del párroco
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. DOMINGO 34º DEL TIEMPO ORDINARIO (27 noviembre 2011) 
sábado, noviembre 19, 2011, 10:58 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 34º DEL TIEMPO ORDINARIO. SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. (27 noviembre 2011)

1ª Lectura Ezequiel 34 11ss. A vosotros ovejas mías os voy a juzgar.

Salmo 22. El Señor es mi pastor, nada me falta.

2ª Lectura. 1ª a Corintios 15, 20-26ss.Devolverá el Reino de Dios Padre para que Dios sea todo en todos.

Evangelio. Mateo 25, 31-46. Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros.

Terminamos el año litúrgico, a través del cual hemos contemplado y celebrado los misterios de la vida del Señor. Hoy, sentado en el trono de su gloria, nos convoca “junto a todas las naciones”, para ser juzgados por el amor.

Es un “juicio a las naciones”, a todas las personas creyentes y no creyentes, porque está inscrito en el corazón humano y en cada conciencia el respeto que todo ser humano se merece y la dignidad que cada persona tiene. No es excusa decir “no creo en nada” para no valorar a cada hombre o mujer por indigno que parezca. La justicia, el respeto a los demás, practicar el derecho…es obligación y tarea de todo ser humano. El Señor nos dice: “Tuve hambre…tuve sed…estuve desnudo…en la cárcel…”No se habla de razas, ni de una u otra religión, ni de que fueran justos o injustos, buenos o malos…”tuve hambre…estuve desnudo…”. Cristo se identifica con el pobre, con el privado de libertad…”a mí me lo hicisteis”.

Cristo se pone en lugar de todas las personas que sufren. Ha venido con nosotros a través del camino de la vida: nos guía, nos cuida, nos guarda, nos da el alimento adecuado, nos defiende, nos enseña…y nos conduce hasta el final, donde seremos separados las ovejas de las cabras, los que amamos como él, de los que han tratado mal al hermano y no han reconocido en él el rostro de Cristo: “tuve hambre…estuve desnudo…en la cárcel…”

Si esta actitud es la única adecuada para cada persona, la exigible a todos, cuanto más a nosotros los cristianos, que en Cristo hemos visto el amor entregado y comprometido con el hombre hasta dar la vida.

Hay en el mundo muchas personas u muchos pueblos que sufren las consecuencias de la hambruna, enfermos de sida, víctimas de guerras, de drogas… empobrecidos y parados como consecuencia de crisis sociales y económicas…y tantos y tantos que viven en la calle y que no tienen ningún futuro sus vidas. La pobreza nos urge e interpela. A través de ella nos llega la palabra del Señor, “a mí me lo hicisteis”. Una vez más se acerca el Señor a nosotros tras la fealdad de la pobreza, el sufrimiento, el dolor humano. Esta palabra se dirige a todos, creyentes y no creyentes, a la Iglesia, a los estados…para crear en nosotros una actitud diferente y llevarnos a un compromiso personal. No es posible decir “ya se arreglará, ellos tienen la culpa, esto nos desborda… ” El otro no es ni el justo, ni el bueno, ni el inocente, ni el niño ni el anciano, ni la mujer ni el hombre…es el pobre, el desnudo, el que está en la cárcel…”A mí me lo hicisteis”.

¿Por qué parece tan imposible y tan dura la palabra de Jesús? Porque ha sido muy claro su ejemplo, muy seria su defensa de la dignidad del hombre y muy grande la vocación a la que somos llamados. Porque no quiere que reduzcamos la religión a devociones o el compromiso a propósitos y palabras. Porque no quiere que justifiquemos la codicia, el lujo, el despilfarro. Porque espera que seamos trabajadores de su proyecto, de su Reino, como él.

El valor de los actos humanos es muy grande;es de gran responsabilidad hacer o no hacer el bien. Y nosotros,queremos formar parte del Reino de Cristo que es un Reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, de amor y de paz.

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