Blog del párroco
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (4 de diciembre) 
sábado, diciembre 3, 2011, 09:05 AM - Comentarios a las Lecturas
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (4 de diciembre 2011)

1ª Lectura. Isaías 40, 1-5.9-11. Preparadle un camino al Señor.
El profeta, con mucho entusiasmo, vislumbra la posibilidad de que el pueblo de Israel vuelva del exilio a su tierra. Lo anuncia, dirigiéndose a Jerusalén, ciudad destruida y abandonada, y anunciándole que Dios la ha perdonado y que volverá a sentirse viva. Este procese se hará de la mano de Dios, en el que el Señor aparecerá glorioso y fuerte. La fuerza del Señor se manifiesta en la ternura del pastor que cuida especialmente a los débiles.

Salmo 84. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

2ª Lectura. 2ª de Pedro 3, 8-14. Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.
El apóstol nos invita a mantenernos fieles en la espera de la venida del Señor y a no desconfiar aunque se retrase. Cuando esta espera la vivimos trabajando y haciendo el bien la estamos “apresurando” y acercando la plenitud del Reino. Todo nos conduce a un “cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia”.

Evangelio. Marcos 1, 1-8. Allanad los senderos del Señor.
Comienza el evangelio de Marcos presentando a Juan Bautista. Es el único evangelista que comienza su escrito con la palabra “Evangelio” (Buena noticia) y presenta a Jesús con los tres títulos que le definen: Jesús, Cristo e Hijo de Dios (Hombre, Mesías y Salvador). Juan invita a prepararnos; el agua es señal de conversión, pero Jesús vendrá a transformarlo todo con la fuerza de su Espíritu.


Adviento-Navidad-Epifanía es más que una contemplación detallada de estos misterios de la vida del Señor. Son un tiempo y una ocasión de gracia. Dios sigue actuando en nuestro mundo y nos quiere llenar de su alegría y de su gracia.

Los tres personajes que nos ayudan y acompañan en este tiempo ya son muy conocidos: Isaías, el profeta que creyó contra toda esperanza y se dirigió a un pueblo que estaba en una profunda crisis de fe, hoy se presenta como “heraldo del Señor”. Juan Bautista preparó la llegada inmediata, llamando a la conversión; y María, quien mejor lo vivió todo en sí misma: confianza, amor, entrega.

Este segundo domingo de adviento la palabra de Dios nos invita a prepararnos. En la primera lectura, Isaías nos dice “que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen”; luego insistirá Juan el Bautista. Se trata de un trabajo personal: cada uno conoce lo que tiene que enderezar, aplanar, arrancar… para llegar al bautismo de agua que nos purifica. Luego seremos bautizados por Espíritu Santo; es la parte positiva, la acción reparadora de Dios sobre nosotros, quien nos quiere transformar interiormente y hacernos semejantes a Él a lo largo de nuestra vida. Pedro, en la segunda lectura, nos exhortaba a ser santos e irreprochables.

Hoy nos resuena una doble llamada: a la alegría (“consolad a mi pueblo”) y a la exigencia (“preparad el camino”). Necesitamos, en un tiempo de tanta desesperanza que conduce al abandono y a la dejadez personal, un estímulo para confiar ante las oscuridades y una motivación para no dejar de trabajar y de procurar mejorarlo todo. Solamente así se espera y se sale al encuentro del Señor. Pedro, en la segunda lectura nos habla de “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Convertirse a Cristo supone aceptar sus criterios de vida, su evangelio, que vayan cambiando nuestra mentalidad.

Algo, muy real, debe cambiar en nosotros en este adviento y algo debe cambiar también en el entorno que depende de nosotros. Vivamos la fe más allá del ámbito de lo privado e íntimo. Seamos testigos de esperanza y con la ayuda del Señor, constructores de un mundo nuevo. ¡Hay tantos momentos y ocasiones donde vivirlo!. Debemos ir haciendo camino en la dirección que Él nos muestra.

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