Blog del párroco
Domingo 2º del Tiempo Ordinario (15 de enero de 2012) 
sábado, enero 14, 2012, 11:26 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO (15-enero-2012)

1ª lectura. Primero de Samuel 3, 3b-10.19. Habla, Señor, que tu siervo te escucha.

Salmo 39. Aquí estoy, para hacer tu voluntad.

2ª Lectura. Primera Corintios 6, 13-20. Vuestros cuerpos son miembros de Cristo

Evangelio. Juan 1, 35-42. Vieron donde vivía y se quedaron con él.

Las lecturas de este domingo nos hablan de llamada, de vocación, de encuentro, de seguimiento.

La primera lectura nos cuenta la vocación del niño Samuel. En la noche, supo escuchar la voz del Señor porque hubo alguien, Elí, que le ayudó a reconocerla. “Habla; Señor…”, respuesta llena de sencillez y de confianza, que fue el comienzo de la dedicación de aquel niño al plan de Dios.

En el evangelio hemos escuchado el encuentro de dos discípulos, Andrés y Juan, con Jesús. También hizo falta la mediación de otra persona: Juan el Bautista, quien lo indicó diciendo: “este es el Cordero de Dios…”. La admiración por el Maestro, el deseo de ser como él, “Maestro dónde vives. Venid y lo veréis”. Y se quedaron para siempre, Y aquel encuentro marcó sus vidas. “Serían las cuatro de la tarde”, recordará Juan durante toda su vida. Luego, en el grupo, fueron trasmitiendo su experiencia y Jesús fue cambiando sus vidas y llamándolos a misiones nuevas. ¡Cuanto entusiasmo pondrían para ser instrumentos del encuentro de sus hermanos con el Maestro!

La segunda lectura y el salmo nos dicen cómo debemos seguir al Señor, desde todo lo que somos, con nuestro cuerpo, con nuestra vida.

Evangelizar es la misión y la urgencia de la Iglesia y de cada bautizado, mostrar a Jesucristo para que arda nuestro corazón y cambie nuestra vida. Podemos no escuchar su voz, por no tener sensibilidad para percibir su palabra y porque necesitemos a alguien que nos ayude a reconocerlo, sin que se dé el encuentro.

¡Qué necesaria es la buena mediación! ¡Qué exigente, para quien quiere ser buen mediador! Es una misión preciosa, para hacer posible el encuentro del Señor con las personas, tantas veces roto por dificultades y heridas de la convivencia y de la vida.

Juan Pablo II nos hablaba de nueva evangelización, con nuevos métodos, con nuevo ardor, con una vida más sencilla y evangélica. Es la grandeza y la misión de la Iglesia.

Hoy nos encontramos aturdidos por muchas voces que distraen, desorientan y alejan de Dios. Tenemos que ayudar a discernir la voz del Señor y el deseo de seguirle.
Debemos ser evangelio vivo ya que la fe se trasmite por contagio. Estar llenos de Dios, vivir la fe como una trasformación interior para que nuestro testimonio interpele. Ya sabemos que no resulta fácil porque el mensaje del Señor nos supera y que nuestra debilidad personal es muy grande. El Señor eligió a Pedro para ser cabeza de la Iglesia por su capacidad de amarle (“Pedro, ¿me amas…?”). Al Señor hay que entregarle todo lo que cada uno es, y luego Él hace el milagro.

Estos próximos días tendremos dos celebraciones especiales: el octavario por la unión de los cristianos y la jornada dedicada a los emigrantes y extranjeros. Comunión y acogida fraterna, dos actitudes fundamentales y dos misiones prioritarias en la vida de cada cristiano y en la misión de la Iglesia. Que sean pronto realidad.


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