Blog del párroco
SOLEMNIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA (24 de junio) 
viernes, junio 22, 2012, 10:05 AM - Comentarios a las Lecturas
SAN JUAN BAUTISTA (24 de junio)

1ª Lectura. Isaías 49, 1-6. Te hago luz de las naciones.

Salmo 138. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

2ª Lectura. Hechos 13, 22-26. Antes de que llegara Cristo, Juan predicó.

Evangelio. Lucas 1,57-66.80. El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre.

Celebramos este domingo el nacimiento de Juan Bautista. Solamente celebramos el Nacimiento del Señor, de la Virgen María y de San Juan Bautista. De los demás santos celebramos el nacimiento para la eternidad, la muerte.

Juan es un personaje clave en el plan de Dios.
Su nacimiento, de padres ancianos y estériles, es una gracia muy especial, para sus padres y para todos, ya que fue el signo que dio el ángel, del misterio que se realizó en María el día de la encarnación: “tu prima Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo…porque para Dios nada hay imposible”. En la Visitación “saltó de alegría en el vientre de su madre”, indicando a Isabel que estaba ante la “Madre de su Señor”.

Fue el primero, ya desde el vientre materno, en confesar al Mesías. Pasó unos años en el desierto, lugar de oración, austeridad y pruebas, preparándose para su misión de preparar el camino del Señor, invitando a la conversión y a la penitencia.

Mostró a Jesús a sus discípulos, enviándoles previamente a preguntar si Jesús era el Mesías o tenían que esperar a otro. Entendió los signos del comienzo del Reino “los ciegos ven, los cojos andan…” y mostro a Jesús: “ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Tuvo la generosidad de ofrecer al Señor sus primeros discípulos.

Jesús dijo de él que era el mayor de los nacidos de mujer, y esto es algo muy grande cuando lo dice Dios mismo.
Juan encontró su propio camino y lo recorrió. Era la voz, “y Cristo la Palabra”, como dirá San Agustín. Lo suyo fue preparar el camino y mostrar al Mesías, hacerlo con verdad y autenticidad, vivir en el mundo de paso, sin configurarse con él, y llegado el momento, cumplida su misión, desaparecer. El miedo a la muerte no le hizo rebajar la exigencia de su predicación, porque miraba más a Dios y a su conciencia que a su provecho personal o a su comodidad. Dio su vida reforzando la verdad de su mensaje. Vivió su profetismo como anuncio y como denuncia, siendo conciencia de un mundo que se adecua al mal. “El mayor de los nacidos de mujer”. ¡Cómo quiso Jesús que nos fijáramos en él! Y todo lo hizo con energía y pasión para defender la verdad y la justicia; y con humildad porque no se consideró digno ni de “desatar la correa de la sandalia” del Señor.

Juan nos enseña a comprender que el plan de Dios se realiza contando con nuestra vida y a encontrar nuestro sitio, para ser fieles a Dios. A ser austeros, en un mundo en crisis; enérgicos, cuando se pierden los ideales; coherentes, cuando se quiere sacar ganancia de todo y solamente se defiende lo que no crea problemas; Juan nos enseña a mostrar a Jesucristo, a un Cristo que se entrega, que se sacrifica, para que tengamos vida (“el Cordero de Dios”); Juan nos enseña a navegar contra corriente y a tener valor; a ser la voz, de Dios y de los que no tienen voz, de los pobres de la tierra.

El Bautista nos recuerda que nuestro bautismo es más que un signo penitencial: nos incorporó a Cristo, a su persona, a su vida, a su entrega, a su resurrección. Nos hizo miembros de la Iglesia, templos del Espíritu, quien también se posó en nosotros. Somos cristianos, elegidos, ungidos, bautizados, mesías…

Que el Nacimiento de Juan Bautista nos llene de alegría y nos estimule a vivir con verdad y valor nuestra condición de cristianos.

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