Blog del párroco
DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (23 de septiembre) 
sábado, septiembre 22, 2012, 04:11 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (23 de septiembre)

1ª Lectura. Sabiduría 2, 17-20. Lo condenaremos a muerte ignominiosa.

Salmo 53. El Señor sostiene mi vida.

2ª Lectura. Santiago 3, 16-4, 3. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.

Evangelio. Marcos 9, 29-36. El Hijo del Hombre va a ser entregado…El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.

Jesús, en el evangelio, cambia nuestra idea de grandeza: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Y lo explicó tomando un niño y poniéndolo en medio, lo abrazó y dijo: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado”.
El más grande es el que sirve al más pequeño, a quien se trata con verdadera delicadeza (“lo abrazó”) y se coloca en el lugar principal. El más grande es el que mejor trata a los niños, a los ancianos, a los enfermos, a los pobres. A los que no pueden corresponder y a quienes es más fácil utilizar. Los criterios del mundo son otros, sin embargo, este texto marca el estilo y la misión de la Iglesia y de los cristianos. Somos servidores de los pequeños. “Acoger” es tener al otro como a alguien de tu familia, como algo propio.

Tenemos tendencia a esconder la pobreza, la enfermedad…porque lo que no se ve parece que no existe. Jesús “pone en medio” , a la vista de todos al pequeño y pide que sea acogido “en su nombre”, como si de él se tratara.

Si queremos seguir a Jesucristo no podemos estar ciegos ante los problemas de las personas ni contentarnos con palabras y explicaciones; el cristiano se implica, es servidor y compasivo. Esta actitud es la propia de quien, como Cristo, quiere dar la vida, evitando la tentación de vivir para uno mismo.
Los niños siempre han estado cerca del Señor; los bendecía, le seguían tan de cerca, que a veces los apóstoles se los querían quitar de encima (“dejad que los niños se acerquen a mí, de los que son como ellos es el Reino de los cielos”), le acompañaron cantando y alfombrando el suelo en la entrada a Jerusalén…Entre los discípulos del Señor, de manera activa, había niños. La Iglesia debe prestarles mucha atención y cuidar su formación y evangelización.

No es suficiente la catequesis parroquial para la formación cristiana de los niños. La primera Iglesia es la familia y los primeros evangelizadores los padres. La celebración de los sacramentos de incorporación a la Iglesia (bautismo-confirmación-eucaristía) tiene una carga social tan grande, que se tiene el peligro de cuidar y preparar con esmero la celebración, sin prestar atención a la preparación y a la continuación en la formación. Aquí las comunidades cristianas tenemos un largo camino. Otra gran dificultad es el que no se valore la catequesis y la formación religiosa; se piensa que, solamente con “querer recibir los sacramentos” ya se está preparado.

Los niños son serviciales y participativos; les gusta hacer oración y les atrae la vida de personas ejemplares, como han sido los santos. Conocen muy pronto a Jesús y a su familia y les fascina conocer lo que Jesús hacía solamente por amor, porque era muy bueno; cuando viven su amistad con Jesús, como algo que les ayuda, porque a ellos también les quiere, se sienten contentos. Pero hay que estar con ellos y dedicarles tiempo. El Señor nos los pone en el centro de atención, en la misión de la Iglesia.

Dejémonos llevar por la sabiduría de Dios, como nos dice Santiago en la segunda lectura, esa sabiduría que es pura y amante de la paz, comprensiva, llena de misericordia y de buenas obras, para que seamos buenos evangelizadores.
Que así sea.

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