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DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (29-9-2013). Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. 
viernes, septiembre 27, 2013, 10:58 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (29-9-2013) Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

1ª Lectura. Amós 6, 1ª.4-7. Los que lleváis una vida disoluta, iréis al destierro.

Salmo 145. Alaba, alma mía, al Señor.

2ª Lectura. De la 1ª carta de San Pablo a Timoteo. Guarda el Mandamiento, hasta la venida del Señor.

Evangelio. Lucas 16, 19-31. Tú recibiste bienes y Lázaro males; ahora él cuenta con consuelo, mientras que tú padeces.

Hoy el evangelio nos habla de un rico, que no tiene nombre, que puede ser cualquiera de nosotros, que va muy bien vestido y que está saturado de comida…, y de un pobre, Lázaro, que tiene un perro muy cariñoso que le lame las heridas y que malvive junto a él. No dice el evangelio que se lleven mal, ni que el rico maltrate al pobre…solamente se dice que están uno junto al otro, que el rico parece que no le “veía” y que estaba muy tranquilo con todo lo suyo junto al pobre, quien vivía de lo que le echaban.

Todo se acaba, murieron los dos, y para Dios, aquella situación era y es muy escandalosa. Dios no entiende que las riquezas impidan “ver” a los pobres, que nos endurezcan el corazón, que nos incapaciten para compadecernos; Dios no comprende que nos acostumbremos y veamos como “normal” el sufrimiento de los pobres.

Cada pobre un tiene nombre, es una persona, el de hoy “Lázaro” u otro cualquiera. Los pobres son personas individuales, grupos, etnias, países. Esta parábola describe la triste realidad de nuestras ciudades, de nuestro país, de nuestro mundo. El despilfarro y el hambre; las tiendas de lujo y los contenedores de basuras, ¡todo está tan cerca!

La enseñanza de la parábola no se reduce a decir que la muerte iguala a todos los hombres y que restablece una justicia que no ha existido en la vida; tampoco es una denuncia de los bienes justamente adquiridos. La parábola, con la primera lectura, nos dice que el lujo deforma y que hace olvidar las calamidades del pobre: “os acostáis en lechos de marfil, arrellanados con divanes, bebéis el vino en copas…y no os doléis del desastre de José…”, de las penas del pueblo. No podemos acostumbrarnos, insensibilizarnos, ni justificar la miseria en la que viven muchos seres humanos. Lo que pasa en el mundo ni es bueno ni normal. La palabra de Dios nos urge a ver con realismo y a actuar.

Pablo en la segunda lectura, al recordarnos el mandamiento recibido, nos habla de cómo debemos ser los cristianos: honrados, religiosos, con una fe viva, justos, misericordiosos, pacientes, dulces…El cristiano, como Cristo, actúa, vive y es de otra manera.

En el evangelio asusta la distancia y la ceguera que puede crear la indiferencia; una distancia que trasciende a la otra vida, cuyas consecuencias son tan definitivas, que no se puede acortar el abismo creado ni con los mejores deseos: “permite, padre Abraham, que vuelva para avisar a los míos…” Cercanía, comunicación, solidaridad…La vida es único tiempo de vivir fraternalmente.

Y recibimos una seria amonestación a escuchar la enseñanza de la Iglesia: "Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen”. Vivimos una cultura de la “sordera”, además de la indiferencia. No hacemos caso, no nos enteramos, no somos responsables de nada, lo que nos dicen no es para nosotros. Nos molesta y nos ofende que nos digan y nos enseñen.

Esta parábola del rico y de Lázaro es muy clara y muy rotunda. ¡Qué cansado estaría el Señor, de que no le hicieran caso, para hablar así! Como en la Cruz, el Señor incansablemente defiende los derechos del pobre. A los cristianos nos corresponde, por amor, ser testigos de su misma misericordia, trasmitir la que recibimos de él.

Hoy celebramos a los Santos Arcángeles: Miguel, “quien como Dios”; Miguel defiende el honor de Dios que es la dignidad de los pobres. Rafael, “medicina de Dios”, salud, salvación de Dios para el enfermo y pecador. Gabriel, “mensajero de Dios”, portador de las mejores noticias de Dios. Los tres son mensajeros, anuncian y sirven. Que intercedan por nosotros y nuestra vida sea así.

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