Blog del párroco
DOMINGO 33º DEL TIEMPO ORDINARIO 
viernes, noviembre 15, 2013, 09:50 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 33º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (17-11-2013)

1ª Lectura. Malaquías 4, 1-2a. Os iluminará un sol de justicia

Salmo 97, 5-6. 7-8. 9. El Señor llega para regir la tierra con justicia.

2ª Lectura. 2ª a los Tesalonicenses 3, 17-22. El que no trabaja, que no coma.

Evangelio. Lucas 21, 3-19. Con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras almas.

Termina el año litúrgico. La liturgia nos evoca el final, el de la historia y el nuestro personal. Las lecturas nos hablan de las muchas pruebas y sufrimientos que podemos encontrar en la vida, pero, en medio de tanta desgracia, nos invita a perseverar (“con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”), a mantenernos responsablemente en el trabajo diario, en el cumplimiento de nuestras obligaciones, y a no perder la esperanza.

La esperanza no debemos perderla porque Dios no nos abandona y no es irresponsable con la obra de su creación; todo lo hizo por amor y el amor obliga a quien ama. Además, es justo y recto, y aunque no quiere la desgracia de nadie, apoya, sostiene, defiende y premia al justo. El Señor está siempre junto a nosotros, mas aun en el final, para ser quien premie y reconozca al bueno, al justo y al humilde.

En la vida experimentamos muchas situaciones que nos llevan al desánimo, al cansancio, a la desesperanza: desgracias naturales, enfermedades, situaciones difíciles a nivel personal, familiar y social… La tentación de “abandonar”, de “rendirnos” al esfuerzo aparentemente inútil, es permanente. El cristiano tiene que resistir en la adversidad, trabajar aportando su esfuerzo y sus conocimientos y no olvidar que no está solo en esta carrera, sino que implicado en todo está el Señor, quien tanto interés tiene por el hombre.

Estos textos son una llamada a la esperanza. Siempre el Señor está junto a nosotros, especialmente en los tiempos difíciles, y la victoria final es suya.

El cristiano no debe caer en “milenarismos” (la fecha del fin solo la conoce el Señor); ni en la resignación, que es expresión de desesperanza y de impotencia; ni en catastrofismos, como si Dios no existiera o nos hubiera abandonado y todo estuviera abocado a una destrucción final. En la vida estamos expuestos al dolor y al sufrimiento, al físico y al moral, pero la desgracia mayor del ser humano está en instalarse en la corrupción (justificar el mal que se practica y en el que se vive) y el vacío y el sin sentido de la propia existencia con todas sus consecuencias.

Dios siempre está junto a nosotros y lo estará al final, porque siempre hay justicia divina (aun cuando falle la humana); porque todo esfuerzo noble y toda acción generosa tienen su fruto y su premio, es posible la esperanza.
Lo mejor es mantenerse en el propio puesto, trabajando y haciendo el bien hasta que Dios quiera.


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