Blog del párroco
PRESENTACION DEL SEÑOR EN EL TEMPLO (2-2-2014) 
viernes, enero 31, 2014, 09:55 AM - Comentarios a las Lecturas
LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR. Ciclo A (domingo 2-febrero-2014)

Esta fiesta se celebraba ya en el siglo V en Jerusalén, y en Roma desde el siglo VII.

Hace hoy 40 días hemos celebrado la fiesta del Nacimiento del Señor. Hoy es el día que Jesús fue presentado al templo para cumplir la ley, pero, sobre todo, para encontrarse con el pueblo creyente.

Impulsados por el Espíritu Santo, llegaron al templo los santos ancianos Simeón y Ana, que, iluminados por el mismo Espíritu, conocieron al Señor y lo proclamaron con alegría. De la misma manera, vayamos nosotros a la casa de Dios al encuentro con Cristo. Lo encontraremos y reconoceremos en la fracción del pan hasta que venga revestido de gloria.

1ª Lectura. Malaquías 3, 1-4. Entrará en el santuario el Señor, a quien vosotros buscáis.

Salmo23. ¿Quién es ese rey de la gloria? Es el Señor.

2ª Lectura. Hebreos 2, 14-18. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos

Evangelio. Lucas 2, 22-40. Mis ojos han visto a tu salvador.

La familia de Nazaret cumple con la religiosa costumbre de presentar y ofrecer al primogénito a Dios en el templo. José, para “rescatar al niño”, como era costumbre en las familias pobres de Israel, llevó la ofrenda de dos tórtolas. El autor de Hebreos se fija en este detalle: “tenía que parecerse en todo a sus hermanos”.

Malaquías nos presenta el acontecimiento desde otra clave: el Mesías esperado que nació en Belén del seno de una Virgen, toma solemne posesión del templo y de la religión judía. “Portones alzad los dinteles…va a entrar el rey de la gloria”. Y entra el Rey de la gloria en el Niño presentado, con sus humildes padres y es esperado y acogido por los ancianos Simeón y Ana, quienes han vivido sostenidos por esta esperanza.

Las palabras del anciano Simeón, llenas de emoción, son como palabras de la toda humanidad que agradece el tener ya a quien es Salvador y Luz de las gentes. Por fin, el pueblo que ha caminado y puede volver a caminar en tinieblas, en Cristo, ha visto una luz grande.

Este día el pueblo cristiano sale al encuentro de Cristo con las frágiles candelas encendidas. Aunque pequeños y frágiles, sometidos a vendavales y peligros, si nuestra luz viene de Cristo, podemos ser un referente de vida y esperanza entre nuestros hermanos. Si la luz viene de nosotros, deslumbramos, cegamos. Si la luz-santidad procede de Cristo, somos instrumento de salvación y signos de esperanza.

Los cristianos no debemos llevar una vida opaca, oscura, neutra. Fieles a Jesucristo, debemos vivir y trasmitir el evangelio. La fragilidad de la candela nos recuerda los muchos peligros que tenemos en nuestra vida de fe y la necesidad de reforzarla con la oración, el estudio, la vida de comunidad y la celebración cristiana.

Hoy también celebramos la purificación de la Virgen. En su caso, no era necesario, porque no había incurrido en ninguna impureza; pero es ejemplar su humildad e inmersión en las costumbres de su pueblo. Esto mismo lo vemos en Cristo desde su encarnación: entrar hasta lo más hondo en la naturaleza, en la historia en la vida del hombre, ¡qué en serio nos toma Dios, quien ni nos contempla tangencialmente ni nos quiere ayudar con emisarios! El mismo se mete de lleno en nuestra realidad para iluminar cada una de nuestras oscuridades.

Acoger, perseverar en la esperanza y reconocer los signos de Dios, como Simeón y Ana.

Corresponder por agradecimiento, como José y María, sabiendo que lo que recibimos, en especial los hijos, son de Dios.
Cumplir las leyes, como todos, como signo de pertenencia a este mundo de Dios y de todos.

Y desde nuestra fragilidad y caducidad (porque la candela se rompe, se gasta y se apaga pronto y con facilidad) iluminar con la luz que recibimos de Cristo.
¡Que entre el rey de la gloria!

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