Blog del párroco
DOMINGO 5º DEL TIEMPO ORDINARIO. DIA DE MANOS UNIDAS. Ciclo C. (9-2-2014) 
sábado, febrero 8, 2014, 11:08 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 5º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. (9-2-2014)

Campaña contra el hambre. “Un mundo nuevo, proyecto común”

1ª Lectura. Isaías 58, 7-10. Entonces nacerá tu luz como la aurora.

Salmo 111. El justo brilla en las tinieblas como una luz.

2ª Lectura. 1ª Corintios 2, 1-5. Os he anunciado a Cristo crucificado.

Evangelio. Mateo 5, 13-16. Vosotros sois la sal del mundo.

En el Sermón de la montaña, el Señor nos va mostrando lo fundamental de su mensaje y nos va configurando como discípulos suyos. Hoy nos dice en el evangelio: vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois como una ciudad edificada sobre el monte.

La función de la sal es poner sabor y preservar de la corrupción. La sal tiene que estar en su punto adecuado, tiene que disolverse entre los alimentos sin aterronarse. Si la sal pierde el sabor no sirve, como tampoco sirve si está siempre dentro del salero y no cumple su misión entre los alimentos. La sal también se ha utilizado para preservar contra la corrupción. Somos como la sal, tenemos una misión, poner sabor, y corremos un riesgo, perder nuestra capacidad y no cumplirla convenientemente.

También somos la luz del mundo. En tiempos de Jesús, cuando caía la noche los pueblos quedaban sumidos en la más completa oscuridad. El alumbrado de teas y candiles, que poco a poco colocaban los vecinos, les devolvía a la vida. El cristiano es como una luz puesta para que ilumine; tiene que estar encendida, en el lugar adecuado para iluminar a cuantos más, mejor. Escondida no sirve.

En aquellos parajes desérticos, las ciudades edificadas en las cimas y normalmente amuralladas, servían como referentes a los caminantes para que se orientaran y les acogían y protegían. Así los cristianos, configurados con Cristo, debemos ser un referente, un ejemplo en esta vida para nuestros hermanos y acoger a los que se sientan perdidos, desorientados, solos y desamparados.

Ser sal. No podemos ser cristianos como si no lo fuéramos. No es lo mismo ser que no ser; no se puede ser y que no se note. No podemos desnaturalizarlo todo para no herir sensibilidades. No debemos permitir que las celebraciones de la fe se conviertan en objetos de consumo, usados en unas determinadas circunstancias porque es tradicional. No podemos reducir las celebraciones a actos sociales comunes, desvincular la fe de la vida moral, perder el carácter de misión, de evangelización, de transformación de la sociedad… hacer que la fe pierda su verdadero sabor.

Y luz. No somos cristianos arrogantes ni vergonzantes. La misión no se circunscribe al interior de los templos y a las sacristías. El mundo es nuestro campo de trabajo: “un mundo nuevo, proyecto común”. Tenemos que estar en todos los foros del pensamiento anunciando el evangelio.

La segunda lectura nos centra en la fuerza del mensaje. Predicamos a Cristo crucificado, una vida de serio compromiso con el ser humano más pobre, oprimido y sufriente. Y nuestra misión compartida es dar pan al hambriento, acoger al sin techo, vestir al desnudo, como nos dice Isaías. Solamente así “el justo brilla en las tinieblas como una luz”.

Nuestro mundo es un gran campo de trabajo para todos: educación, sanidad, formación agrícola, cultura democrática, evangelización…formación y promoción del hombre. Cada cristiano debemos contagiar el estilo de Cristo, vivir desde su Espíritu.

Manos unidas, en su LV campaña es una preciosa y esperanzadora realidad de responder con proyectos realizables y evaluables a problemas concretos que van humanizando la vida y creando “un mundo nuevo”. Colaboramos con nuestra oración, con nuestro dinero y con nuestra vida y trabajo.

Hoy, como cada domingo, la Palabra nos invita a la conversión, nos envía a la misión y nos alerta de los riesgos, teniendo la mirada en Cristo crucificado.

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