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DOMINGO 20º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 17-agosto-2014 
domingo, agosto 17, 2014, 03:59 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 20º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 17 de agosto de 2014.

1ª Lectura. Isaías 56, 1. 6-7. A los extranjeros los traerá a mi monte santo.

Salmo 66. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

2ª Lectura. Romanos 11, 13-15. 29-32. Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.

El evangelio nos habla del Líbano, de las ciudades de Tiro y Sidón en el norte de Galilea. Eran tierras extranjeras que no pertenecían a Israel, esto explica el aparente rechazo de Jesús a la cananea. Para los judíos, los extranjeros eran “perros”, esto explica la dura respuesta de Jesús a la cananea, que nos hace sentirnos tan mal.

Jesús sube a estas tierras, a descansar o a cualquier otro asusto, y enterada la cananea, se da este episodio, en el que con gran fe y humildad intercede por su hija. Yo conocí a un señor muy digno que me decía: “nunca he sentido vergüenza de pedir para mis hijos ni para los pobres”. Y es así. La cananea pidió lo que no le correspondía pedir, oró insistentemente con una gran humildad, porque tenía plena confianza en Jesús. Y el Señor la escuchó. Posiblemente Jesús aprovechara para dar una lección a sus discípulos.

Jesús, nos dice Isaías, ha venido a preparar el banquete del Reino para todos los habitantes de la tierra, y la cananea, también forma parte de este Reino, es una hija de Dios.

Llama la atención el reproche a Pedro, quien quiere cumplir estrictamente con las normas de la religión del tiempo, y la alabanza a la cananea, mujer de fe.

Las lecturas de hoy nos ayudan a renovar el sentido de universalidad de la vocación cristiana, del que estamos tan necesitados por la tentación permanente a los particularismos. Tenemos el peligro de no considerar a los otros, a los de distinta raza, religión, nacionalidad o culturas… como iguales. De acostumbrarnos a verles como más pobres, ignorantes, menos capaces y, por tanto, a que se les considere como menos. Todos somos hijos de Dios, hemos sido marcados por un mismo Espíritu y tenemos capacidad de dirigirnos al Padre, sabiendo que la oración que tiene más fuerza es la de los humildes.

El Papa Francisco se arriesga y se multiplica para estar cerca de los cristianos en Corea; de vivir los dramas de “los sin tierra”; de clamar por la paz y, por consiguiente, el final de todas las guerras. Este tiempo nuestro nos urge a ser una Iglesia menos autorreferenciada en sí misma , más humilde y austera, menos elitista y de grupos cerrados, y mucho mas entregada y comprometida con la causa del hombre, de cualquier hombre, trabajando con todas las personas de buena voluntad.



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