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DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 26-10-2014 
sábado, octubre 25, 2014, 07:33 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 26-10-2014

1ª Lectura. Éxodo 22, 21-27. Si explotáis a viudas y huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros.

Salmo 17. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.

2ª Lectura. 1ª a Tesalonicenses 1, 5c-10. Abandonasteis los ídolos para servir a Dios y esperar a su Hijo.

Evangelio. Mateo 22, 34-40. Amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo.

Hoy la palabra de Dios nos dice que no son dos actos o cosas distintas amar a Dios y amar al prójimo, sino una sola y la misma. Quien ama y respeta a Dios lo manifiesta amando a quien Dios considera lo más importante: al ser humano. En las personas se juntan el amor de Dios y el amor del hombre, en un solo amor.

Ya no tenemos el peligro de entender la religión como una serie de preceptos, costumbres, normas, ritos o tradiciones que nos ocupen, distraigan o justifiquen, que sean como un “tranquilizante”: la verdadera religión está en practicar la misericordia.

Después de tantos años de cristianismo, con tantas tradiciones que muchas veces llenan nuestra vida y nos colocan en la sociedad como un colectivo más de los que buscan el orden social y el progreso de las personas…el Señor nos centra en lo fundamental: el culto que a Dios realmente satisface es la justicia, la opción preferencial por los pobres.

La primera lectura centra nuestra atención en los más pobres en el tiempo del nacimiento de Israel: los huérfanos y las viudas. En cada etapa de la vida y según el marco geográfico y social, los más pobres pueden tener otros nombres: emigrantes, parados, mendigos sin techo, ancianos sin familia y sin recursos, personas solas y necesitadas de afecto, enfermos sin quien se interese por ellos…Los pobres. Se ama a Dios cuando se defiende, se ayuda, se respeta al pobre. “Hay que dar a Dios lo que es de Dios”, el hombre. El culto y todo lo cristiano expresa verdad y autenticidad cuando lo central es la caridad, la virtud que las engloba todas.

La madre Teresa de Calcuta decía que hacían falta muchas horas de oración ante la Eucaristía para ver el rostro de Cristo en el pobre. San Pablo nos dice que si no tenemos amor no somos nada. Y San Juan, que quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. Pablo VI ya urgía a la Iglesia diciendo, que no era tiempo de maestros, sino de testigos, de hacer presente con la propia vida, la vida del Señor. Jesús en el mandamiento nuevo nos habla de amar a Dios y al prójimo. Nunca nadie a presentado la verdadera grandeza de hombre, haciéndolo merecedor del mismo amor de Dios.

No es difícil ser cristiano. Hay que dejar de mirarse a sí mismo, de no buscar el propio interés…y mirar al hermano con afecto, sin quererlo juzgar; no es un rival, ni un enemigo ni una carga. Es un hermano a quien se ama y, por tanto, se defiende, se acompaña y se ayuda.

Todas las vocaciones, de seglares y de consagrados, deben ser a seguir a Cristo, expresión del amor entregado del Padre, pobre y humilde quien nos amó hasta es extremo.

Este es el ser y la misión de cada cristiano y de toda la Iglesia. Que la Virgen Santa María nos ayude.

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