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DOMINGO 6º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 15-2-2015 
sábado, febrero 14, 2015, 09:41 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 6º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 15-2-2015.

1ª Lectura. Levítico 13, 1-2. 44-46. El sacerdote lo declarará impuro.

Salmo 31. Tú eres mi refugio: Me rodeas de cantos de liberación.

2ª Lectura. 1ª a los Corintios. Hacedlo todo para gloria de Dios. Seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo.

Evangelio. Marcos 1, 40-45. Si quieres, puedes limpiarme.

La lepra en tiempo de Jesús, además de ser una enfermedad grave, dolorosa, contagiosa y desagradable, era considerada una maldición de Dios que marcaba a los enfermos y los excluía de la vida social y de la práctica religiosa. No podían acercarse a nadie.

El leproso del evangelio se acercó a Jesús “suplicándole de rodillas, si quieres…” Y el Señor quiso, lo tocó-acarició, sin miedo ni repugnancia, y quedó limpio. El Señor le pidió prudencia para que no lo castigaran por acercarse a la gente y le indicó que se presentara al sacerdote para que “certificara” su curación y no peligrosidad. El leproso, agradecido, divulgó el hecho sin ningún respeto ni falsa prudencia humana. El Señor le había devuelto la salud y había recuperado su vida social y religiosa.

¿Quiénes son los marginados hoy? ¿Los emigrantes de otra raza que viven en condiciones de mendicidad y pobreza? ¿Los que no tienen trabajo, los que sufren el fracaso de su vida familiar y no pueden llevar una vida social como los demás? ¿Los enfermos de cualquier tipo que viven condicionados por su enfermedad y los ancianos, limitados por vivir “dependiendo de los demás? ¿Quiénes son, donde están, los marginados hoy?

Los cristianos y la Iglesia, tenemos que ser como Cristo, Cristo actúa en nuestras personas. En primer lugar debemos ser sensibles ante el sufrimiento: ninguno nos resulta extraño. Y como Jesús, debemos actuar con eficacia, resolviendo, y con delicadeza, devolviendo a los hermanos la dignidad que tienen. Los métodos, los cauces, las acciones, los compañeros…los debemos ir descubriendo desde cada necesidad.

También nosotros somos enfermos como el leproso. Nos manchan las pasiones desenfrenadas, la codicia del mundo y las nuevas idolatrías que nos esclavizan, aíslan y endurecen. Todos necesitamos ser conscientes de nuestros defectos y carencias para cambiarlos. Los años nos hacen más limitados y dependientes; también nosotros necesitamos acudir con humildad a Jesús: “Si quieres, puedes limpiarme”. Sin la ayuda de Jesús, sin una sincera perseverante vida de oración, sin la fuerza extraordinaria de los sacramentos, sin el compromiso de la propia vida… nos contagiamos de los males del mundo y de la vida.

Solamente podremos ayudar a los necesitados desde nuestra experiencia radical de pobres. Entonces podremos anunciar, sin respetos humanos, lo que Dios hace en nosotros, para que otros “enfermos” tengan necesidad de acudir a Jesucristo.

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