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DOMINGO 3º DE CUARESMA. Ciclo B. 8-3-2015 
sábado, marzo 7, 2015, 09:17 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 3º DE CUARESMA. Ciclo B. 8-3-2015

1ª Lectura. Éxodo 20, 1-17. La ley fue dada por Moisés
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Salmo 18. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

2ª Lectura. 1ª a Corintios 1, 22-25. Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero para los “llamados”, sabiduría de Dios.

Evangelio. Juan 2, 13-25. Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

Hoy en la primera lectura encontramos el Decálogo, los Diez Mandamientos que aprendimos de niños, y que nos manifiestan la voluntad de Dios para que vivamos como hijos suyos y que son nuestro compromiso para no romper la alianza con Dios. Están dichos, con mucho amor, para ayudarnos a vivir, para mantenernos unidos a él. No son una carga que coarta la libertad y que limita la vida.

Hoy muchos cristianos los han olvidado, o no los aprendieron nunca, o piensan que son principios de otra época que están completamente desfasados. El Señor nos formuló de manera positiva los valores y principios que ya llevamos grabados en nuestro corazón para facilitarnos el que los recordemos, los comprendamos y los vivamos.

Difícilmente podremos entender a Jesús, cuando nos dice que no ha venido a abolir la ley, sino a darle plenitud y cuando nos hable de la alianza eterna que sella con la entrega de su vida. No podemos olvidar los mandamientos que nos ayudan a revisar nuestra vida y a examinar la conciencia para actuar con rectitud y como preparación para la confesión.

En la segunda lectura Pablo nos dice que en Cristo crucificado está todo el poder y la sabiduría de Dios, es la máxima expresión de la misericordia de Dios: no se puede amar más ni con una entrega más total. La cruz desorienta y escandaliza a muchos hombres; en una cultura donde se busca el poder y el éxito, la fidelidad hasta el sacrificio de la propia vida no se comprende y es vista como un fracaso.

En el evangelio Jesús, como hijo del Padre, exige otra expresión para la religión y el templo. La casa de su Padre es casa de oración, no lugar de negocios y alborotos. Como signo de su autoridad anuncia por segunda vez su muerte y resurrección: “destruid este templo –su cuerpo- y en tres días lo reedificaré”. Nos está anunciando una religiosidad que tiene en la fe y aceptación de su persona el verdadero templo; a la samaritana, a la pregunta de dónde hay que adorar a Dios, respondió: “en espíritu y en verdad”.

Dios se acerca al hombre en Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres, y la verdadera religión supone creer en él como hijo de Dios y actuar como él. Ya no hay ritos que den seguridad, sino amor, entrega y confianza.

Estamos en el tercer domingo de cuaresma. En Cristo el Señor, que sellará de manera definitiva la alianza entre Dios y los hombres con la entrega de su vida tenemos el camino de la plenitud y de la felicidad humana, la ley de Dios que es vida en el amor, en el recibido y en el correspondido.


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