Blog del párroco
DOMINGO 4º DE CUARESMA. Ciclo B. 15-3-2014 
viernes, marzo 13, 2015, 03:34 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 4º DE CUARESMA (DOMINICA LAETARE). Ciclo B2. 15-3-2015

1ª Lectura. 2º de Crónicas 36, 14-16. 19-23. Todos pecaron sin cesar.

Salmo 136. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

2ª Lectura. Efesios 2, 4-10. Nos volvió a la vida junto con Cristo.

Evangelio, Juan 3, 14-21. Dios envió su Hijo al mundo para salvarlo por medio de él.

La antífona de entrada, en este cuarto domingo de cuaresma “festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis” ya nos introduce en el ambiente de alegría, de este domingo Laetare, ante la proximidad de las fiestas de pascua. En Cristo tenemos cerca la salvación y el rescate.

En la primera lectura contemplamos al pueblo de Israel que, por sus infidelidades, lo ha perdido todo y se encuentra en el destierro de Babilonia. El destierro manifiesta la ausencia de Dios, la ruptura de la alianza, la pérdida de su propia identidad como pueblo de Dios.

Dios siempre es fiel, la ruptura procede de parte del hombre, “porque Dios no puede negarse a si mismo” (2 Tim 2, 13).

En la Cuaresma, al reconocer nuestro pecado, vemos la posibilidad de que Dios recomponga la Alianza perdida y que la renueve. Con Israel lo hará incluso sirviéndose de los enemigos, sirviéndose de Ciro rey de los persas, quien hará posible la vuelta a su tierra.

Pablo, en la segunda lectura, nos dice: “Estábamos muertos por el pecado y él nos ha hecho vivir con Cristo por el gran amor con que nos amó”. Dios nos ha amado generosamente, por pura gracia, y este es el motivo de nuestra alegría.

El Evangelio nos presenta la segunda parte del diálogo de Jesús con Nicodemo, aquel maestro de la ley, que se protegía por respetos humanos, buscando a Jesús en la sombra pero que deseaba acercarse a él. También nosotros, en la oscuridad de la noche y del sin sentido, tenemos que mirar a Cristo y a la Cruz, para encontrar en ellos el signo del amor de Dios, su deseo de no condenar sino de salvar por amor al mundo.

En el mundo sufrimos muchas mordeduras de serpiente, está presente el mal disfrazado, apetecible, al alcance de la mano. La serpiente y el mal son venenosos. Necesitamos lucidez para escapar de ellas y humildad y confianza para mirar a Cristo Crucificado. Sin el Señor y fuera de él, no es posible la salvación.

En la vida hay “mucho desierto” pero es posible la esperanza por la entrega de Cristo. Si miras a Cristo “serás curado”, si creemos en él tendremos vida eterna. Esta es la eterna respuesta de Dios al hombre cuando por el pecado se distancia de él y rompe la alianza. En la liturgia decimos: “Cuando el hombre por desobediencia perdió tu amistad, no lo entregaste al poder de la muerte, sino que compadecido, tendiste la mano a todos para que te encuentre el que te busca, y reiteraste así tu alianza a los hombres”.


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