miércoles, diciembre 1, 2010, 06:21 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO (5 de diciembre)1ª Lectura: Isaías 11, 1-10. Con equidad dará sentencia al pobre
Salmo 71. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
2ª Lectura. Romanos 15, 4-9. Cristo salva a todos los hombres.
Evangelio: Mateo 3, 1-12. Haced penitencia porque se acerca el Reino de los cielos.
Este domingo el Bautista nos urge a la conversión porque el reino de los cielos está cerca. Haciendo suyas las palabras del profeta Isaías nos invita la “preparar al camino del Señor, a allanar sus senderos”.
Su palabra enérgica, su porte austero, de hombre que ha escuchado la palabra en el desierto, la importancia del contenido de su mensaje, atraía a mucha gente que se bautizaba en el Jordán como signo de purificación y penitencia.
La llamada al cambio de vida no admite excusas, es radical y total: ni es suficiente conformarnos con el cumplimiento externo de las normas ni tampoco nos da especiales privilegios el ser creyentes “de siempre”, hay que dar los frutos que pide la conversión, propios de tener un corazón nuevo y que solo nos puede cambiar-crear el Mesías quien nos bautizará con Espíritu Santo y fuego. La conversión es una nueva creación, porque es vivir con el corazón de Jesucristo, apartando definitivamente nos formas anteriores de vida.
Ante el Mesías hay que tomar postura: el tiene preparada el hacha para cortar los troncos secos que no den frutos; y como buen trillador, con el bieldo aventará la parva, guardará el grano y quemará la paja.
Con estas expresiones nos habla de la seriedad de la llamada a la conversión. No pretende atemorizarnos, porque en la primera lectura contemplamos al Mesías, sus frutos y sus proyectos; sino llamarnos a la esperanza de saber, que por la acción de Dios, todo llegará a ser nuevo, mas auténtico, mas de acuerdo con el plan de Dios.
Isaías, profeta y poeta, al hablar del Mesías que vendrá, lo presenta como un vástago en quien el Espíritu produce flores y frutos de ciencia y discernimiento; de consejo y valor, de piedad y temor del Señor; justo con el desamparado y con el pobre, enérgico con el violento, fiel en todo, que restablecerá la paz y la armonía en la creación.
La conversión es dejarse transformar por este Mesías que nos hará personas acogedoras, que valoremos la unidad y la comunión, pacientes y misericordiosos.
En la oración colecta del principio de la misa le pedimos al Padre que no permita que los afanes del mundo nos quiten el ánimo necesario para correr al encuentro con Cristo. Los afanes del mundo son muchos: un materialismo y una codicia que hagan que vivamos sin que nos importen los necesitados; una comodidad que mate en nosotros el espíritu de servicio; un egoísmo que nos haga vivir en la ceguera de creer que tenemos mas derechos que los demás; una religión de formas y sin misericordia.
Así, convertidos de los afanes del mundo, con la sabiduría del Espíritu, podremos participar de manera plena en la vida que es Jesucristo.
