sábado, marzo 9, 2013, 04:16 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 4º DE CUARESMA. Ciclo C (10-3-2013) Día del Seminario.1ª Lectura. Josué 5, 9-12. El pueblo de Dios celebra la pascua al entrar en la tierra prometida.
Salmo 33. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
2ª Lectura. 2ª Corintios 5, 17-21. Dios nos ha reconciliado consigo en Cristo.
Evangelio. Lucas 15, 1-3.11-32. Ese hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.
El domingo pasado las lecturas nos invitaban a la conversión y, con la parábola de la higuera, a dar frutos. Hoy nos hablan de fiesta: la de los israelitas al poder celebrar, por primera vez, la pascua en la tierra que les ha dado el Señor; y la del padre que ha recuperado al hijo que tenía perdido. Pablo nos recuerda que la misión del cristiano es reconciliar. Con la respuesta del salmo expresamos la bondad del Señor que tantas veces experimentamos.
Hoy, la parábola del hijo pródigo, nos expresa la alegría de Dios al recuperar al hijo que creía perdido. El motivo por el que Jesús nos relata esta parábola es porque los fariseos y maestros de la ley murmuraban contra él porque iba con pecadores y les trataba con tanta familiaridad que comía con ellos. Jesús quiere presentar la actitud de su padre y decirnos que él tiene la misma: acoger y perdonar.
El hijo menor se cansa de estar en la casa del padre, prefiere vivir al margen de él, lejos. Reclama un derecho, “la parte de su herencia”, que no le corresponde, pero que el padre le da, porque no quiere retener a nadie contra su voluntad. Esta actitud del hijo menor es la de muchas personas de nuestro tiempo que se distancian de Dios, de la Iglesia, de todo lo que han recibido, con la excusa de ser ellos mismos, y eligen una forma de vida alejada del evangelio y de los valores cristianos. Se puede llegar a extremos de perder la propia dignidad, el evangelio dice a pasar hambre y a comer lo que dejan los cerdos, cuando nos distanciamos tanto del padre.
El evangelio nos cuenta que el hijo pequeño decidió volver. Pasaba hambre, pero no fue solo por eso. Reflexionó, entró dentro de sí mismo, recapacitó y lo decidió. Tuvo mucho mérito porque venció la vergüenza de reconocer su error y su fracaso. Mucha gente no supera esta dificultad por vergüenza; incluso les parece que es retroceder, en un proceso personal vivido y sufrido. Pero no se trata de echar marcha atrás, sino de rectificar y recuperar. La verdadera libertad solamente se consigue en un ambiente de respeto y de amor, y esto el hijo lo tiene en la casa de su padre. El padre le espera, le abraza y le devuelve los atributos de hijo. Celebrará una fiesta. El gran amor del padre hace que sea muy fácil volver a recuperar la dignidad perdida.
El hijo mayor da mucha tristeza; ha permanecido en la casa del padre y nunca ha vivido en su amor. Cree que todo se lo ha ganado y que todo se lo merece. Nunca ha disfrutado ni de su padre ni de su hermano. La amargura, la dureza de corazón, la descalificación continua de los demás…indican que todo lo hacemos por nosotros y que nuestra vida está vacía de amor. En la Iglesia se puede estar por rutina, por inercia, por ideología, por comodidad, por miedo…Pero hay que estar con amor. No nos pueden molestar los hermanos, ni entristecer el que el padre quiera a todos. Vivir en el amor del padre es comprender y disfrutar el “todo lo mío es tuyo”. Nunca podremos disfrutar la alegría de sentirnos hermanos si antes no nos hemos reconocido como hijos queridos y perdonados.
El padre no ha dejado nunca de respetar y de esperar. Reconoció de lejos a su hijo, se le conmovieron las entrañas, salió corriendo a su encuentro, se le abrazó, le devolvió los atributos de hijo, le organizó una fiesta…Es la fiesta del perdón, del hijo recuperado. ¡Siempre es fácil recuperar el amor perdido de Dios! ¿Qué hacemos con nuestra libertad? ¿Nos condicionan muchas esclavitudes?
Hoy es el día del Seminario. Hacen falta sacerdotes que prediquen el amor de Dios y que sean ministros de la reconciliación. Estos días estamos valorando y agradeciendo de manera especial el ministerio de Pedro. Valoremos y respetemos a los sacerdotes. Recemos por ellos. Pidamos que el Señor suscite muchas vocaciones a la vida sacerdotal, que no falten trabajadores en su viña.
