jueves, abril 10, 2014, 02:52 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR. Ciclo A (13-4-2014)Evangelio para la procesión de ramos. Mateo 21, 1-11. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
1ª Lectura. Isaías 50, 4-7. No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado.
Salmo 21. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
2ª Lectura. Filipenses 2, 6-11. Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo.
Pasión de Ntro. Sr. Jesucristo según San Mateo. 26, 14-27. 66.
El Domingo de Ramos ya tiene sabor de Pascua de Resurrección. Es domingo de aclamación a Cristo, “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel, Hosanna en el cielo”.
Aclamamos a Cristo porque va a triunfar, a terminar la obra que le ha encomendado el Padre. Le acompañamos como a quien va a la victoria. Él entra en Jerusalén como es Él, libre, humilde, revestido de mansedumbre…pero como Rey aclamado por los sencillos.
En nuestros pueblos, este sentido de victoria quedaba expresado en los adornos de las palmas y de los ramos; además, el laurel, también utilizado, es la planta con la que se coronaba a los emperadores romanos victoriosos. Es día de fiesta:”domingo de Ramos, el que no estrena, no tiene manos”, reclamábamos los niños.
La comunidad cristiana debe pensar, en el hoy que vivimos, cómo aclamamos a Cristo, cómo le testimoniamos, le hacemos presente, le anunciamos. En la sociedad hay grupos y corrientes ideológicas que intentan que todo lo cristiano permanezca en la esfera de lo privado o desaparezca, o que parezca algo desfasado o de otra época. Por otra parte, vemos que faltan referentes morales y líderes, que hagan suya la causa de los pobres y de los humildes.
Por desgracia, abunda la corrupción y el descrédito. Aclamar a Cristo es aclamar a alguien que consuela a los abatidos (primera lectura); que se despojó de su rango, de su divinidad (segunda lectura),para conseguir nuestra liberación y elevar y defender nuestra dignidad humana; que actuó con humildad, sencillez y mansedumbre; que selló su compromiso con nosotros con su propia vida, con su sangre (relato de la pasión).
Hoy las lecturas son una contemplación de la grandeza de Cristo. “¿Quién es éste?” se preguntaban quienes le veían subir a Jerusalén. “Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”. Jesús, el Salvador del hombre. A este Jesús tenemos que seguir anunciando y aclamando.
Hoy, el relato de la pasión, también nos recuerda que existe el riesgo de la traición, dentro de la comunidad de discípulos, como ocurrió con Judas; y la negación, como pasó a Pedro. Despecho, miedo, cobardía, traición…son peligros que acechan al ser humano.
Ante el Señor, solamente debe ser posible todo lo que brota del amor fiel: la amistad hasta el sacrificio. Pilato seguirá haciendo presente a los que sacrifican a los demás, justos o injustos, por no arriesgar nada de sí mismos. Impresiona que el soldado romano, al verle morir, sin respetos humanos, lo confesara como el Hijo de Dios. Actuemos siempre desde la verdad y el amor. Confesemos a Cristo.
Comenzamos la Semana Santa. Estamos necesitados de contemplación-interioridad, de oración, de Dios. Solamente quien busca al Señor se encuentra a sí mismo. No dejemos que nos cambien este tiempo de gracia por unas vacaciones más. Vivamos, en comunión con la iglesia, esta semana de celebraciones cristianas, para adentrarnos en la contemplación del misterio de Cristo, renovarnos interiormente y poder testimoniarlo en medio de nuestro mundo.
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