Blog del párroco
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (13 de octubre de 2013 
sábado, octubre 12, 2013, 04:22 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (13 de octubre).
Beatificación de los 522 mártires de la guerra civil en Tarragona.

1ª Lectura. Segundo Libro de los Reyes 5, 14-17. Volvió Naamán a Eliseo, y alabó al Señor.

Salmo 97. El Señor revela a las naciones su justicia.

2ª Lectura. De la segunda carta de San Pablo a Timoteo. Si perseveramos, reinaremos con Cristo.

Evangelio. Lucas 17, 11-19. ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

“Es de bien nacidos el ser agradecidos”. La gratitud es un valor del ser humano por el que reconoces lo que hemos recibido, lo valoramos y queremos corresponder; la gratitud genera amor y amistad. La ingratitud es injusta: olvidamos, exigimos, utilizamos; los demás valen en función de lo que conseguimos de ellos, no hay ninguna estima real.

En la vida cristiana, la persona agradecida no olvida, es respetuosa y quiere reconocer los bienes que recibe de Dios y de los hermanos; reconoce en la oración, en el afecto amistoso y correspondiendo con obras que nacen del amor.

En las lecturas hoy encontramos a dos leprosos agradecidos. La lepra era una enfermedad que, además de ser dolorosa y mortal, estigmatizaba social y religiosamente a quienes la padecían. Era mucho más y mucho peor que una enfermedad mortal. Naamán, el sirio, curó por obedecer las sencillas indicaciones del profeta y reconoció y quiso “pagar-corresponder” por agradecimiento. Eliseo no se lo consintió, porque hay cosas que no se pueden pagar con bienes materiales, que nos tienen que cambiar el corazón. Naamán quiso reconocer, con el gesto sencillo de llevarse tierra de Israel, que el único Dios al que adoraría sería al Señor y que siempre se sentiría de los suyos, de su tierra.

De los diez leprosos del evangelio que fueron curados por el Señor, solamente volvió uno, un samaritano, otro extranjero, para dar gracias. Jesús preguntó por los otros nueve, le dolió la ingratitud. Para pedir fueron diez; para agradecer, uno. Así suele pasar en la vida ordinaria y en los comportamientos religiosos: pedir, sacar, conseguir…y cuando Dios no actúa como esperamos o exigimos, entonces, no nos sirve, no existe, no es justo...

Los dos leprosos agradecidos, Naamán y el samaritano, eran extranjeros. ¡Cuántas veces, la cercanía con el Señor nos insensibiliza ante el agradecimiento, nos endurece y nos hace exigentes! El leproso del evangelio se fue curado y salvado. Para Dios solamente hay hijos necesitados, nadie es extranjero en el corazón del Padre.

Mañana, domingo 13 de octubre, serán beatificados 522 mártires de la persecución religiosa de 1936 en Tarragona. Pablo, en la segunda lectura, nos dice cosas preciosas que vemos cumplidas en la vida de los mártires: “la Palabra de Dios no está encadenada…si morimos con Él viviremos con Él, si perseveramos reinaremos con Él”. Se puede encadenar a los cristianos, pero no al mensaje de Cristo. Vivir con Él, morir por Él, permanecer en Él. Los mártires correspondieron a Cristo con la entrega de su vida; ellos hicieron suyo, “para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir”. Son 522 historias pudo el amor que tenían al Señor por encima de amenazas, miedos y todo lo demás. Son hermosas historias en las que, como dijo el beato Juan Pablo II, “vivieron amando y murieron perdonando”. Hay mártires de todas las edades, viviendo situaciones muy diversas, pero ninguno consintió en que nada lo separara de la correspondencia al amor del Señor.

Hay muchas lepras sociales que matan a quien las padece: el ser humano, cuando es codicioso, ambicioso, sin sentimientos, cruel y sin principios morales, ya está muerto. Pero estas lepras también generan mucho dolor y muerte en los débiles y pequeños que están cerca y que sufren las consecuencias: todas las víctimas de la pobreza, de la guerra, de la explotación, de los comercios ilegítimos de personas y armas. Cristo no parará de buscar y abrazar a todos los leprosos del mundo, y cuenta con nosotros, que somos brazos y corazón suyo. Nosotros, como Eliseo, para que cada enfermo del mundo y de la vida, encuentre y confíe en Jesús y se deje curar y salvar por Él. El final de la segunda lectura nos recuerda: ”Si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”. El siempre es fiel, así es posible la esperanza.


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DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (6-10-2013) 
sábado, octubre 5, 2013, 10:28 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (6-10-2013)

1ª Lectura. Habacuc 1,2-3;2, 2-4. El justo vivirá por su fe.

Salmo 94. Escucharemos tu voz, Señor.

2ª Lectura. De la 2ª carta de San Pablo a Timoteo. No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor.

Evangelio. Lucas 17, 5-10. ¡Si tuvierais fe…!

El día de nuestro Bautismo se nos entregó “la luz de Cristo” significada en la luz que encendimos del Cirio pascual. “A vosotros padres y padrinos se os confía acrecentar esta luz. Que vuestro hijo/a, iluminado/a por Cristo camine siempre como hijo de la luz y perseverando en la fe pueda salir al encuentro del Señor”. ¡Que no se apague esa luz!

Por la fe de nuestros padres fuimos incorporados a la Iglesia. Luego, a lo largo de nuestra vida, ¡cuántos ejemplos de vida hemos recibido de personas cercanas a nosotros, que nos han querido mucho y que hemos admirado! Y hemos caminado como cristianos, unas veces con energía, otras, a pesar de nosotros mismos; unas etapas con alegría y fuerza, otras…cumpliendo, a penas, nuestras obligaciones de cristianos ¡Cuántas veces le hemos dicho al Señor: “creo, pero aumenta mi fe”.

Nos ha impresionado el sufrimiento producido por las dudas de fe en santos muy queridos… nos ha inquietada ver a tanta gente que vive en la increencia, como si Dios no existiera, y a tantos otros, que dejándose llevar por las cosas de la vida, parece que han dejado de ser y vivir como cristianos.

Hoy el Señor nos dice: ”Si tuvierais fe como un grano de mostaza diríais a esa morera: arráncate de raíz… y ocurriría”. A nosotros no nos ha pasado nunca lo de la morera.
Nosotros siempre hemos tenido y sentido cerca al Señor, pero hemos pensado que nuestra fe era muy débil.

Algunas veces nos hemos escondido del Señor y hemos actuado como si no lo escucháramos, pero siempre lo hemos tenido cerca. Hemos visto claramente lo que El hace en personas cercanas a nosotros; a veces, lo hemos considerado normal, como no dándole importancia; otras, nos ha impresionado.

Hemos acudido a Él en situaciones en que estábamos completamente rotos, y hemos salido nuevos; débiles, pero recompuestos. Hemos vivido momentos de oscuridad total y hemos mirado a la cruz, al tremendo silencio del crucificado, y “hemos visto y hemos aceptado, sintiéndonos confortados”. Sin decir palabra, como decía aquella mártir: “Quéjate si puedes al pie de la cruz”.

A lo largo de nuestra vida, el único que ha estado siempre, con distintas formas de presencia, ha sido el Señor. La gente que más nos ha querido han entrado y han salido (padres, amigos…). Solo el Señor nos ha dado unidad, nos ha acompañado, nos ha sostenido…y es quien nos acogerá y transformará al final.

La fe es no entender la vida sin Él. Es no perderle nunca del todo. La fe es combatir con él y dejar que nos gane. La fe es discutir y terminar reconociendo que solo en Él está la verdad y la auténtica razón de las cosas. La fe es no pensar nunca que los golpes de la vida son desgracias o castigos…son golpes de la vida, porque en esta vida hay árboles, golpes…y muchas otras cosas. Yo creo que el gran milagro de la fe está en apercibirle (porque no se ve nada) en los grandes momentos de oscuridad, fracaso, dolor…sabiendo que Él está contigo, callado…que nunca ha dejado de amarme con un amor concreto y real.

Al Señor es al único a quien puedo hablar de mis cansancios, de mis decepciones, de las pobrezas, de los desafectos, de las soledades…¡Qué le voy a contar que Él no sepa! Pero sin derrotismos, sin resentimientos…En la vida experimentamos por una parte la pobreza y por otra, el infinito amor, el suyo, que nos sostiene y configura.
El justo vive de la fe, el justo vive por la fe que, como dice Pablo, nos ha dado un espíritu de energía, de amor, de buen juicio, un espíritu que nos da valor para dar la cara por Cristo, como han hecho siempre los mártires. El próximo domingo viviremos la proclamación y el reconocimiento de la Iglesia de la fortaleza, de la victoria, de la fidelidad…en la beatificación de 522 hermanos nuestros en Tarragona.

Estamos en el triduo de preparación de la fiesta de la Titular de la parroquia, la Virgen del Remedio. María “peregrina de la fe”, como le llamó el beato Juan Pablo II. “Feliz porque has creído” le dijo Isabel. “Hágase en mí según tu palabra”, dijo Ella al arcángel. “Haced lo que él os diga”, nos indicó en Cana. María creyó en Dios y aceptó su palabra y siempre nos refirió a Jesucristo. El amor a Dios la sostuvo y la condujo hasta la cruz. La fe da fortaleza, sostiene la perseverancia y hace vivir de la palabra. ¡Cuánta fe nos falta hoy, humana y sobrenatural!
El justo vivirá por su fe. La fe siempre supone valorar a Dios y a las personas y esperar en el futuro. Vivir solo para sí mismo, importándote solo el momento presente es la expresión de la falta de todo tipo de fe.
¡Señor, auméntanos la fe!


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DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (29-9-2013). Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. 
viernes, septiembre 27, 2013, 10:58 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (29-9-2013) Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

1ª Lectura. Amós 6, 1ª.4-7. Los que lleváis una vida disoluta, iréis al destierro.

Salmo 145. Alaba, alma mía, al Señor.

2ª Lectura. De la 1ª carta de San Pablo a Timoteo. Guarda el Mandamiento, hasta la venida del Señor.

Evangelio. Lucas 16, 19-31. Tú recibiste bienes y Lázaro males; ahora él cuenta con consuelo, mientras que tú padeces.

Hoy el evangelio nos habla de un rico, que no tiene nombre, que puede ser cualquiera de nosotros, que va muy bien vestido y que está saturado de comida…, y de un pobre, Lázaro, que tiene un perro muy cariñoso que le lame las heridas y que malvive junto a él. No dice el evangelio que se lleven mal, ni que el rico maltrate al pobre…solamente se dice que están uno junto al otro, que el rico parece que no le “veía” y que estaba muy tranquilo con todo lo suyo junto al pobre, quien vivía de lo que le echaban.

Todo se acaba, murieron los dos, y para Dios, aquella situación era y es muy escandalosa. Dios no entiende que las riquezas impidan “ver” a los pobres, que nos endurezcan el corazón, que nos incapaciten para compadecernos; Dios no comprende que nos acostumbremos y veamos como “normal” el sufrimiento de los pobres.

Cada pobre un tiene nombre, es una persona, el de hoy “Lázaro” u otro cualquiera. Los pobres son personas individuales, grupos, etnias, países. Esta parábola describe la triste realidad de nuestras ciudades, de nuestro país, de nuestro mundo. El despilfarro y el hambre; las tiendas de lujo y los contenedores de basuras, ¡todo está tan cerca!

La enseñanza de la parábola no se reduce a decir que la muerte iguala a todos los hombres y que restablece una justicia que no ha existido en la vida; tampoco es una denuncia de los bienes justamente adquiridos. La parábola, con la primera lectura, nos dice que el lujo deforma y que hace olvidar las calamidades del pobre: “os acostáis en lechos de marfil, arrellanados con divanes, bebéis el vino en copas…y no os doléis del desastre de José…”, de las penas del pueblo. No podemos acostumbrarnos, insensibilizarnos, ni justificar la miseria en la que viven muchos seres humanos. Lo que pasa en el mundo ni es bueno ni normal. La palabra de Dios nos urge a ver con realismo y a actuar.

Pablo en la segunda lectura, al recordarnos el mandamiento recibido, nos habla de cómo debemos ser los cristianos: honrados, religiosos, con una fe viva, justos, misericordiosos, pacientes, dulces…El cristiano, como Cristo, actúa, vive y es de otra manera.

En el evangelio asusta la distancia y la ceguera que puede crear la indiferencia; una distancia que trasciende a la otra vida, cuyas consecuencias son tan definitivas, que no se puede acortar el abismo creado ni con los mejores deseos: “permite, padre Abraham, que vuelva para avisar a los míos…” Cercanía, comunicación, solidaridad…La vida es único tiempo de vivir fraternalmente.

Y recibimos una seria amonestación a escuchar la enseñanza de la Iglesia: "Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen”. Vivimos una cultura de la “sordera”, además de la indiferencia. No hacemos caso, no nos enteramos, no somos responsables de nada, lo que nos dicen no es para nosotros. Nos molesta y nos ofende que nos digan y nos enseñen.

Esta parábola del rico y de Lázaro es muy clara y muy rotunda. ¡Qué cansado estaría el Señor, de que no le hicieran caso, para hablar así! Como en la Cruz, el Señor incansablemente defiende los derechos del pobre. A los cristianos nos corresponde, por amor, ser testigos de su misma misericordia, trasmitir la que recibimos de él.

Hoy celebramos a los Santos Arcángeles: Miguel, “quien como Dios”; Miguel defiende el honor de Dios que es la dignidad de los pobres. Rafael, “medicina de Dios”, salud, salvación de Dios para el enfermo y pecador. Gabriel, “mensajero de Dios”, portador de las mejores noticias de Dios. Los tres son mensajeros, anuncian y sirven. Que intercedan por nosotros y nuestra vida sea así.

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DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (22-9-2013) Ciclo C 
sábado, septiembre 21, 2013, 10:18 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (22-9-2013)

1ª Lectura. Amós 8, 4-7. Contra los que compran con dinero al pobre.

Salmo 112. Alabad al Señor que ensalza al pobre.

2ª Lectura. De la primera carta de San Pablo a Timoteo. 2, 1-8. Pedid por todos los hombres a Dios que quiere que todos se salven.

Evangelio. Lucas 16, 1-13. No podéis servir a Dios y al dinero.

La segunda lectura nos ofrece tres afirmaciones de gran valor para la vida cristiana: ”Haced oraciones, plegarias, súplicas….por todos los hombres”; el cristiano tiene una misión universal, toda causa de todo ser humano es nuestra, porque todos le importan a Dios y todos somos hermanos; recientemente ha impresionado la invitación del papa, a católicos, cristianos y no cristianos a rezar por la paz en Siria, Oriente Medio y en todo el mundo. La segunda afirmación: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”; el deseo universal de salvación de Dios, hay que rezar y ocuparnos de todos. Y la tercera, “Dios es uno y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres”; Cristo es el único mediador entre Dios y todos los hombres. La oración universal, por toda la creación, ecuménica…nos hace entrar en los proyectos de Dios, y aunque seamos pocos, nos abre a una misión universal de salvación.

Hay muchos momentos en que los cristianos podemos considerarnos una minoría “extraña” en medio de un mundo, tan secularizado e indiferente, y podemos caer en un cierto desánimo que nos lleve cerrarnos en nuestras prácticas religiosas, “yo voy a lo mío…”La oración hace que la vida del cristiano, unida a la mediación de Cristo, tenga una proyección y un valor universal. La oración es una verdadera acción evangelizadora.

La oración nos llena el corazón y nos hace experimentar las mismas inquietudes e intereses de Dios y nos abre a los demás con verdadera caridad fraterna.

Amós en la primera lectura denuncia la injusticia y la opresión al pobre. Al papa le gusta decir que el pobre es “la carne de Cristo”, ofenderle es el peor sacrilegio. Ofender al pobre no solamente es no pagarle lo que es suyo, sino no tratarle con respeto. Hay que hacer el bien y hay que hacerlo bien hecho. El Señor siempre añade un plus, “con amor y por amor”. Es muy malo caer en la esclavitud del dinero que nos hace duros, injustos y crueles.

El cristiano, además, debe ser especialmente sensible en no colaborar en ninguna situación de exclusión ni de explotación. Ya sabemos, que muchas veces unido a la pobreza van otras muchas cosas que pueden querer justificar determinados comportamientos; pero que nada sea excusa para ser justos y no ser misericordiosos.

En el evangelio el Señor alaba la actuación del administrador infiel. No apruebe la mentira y la corrupción, dos desórdenes, desgraciadamente muy extendidos, propios de quien ni respeta a Dios ni a sus hermanos, y de quien cree que todo le pertenece. Dios alaba el interés del administrador infiel en solucionar sus futuros problemas en el futuro. El Señor lamenta que los hijos de la luz no tengamos el mismo interés por las cosas del Reino de Dios y por la vida eterna.

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DOMINGO 24º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (15-9-2013) 
sábado, septiembre 14, 2013, 09:13 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 24º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (15-9-2013) Parábolas de la misericordia

1ª Lectura. Éxodo 32, 7-11.13-14. Es Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado.
El pueblo falló a las condiciones de la alianza que había celebrado con Dios. Dios amenaza con romper su relación con el pueblo; pero media Moisés quien sin justificar al pueblo ni rebajar su culpa, insiste en la bondad y en la misericordia de Dios. El mal nunca tiene justificación, pero la bondad de Dios es más grande y es capaz de cambiar el corazón humano.

Salmo 50. Me pondré en camino adonde está mi padre

2ª Lectura. 1ª de Pablo a Timoteo. Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
Pablo vivió personalmente un estado de pobreza espiritual durante mucho tiempo y el Señor, por pura gracia, lo libró.
Evangelio.

Lucas 15, 1-32. Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta.

Extrañaba a los fariseos y letrados que Jesús se acercara a los pecadores y comiera con ellos y murmuraban de Jesús. El Señor aclaró la situación con las tres parábolas de la misericordia: Dios es como un pastor que busca la oveja perdida; como una mujer que no se resigna a perder una simple moneda, porque es mucho para ella; o un padre, que por recuperar a un hijo lo perdona y lo olvida todo.
En las tres parábolas el problema parece que es de Dios, no de la oveja, que se separa del redil, va a la suya y se pierde, con peligro de muerte; ni de la moneda, que rula no se sabe hacia dónde, y puede no valer para nada confundida con el polvo y las piedras; ni del hijo, quien tuvo necesidad de perder de vista al padre y todo lo que suponía llegando al máximo nivel de postración y miseria.

Siempre Dios es incansable, en buscar, en barrer, en esperar. Siempre en el encuentro hay por parte de Dios y una gran alegría. Siempre es, incansable, quien piensa en el pecador, y sin recriminar, lo carga sobre sus hombros, lo recoge cuidadosamente o lo abraza…emocionado, como si el problema fuera suyo. Siempre monta una fiesta. Siempre de manera personal, a cada uno, sin poner condiciones. ¿Hasta cuándo? ¿hasta dónde? ¿hasta a quienes?...El amor de Dios es infinito, incansable, gratuito, liberador…

¿Quién es tan duro que no cambia radicalmente cuando se siente amado y tratado así? Dios no quiere tratarnos con amenazas, no espera una relación de miedo; quiere cambiarnos el corazón al contemplarle a él y espera una respuesta de amor. La oveja salvó la vida y volvió al redil, a la comunidad; la moneda, sirvió, junto a las otras nueve; el hijo recuperó su dignidad personal y volvió a la casa del Padre. En la conversión siempre hay un abrazo de amor y perdón, una reincorporación a la comunidad de la que nos separamos y una vida nueva y plena con mayor dignidad personal.

Y esto Dios, lo sigue haciendo y lo seguirá incansablemente intentando con cada hijo, porque su misericordia es eterna.

La respuesta del cristiano nunca puede ser respuesta de mínimos, para mantenerse dentro, en el límite de la comunidad, sin amor. El que ha experimentado el amor de Dios lo da todo. Es la experiencia de Pablo, de la que nos habla la segunda lectura. En el encuentro con el Señor, Dios lo hizo todo, hasta lo tiró del caballo y le dejó solamente la luz interior, porque perdió la visión; pero Pablo se lo dio todo al Señor, sin medida y sin esperar más correspondencia que la vida que ya había recibido.

El Papa nos insiste en que tengamos la misma actitud de Dios: buscar a quien está en las periferias de la vida con todas las heridas que el mundo y la vida provoca, cargar, dignificar, abrazar. Abrazar lo más doloroso y sufriente es lo que más se parece a la cruz. Hay que amar mucho. Sin amor no se puede hacer el bien, se da limosna, pero no se hace el bien. Nuestra verdadera conversión, nunca es una condición previa, sino consecuencia de experimentar y corresponder al amor desbordante de Dios.

Os copio un poema de Ulibarri titulado: Por encimo de lo nuestro

Tú eres el Dios sobre el que todos opinamos,
el Dios que todos buscamos,
el Dios que todos abandonamos,
el Dios con el que todos luchamos.

Pero, a la vez, tú eres el Dios que nos recreas,
que nos encuentras, aunque no te busquemos,
que permaneces fiel cuando te buscamos,
que nos vences y convences.

Tú eres el Dios de quien todos hablamos,
el Dios que todos miramos,
el Dios que todos desfiguramos,
el Dios que todos intentamos comprar.

Pero, a la vez, tú eres el Dios que nos habla con verdad y amor,
que nos respeta y cuida con pasión,
que nos da identidad y rostro,
que se muestra insobornable en su gratuidad.

Tú eres el Dios que cree en nosotros,
el Dios que espera en nosotros,
el Dios que ama en nosotros,
por encima de nuestros gestos, hechos y palabras.

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