sábado, julio 30, 2011, 12:36 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 18º DEL TIEMPO ORDINARIO (31 de julio)1ª lectura. Isaías 55, 1-3. Daos prisa y comed. El profeta viene a alimentar a su pueblo.
Salmo 144. Abres tú la mano, Señor.
2ª Lectura. Romanos 8, 35. 37-39. Nadie podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo.
Evangelio. Mateo 14, 13-21. Comieron todos hasta quedar satisfechos.
Jesús podía y hacía milagros. No eran exhibiciones de poder. Tampoco buscaba ningún beneficio personal. Se compadecía de todo lo que podía hacer sufrir al hombre, en su cuerpo y en su espíritu, y actuaba eficazmente.
Dios, siempre había hecho portentos extraordinarios en la historia para apoyar y defender a Israel; Jesús, al ser Dios, sigue en la misma línea, realiza acciones extraordinarias , movido siempre por la compasión, la misericordia, el deseo de que las personas estemos bien y nos salvemos. Los evangelistas sinópticos se fijan en el poder de Jesús, que trasciende a la naturaleza. San Juan dirá que son signos que manifiestan su verdadera identidad, que es el Hijo de Dios. Siempre brotan del amor para socorrer la necesidad del hombre. No buscan solo el bien espiritual, sino el bien de todo el hombre, alma y cuerpo, de toda la persona.
En esta ocasión el Señor realizó dos milagros. Curó a los enfermos y no despidió a la gente sin darles de comer. Jesús, en el ejercicio de su ministerio, curó a muchos enfermos. La salud es el mayor bien que tenemos en esta vida; cuando nos falta vivimos en situación de necesidad, dependencia…el curado se siente liberado. La curación es el principio de esa salvación más plena que nos trae Jesucristo. ¿Nuestra prioridad son las personas que sufren por enfermedad u otros motivos? Jesús siempre y solo buscó el bien de la persona, nunca su éxito personal ni su reconocimiento, “no se lo digas a nadie” solía recomendar, porque la idea de que se pudieran quedar con un mesianismo de éxito la rechazaba. Debemos evitar la tentación de “buscar la foto en el lugar de la catástrofe” o comentar “lo mal que está el otro, diciendo cómo lo hemos socorrido”; pero, sobre todo, debemos evitar una vida cristiana de palabras, que no pase a la ayuda real y eficaz al necesitado.
Hoy el Señor nos dice “dadles vosotros de comer”. El milagro lo hará el Señor, después de implicarnos nosotros y de poner todo lo que esté de nuestra parte. ¡Cuántas veces la necesidad es tan grande que nos quedamos paralizados! “Estar cerca”, “hacer tuya la necesidad”, ”caminar juntos”… dosificando las fuerzas para no cansarse y llegar al final. Ahí está el amor y la grandeza, en llegar al final de la misión. Siempre nos han dicho que en el momento de la catástrofe hay muchas manos. Es importante el efecto rápido que producen los medios de comunicación para informar y procurar la ayuda y la solidaridad…pero siempre la Iglesia y los cristianos hemos de seguir estando ahí, cuando el dolor, la catástrofe, la enfermedad…no es noticia, no conmociona pero urge caridad. “Dadles vosotros de comer”. El papa nos recuerda que la caridad debe ser creativa en sus formas de ser ejercida y vivida: el cristiano debe entregarse en lo que exija el ser proyección del amor de Dios.
De el amor de Dios manifestado en Cristo, “nada ni nadie puede apartarnos”. Ni de dejarnos transformar, al sabernos tan amados, ni de entregarnos en lo que nos urja el amor del Señor.
( 415 visualizaciones )