Blog del párroco
DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 25-1-2015 
domingo, enero 25, 2015, 08:44 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 25-1-2015.

1ª Lectura. Jonás 3, 1-5.10. Levántate y ve a Nínive. Cuando se convirtieron, Dios tuvo piedad de su pueblo.

Salmo 24. Señor, instrúyeme en tus sendas.

2ª Lectura. 1ª Corintios 7, 29-31. Al pensar en el final de la propia vida y del mundo, todos lo que tenemos lo usamos de otra manera. Lo ideal es que nada nos distraiga del trato asiduo con el Señor.

Evangelio. Marcos 1, 14-20. Jesús decía: Convertíos y creed la buena noticia.

Jesús viene a realizar el proyecto de Dios: la construcción de un mundo más humano y más justo. Y cuenta con nosotros.

Su invitación es apremiante: convertíos, no podemos seguir de la misma manera. Nos llama a todos, pero debemos hacer nuestros los valores del Reino.

Colaborar con Jesús es una gracia, nos llama él.

Convertirse supone encontrarse previamente con Alguien que te llena la vida hasta el punto de quedarte con él. Entonces será posible cambiar lo malo que hay en nosotros y hacer su voluntad más que nuestros intereses personales.

Hemos oído muchas veces la invitación a la conversión: toda transformación real comienza por el cambio personal. Dios ha querido contar con nosotros.

La primera lectura nos habla de la conversión de los ninivitas, pueblo pagano y enemigo de Israel, por la predicación de Jonás. Dejaron sus malas obras y Dios tuvo misericordia con ellos. Dios siempre espera nuestro arrepentimiento y que colaboremos con él.

Nuestras posibilidades personales son pobres. Las urgencias que nos plantea el mundo son muchas y graves. Las dificultades aparecen insalvables. Creer en el evangelio supone creer y valorar todo esfuerzo humano y esperar en la acción de Dios.

El evangelio es la buena noticia de que hay salvación y liberación para los pobres y los sencillos. Esta buena noticia la vivimos cuando orientamos la vida hacia la construcción de un mundo más justo y fraterno.

El Señor cuenta con nosotros, con nuestra entrega y esfuerzo para que se vaya abriendo camino su Reino en nuestro mundo.

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DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 18-1-2015. Comienza el octavario por la unidad de los cristianos 
sábado, enero 17, 2015, 07:04 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 18-1-2015. Comienza el octavario por la unidad de los cristianos.

1ª Lectura. 1º de Samuel 3, 3b-10.19. Habla, Señor, que tu siervo escucha.

Salmo 39. Aquí estoy, para hacer tu voluntad.

2ª Lectura. 1ª de Pablo a los Corintios, 6 13c-15ª. 17-20. Vuestros cuerpos son miembros de Cristo.

Evangelio. Juan, 1, 35-42. Vieron donde vivía y se quedaron con él.

Hoy la Palabra de Dios nos habla de la llamada.

En la primera lectura es a un niño, a Samuel, que sirve en el templo; el Señor le llama durante la noche, varias veces, porque no es fácil reconocer su voz. Fue necesaria la mediación del sacerdote Helí, y la respuesta fue de una apertura y disponibilidad total:”Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Dios nos puede llamar a cualquier hora y en cualquier edad.

En la segunda lectura Pablo nos dice que nuestra respuesta al Señor debe ser desde la totalidad de lo que somos, alma y cuerpo. Somos una unidad, estamos consagrados, somos miembros de Cristo. No hay dimensiones de nuestra vida (el dinero, la sexualidad…que deban funcionar al margen de la fe que configura todo lo que somos).

En el evangelio, por la mediación de Juan Bautista, Jesús se cruza con Andrés y con otro discípulo, que puede ser Juan. Se sintieron atraídos por él, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, como lo presentó Juan. “Maestro, donde vives. Venid y lo veréis”. Y se quedaron con él aquel día. Nunca olvidaron el encuentro, eran las cuatro de la tarde. Para seguir a Jesús hay que sentirse fascinados por su persona, y quedarse, hacer propia su vida, su manera de ser, su misión. Y si realmente te ha fascinado, tienes necesidad de llevar a otros a Jesús.

La llamada va dirigida a todos los cristianos. La vida es una vocación que exige conversión a la persona y al proyecto de vida que nos presenta. La vocación entraña misión. Siempre es difícil reconocer la llamada y vencer las objeciones que a veces ponemos desde el miedo, el respeto humano o la comodidad. Una vida no vivida como llamada del Señor, es una vida sin dirección, sin sentido. Dios nos llama porque nos ama, cuenta con nosotros. La llamada siempre supone una experiencia de vida. El que se siente llamado, “se hace, se transforma en Cristo”. A Simón el Señor la cambió el nombre, indicando que el seguimiento a Jesús le suponía una vida y una personalidad distinta.

Debemos agradecer al Señor el don de la llamada a ser cristianos y el don de las mediaciones que han existido en nuestra vida, desde nuestros padres, para escuchar, comprender y seguir a Jesucristo. La fe es un don que debemos acrecentar y trasmitir.

La cantidad de gente que vive alejada de Dios, que prescinde totalmente de él en todos los planteamientos de la vida; la sensibilidad social de falta de respeto a Dios, a la religión y a los creyentes; la situación de multiculturalidad y de convivencia con personas de otras religiones creada por la emigración, nos exige autenticidad personal en nuestra fe y en nuestras costumbres cristianas. Si nos hemos encontrado con Cristo, nos quedaremos con él y lo daremos a conocer. Si no es así, dejaremos de ser “sal de la tierra y luz del mundo”.

Debemos rezar por la unidad de los cristianos, como rezaba Jesús: “Que sean uno, para que el mundo crea”. El problema social creado por el fenómeno de la emigración es grande y muy difícil: aceptar y ayudar a las personas, respetarlas en sus diferencias, valorarlas en lo que son y en lo que aportan. Las palabras de Jesús están ahí: “fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis…”La mirada de Cristo” siempre es otra, y los cristianos debemos ver y actuar desde los ojos y las manos del Señor.

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BAUTISMO DEL SEÑOR. Ciclo B. 11-1-2015 
sábado, enero 10, 2015, 01:20 AM - Comentarios a las Lecturas
BAUTISMO DEL SEÑOR. Ciclo B. 11 de enero 2015.

1ª Lectura. Isaías 55, 1-11. Acudid a por agua, escuchadme y viviréis.

2ª Lectura. 1 Juan 5, 1-9. El Espíritu, el agua y la sangre
Evangelio. Marcos 1, 7-11.

Terminamos el ciclo de Navidad y comenzamos el tiempo de la misión del Señor. A la liturgia no le preocupa la continuidad de la historia, sino celebrar el misterio que entraña la persona de Jesús y el cumplimiento de su misión. La humildad y la cercanía de Dios en Belén, la seguimos encontrando en Jesús que es bautizado por Juan en el Jordán.

Hoy Jesús adulto es presentado por el Padre:”Tu eres mi Hijo amado, mi predilecto”. Jesús contempló cómo se rasgaba el cielo y el Espíritu se posaba y permanecía en él, entrando así en la historia de los hombres. Él es el Mesías, el salvador de los hombres.

En la historia ha habido muchos mesianismos, que han creído que tenían la salvación que el hombre necesitaba; algunos han llegado a imponer sus ideologías por la violencia y por la fuerza. El único que nos puede salvar es el Señor y su estilo es el que vimos en Belén, el que contemplamos en Jesús al colocarse en la cola de los pecadores para ser bautizado y el que contemplaremos en la Cruz.
El Mesías es humilde, sirve, carga con el pecado de los hombres, injustamente es condenado y ejecutado.

El bautismo del Señor nos recuerda nuestro propio bautismo. Fuimos incorporados a Cristo, a su vida, a su muerte y a su resurrección. Nos exige la conversión personal y la entrega a la causa de nuestros hermanos los hombres, con el mismo estilo discreto, sufriente, comprometido… que tuvo Cristo.

La Iglesia y los cristianos siempre tendremos la tentación de vivir nuestra misión de otras formas. Jesús, antes de ser bautizado, procedía del desierto donde fue tentado; y en sus tentaciones, vemos algunas de las nuestras. Es muy difícil creer en la fuerza de la humildad, en la eficacia de la verdad, en el impulso trasformador del verdadero amor. Es difícil no buscar el éxito fácil ni el reconocimiento de los demás que tantas satisfacciones produce.

El Mesías no tiene donde reclinar su cabeza, su opción preferencial son los que sufren y su camino el de la negación de sí mismo y el de la cruz.

Ha disminuido considerablemente el número de los bautizados. Ha disminuido el número de nacimientos y ya no se bautiza por costumbre, en general. Tenemos que ayudar a los padres a que vivan le petición del bautismo de sus hijos como una opción de ser y de misión de cristianos. Y acompañarles y ayudarles en su proceso de formación y educación. Será fundamental la estabilidad de sus matrimonios y la vida y costumbres cristianas que ellos lleven. Es tarea de todos el que los niños descubran a Cristo y quieran vivir siempre unidos a su persona y a su misión.
Ser bautizado es ser ungido, mesías, ser y vivir como Cristo. El bautismo nos hace hijos adoptivos de Dios y debemos vivir en consecuencia.

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SANTA MARIA MADRE DE DIOS. 1-1-2015 
lunes, diciembre 29, 2014, 06:38 PM - Comentarios a las Lecturas
SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS. Ciclo B. 1-1-2015.

1ª Lectura. Números, 6, 22-27. Invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.

Salmo 66. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

2ª Lectura. Gálatas, 4, 4-7. Dios envió a su Hijo nacido de una mujer.

Evangelio. Lucas 2, 16-21. Encontraron a María, a José y al Niño. Al cumplirse los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.

Hoy, primer día del año, el sentimiento mas general de todos es felicitarnos por el año que comienza y desearnos todo tipo de bendiciones del Señor y de bienes por el nuevo año. Agradecemos a Dios los bienes y la ayuda recibida en el año que termina y comenzamos el año con muchas esperanzas de que los problemas que sufrimos, a nivel personal, nacional e internacional, se vayan resolviendo.

Hoy en la celebración ocupa el centro María, la Madre de Dios, como la llamó la Iglesia en el concilio de Éfeso. Ella es la puerta por la que entró en el mundo el Señor. Ella le dio su carne y ella nos lo da a nosotros. Madre de Dios y nuestra. Las madres todo lo dan, todo lo sufren, todo lo guardan con amor en el corazón.

María es modelo y estímulo en la vida de fe. ¡Cuánto confió! Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo. ¡Cuánta grandeza en aquella humilde joven, “esclava del Señor”!

Como contemplamos estos días el misterio de amor que se realiza en la encarnación, el divino intercambio entre Dios y nosotros, contemplemos también a María, peregrina de la fe, siempre virgen, siempre madre. Gracias, Madre, por darnos el fruto bendito de tu vientre.

Enséñanos a vivir con sencillez, a guardar en el corazón llenos de amabilidad, a vivir en cercanía a Jesús para servirle en los hermanos y en la Iglesia.

El beato Pablo VI instauró que el primer día del año fuera la jornada mundial por la paz. “Paz a vosotros”, es la primera palabra de Cristo resucitado a los discípulos en el cenáculo. “Paz” es el mensaje de la Nochebuena. Los profetas anunciaron al “Príncipe de la paz”. Pablo nos insistirá en que Cristo nos trae “reconciliación y paz”. Jesús llamará dichosos a los que trabajan por la paz. Nuestro Dios es el Dios de la paz.

Este año el papa Francisco nos insiste en que no hay paz sin fraternidad. Ya sabemos que, a nivel internacional, es una tarea que trasciende nuestras posibilidades. Pero en la vida del cristiano, el deseo de favorecerla y construirla debe ser una permanente actitud interior. Vivir en paz, con nosotros y con los que tratamos; prudentemente favorecerla. No olvidar, que el campo en el que la podemos construir es muy amplio: todo lo que por exige la justicia, el respeto a la dignidad de todo ser humano, el ser sensibles a toda forma de discriminación ante pobres, excluidos por algún motivo, los “descartados” en lenguaje del papa.

“No esclavos, sino hermanos”. La pobreza genera nuevas formas de esclavitud, y la codicia desmedida la realiza. Nunca podemos hacer ”invisible” nada que vaya contra la dignidad de las personas, ni rebajar la fraternidad a “asistencia puntual” a los pobres.
Cristo es nuestra paz. Que Él trasforme todos los corazones e ilumine las ideologías de los pueblos para que se realice el mensaje de la navidad: “Paz en la tierra”.


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FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA. Ciclo B. 28-12-2014 
sábado, diciembre 27, 2014, 10:25 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. Ciclo B. 28-12-2014.

1ª Lectura. Eclesiástico 3,3-7.14-17ª. El que teme al Señor honra a sus padres.

Salmo 127. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.

2ª Lectura. Colosenses 3, 12-21. La vida de familia vivida en el Señor.

Evangelio. Lucas 2, 22-40. El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.

Jesús nació en el seno de una familia, necesitó el ejemplo, la protección, los cuidados y el amor de sus padres.

En la familia de Nazaret cada uno ocupó su lugar y fue consciente de su misión; José y María vivieron para el Niño. Fueron una auténtica comunidad de vida y amor. Allí el Niño lo aprendió todo: a amar, a rezar, a respetar, a estar con los demás, a mirar la naturaleza… También aprendió a escuchar a sus padres, y a Dios Padre, estando atento a lo que Dios le pedía y a los tiempos que le marcaba. El Niño era feliz y crecía en edad, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.

Las familias cristianas debemos mirar a la familia de Nazaret para imitarla. Es la escuela donde se aprende a amar, la iglesia doméstica donde se trasmite la fe y somos iniciados en la oración, la comunidad primera donde aprendemos a vivir con los demás, a priorizarlos, a valorar lo que recibimos, aportar lo que somos. La familia debe acompañar y respaldar, sin quitar libertad, pero ayudándo a no afrontar en soledad momentos difíciles: la crisis económica y la pobreza, las enfermedades, la atención a los niños para que pueda compaginarse el trabajo de los padres…¡qué necesaria es una familia armónica, como la de Nazaret, donde ocupando cada uno se sitio, unidos por el amor, están dedicados al más débil y necesitado!

Hoy vivimos otros tiempos. Nos intentan imponer como normales y signo de avance de los tiempos, otros tipos de “familias” y relaciones. Se vive en la increencia, porque no se respeta la ley de Dios; se rompen matrimonios de todas las edades, culturas, procedencias…por cansancio, rutina, falta de amor, presencia engañosa de nuevas personas. El “amar para siempre” no es concepto en el que se cree ni por el que se lucha. Se vive en un ambiente divorcista, donde lo normal es dejar, cambiar, iniciar algo nuevo que se siente como más novedoso…Lo raro es ser fiel y permanecer. La palabra de Dios no es el gran criterio en la vida personal de fe: “ser una solo carne, para siempre; no cometerás actos impuros; no desearás la mujer de tu prójimo…”

Para mucha gente que defiende estas costumbres e ideas, lo realmente importante es, que nada coarte la libertad personal, (ni cónyuge ni hijos, ni…) y que no “sea forzada” la voluntad de nadie. Vivir el momento presente, buscando la máxima satisfacción y libre de compromisos posteriores.

Los cristianos debemos cuidar a nuestras familias y vivir en coherencia con la fe que profesamos. Lo primero es el testimonio de lo que creemos y vivimos. Ya sabemos que hay que acoger a los hijos en cualquier situación y no cerrarles nunca las puertas de nuestro corazón ni de nuestras casa, pero esto no significa “estar de acuerdo”, ni “aceptar” determinadas formas de actuación o costumbres recientes, extrañas al proyecto de Dios, aunque estén muy generalizadas.

Nosotros vivimos el evangelio del Señor, el evangelio del amor fiel hasta la entrega total, de la defensa de la vida en todas sus etapas, del no nacido, del enfermo, del anciano. Debemos apoyar e impulsar todas las acciones que tengan como finalidad defender los derechos de las personas y de las familias. Misión de los matrimonios y de las familias cristianas es ser testigos y presencia del amor de Dios al mundo, y colaborar con el Señor en la trasmisión de la vida.

Que el ejemplo de la familia de Nazaret nos ilumine, nos haga crecer en las virtudes domésticas y en la unión en el amor.


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