miércoles, marzo 31, 2010, 01:05 PM
JUEVES SANTO. MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
En esta Eucaristía de Jueves Santo, nos reunimos en torno al Señor, en su cena pascual de despedida. Es la tarde de los grandes regalos: la Eucaristía, el mandamiento del amor y el sacerdocio.
En las despedidas se quiere condensar todo, insistir en lo que ha sido mas importante para que nada realmente valioso se pierda.
Es tarde de gestos: nos invitó a la cena, nos sentó a su mesa, nos abrió el corazón, nos lavó los pies…
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…salid por los caminos e invitad a todos…yo estoy entre vosotros como el que sirve…dadles vosotros de comer”… nos había enseñado.
Esta tarde nos dice: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo que se entrega…tomad y bebed, esta es mi sangre que se derrama para el perdón de los pecados”. “Este es mi mandamiento…que os améis… como yo os he amado”…Haced vosotros lo mismo. Haced.
Y se queda entre nosotros en el sacramento de su presencia real para acogernos y escucharnos, para ser nuestro alimento para el camino, como signo y prenda del cielo
Y confirma para siempre su alianza de amistad, amor y vida, actualizado en cada eucaristía.
Y nos enseña a amar: “como yo os he amado”, y nos manda amar, “haced vosotros lo mismo”.
En el Jueves Santo el Señor se nos entrega y nos pide que seamos como él. Nunca se nos ha dado tanto ni se ha esperado tanto de nosotros.
Ponerse a la altura del más pequeño, mirar sin recelos y con misericordia, perdonar sin condiciones, compartir la pobreza que cada uno lleva en las alforjas de su vida, servir, querer salvar al que te traiciona, confiar en el Padre en medio de la oscuridad mas absoluta…sin parar, sin quejarte, con humildad.
Este es el ser y la misión del cristiano, del sacerdote, de la Iglesia.
Hemos nacido del amor y nuestra misión es amar como Cristo, desde las exigencias de cada situación personal y de cada circunstancia.
Sigue habiendo muchos hermanos sin techo, muchas mesas sin pan, muchos ancianos, enfermos, personas que están solas por muchos motivos.
Jueves Santo, la invitación de Cristo a que nos sentemos a su mesa, a que sentemos a nuestra mesa; a que nos dejemos amar y a que amemos; a que , porque nos sentimos servidos hagamos de nuestra vida una entrega servicial y generosa.
VIERNES SANTO. Oración ante Cristo muerto
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma,
pero al verte, mis ojos van y vienen,
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo a los tuyos destrozados?.
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?.
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía,
se me ahoga en la boca pedigüeña,
y solo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es solo
la llave santa de tu santa puerta. Amén
Gabriela Mistral
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