miércoles, marzo 27, 2013, 08:37 AM - Comentarios a las Lecturas
SANTO TRIDUO PASCUALEl triduo pascual celebra la muerte, sepultura y resurrección del Señor.
Comienza con la misa vespertina de Jueves Santo en la que el Señor, al instituir la Eucaristía, nos deja el memorial de su vida: su entrega hasta la muerte por amor. El está realmente en su cuerpo entregado y en su sangre derramada y nos proclama que el amor es el único mandamiento en el que se resumen todos.
El Viernes Santo está centrado en la gloriosa pasión de Cristo. El símbolo es la Cruz, expresión de amor, de obediencia al Padre, signo de reconciliación, camino de encuentro.
El Sábado Santo es el día del silencio y de la espera.
La Vigilia Pascual es la gran celebración del año. La Pascua es el paso de la tiniebla a la luz, del caos al orden de la creación, de la esclavitud a la libertad, del desierto a la propia tierra, del hombre viejo al hombre nuevo redimido, de la muerte a la vida. Es la noche de la renovación del bautismo, sacramento que nos hace hijos de Dios y nos incorpora a Jesucristo, sacramento de nueva creación. ¡Cristo ha resucitado, su vida y su mensaje es verdad y nosotros somos testigos!
JUEVES SANTO. MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR. Ciclo C. (28-3-2013)
1ª Lectura. Éxodo 12, 1-8,11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.
Salmo 115. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.
2ª Lectura. 1ª Corintios 11, 23-26. Cada vez que coméis del pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor.
Evangelio. Juan 13, 1-15. Los amó hasta el extremo.
Esta tarde estamos con Jesús en el Cenáculo. El ha querido celebrar la cena pascual con sus discípulos, la última, de su tiempo en el mundo.
El quiere aprovechar esta cena para decirnos cuál es la esclavitud que realmente destruye al ser humano, la que produce el pecado, y que El es el definitivo Moisés que nos sacará de ella y nos conducirá hacia la nueva tierra de promisión. Él nos dice que el único Cordero que puede sacrificarse para redimir tanto pecado es él mismo, con su vida obediente y entregada. El se nos ofrece como el pan que nos alimenta en el desierto de la vida, prenda de la vida futura, y nos recuerda que todo lo recibimos de Dios, y que es para compartirlo, no para atesorarlo.
Él nos sorprende con el lavatorio de los pies, que no es cosa de maestros, sino de esclavos; y nos dice que la actitud del discípulo es la del servicio y no otra.
El hace el milagro de transformarse en pan de fraternidad y en vino de fiesta y alegría, para que nosotros, al recibirlo, nos transformemos en El. Dejemos de ser el centro y de ir a la nuestra, para que Cristo sea el centro y vivamos dando prioridad al hermano. El se ha quedado permanentemente en el sagrario, como medicina de enfermos, prenda del cielo, pecho donde en cualquier momento podemos reclinar la cabeza y descansar, sintiéndonos fortalecidos.
Él, en esta “memorable cena”, nos ha dejado el mandamiento del amor, desde el que se entiende su vida y todos los demás mandamientos. El amor, como Él nos ha amado, atributo de Dios, que eleva y trasforma nuestra vida.
Nosotros en cada eucaristía, memorial de aquella cena, que la actualiza en el hoy que vivimos hace y nos dice todo esto.
No sé cómo podemos recuperar el espíritu y el sentido de la eucaristía. Luchar contra las propias esclavitudes; descubrir la alegría de vivir en fraternidad, priorizando a los pobres y necesitados y distinguirlos por nuestra solicitud y servicio. Liberarnos de la rutina, de la incomunicación, del desánimo que nos hunde en la desesperanza. No hay eucaristía sin caridad y amor. Sentirnos interpelados por la Palabra e invitados, acogidos y alimentados por el mismo Cristo.
La Ultima Cena fue noche de despedida y de presencia eterna, banquete de alianza fiel y definitiva que podemos sellar nosotros cada vez, y que compromete a Dios, porque él lo ha querido: “Haced esto en memoria mía”.
Cuidemos la celebración de la eucaristía, su mayor solemnidad es su verdad y coherencia. El Concilio Vaticano II la presentó como fuente y cima de toda evangelización. Es el amor “hasta el extremo”, es el mayor compromiso de amor.
Jueves Santo. Nos amó hasta el extremo. Dejémonos amar sin resistencias y amemos por Él y como Él.
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