sábado, marzo 22, 2014, 09:11 AM - Comentarios a las Lecturas
TERCER DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A (23-3-2014)1ª Lectura. Éxodo 17, 3-7. Danos agua para beber.
Salmo 94. Escucharemos tu voz, Señor.
2ª Lectura. Romanos 5, 1-2. 5-8. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Cristo, siendo nosotros pecadores, murió por nosotros.
Evangelio. Juan, 4, 5-42. Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
Comenzamos la segunda parte de la Cuaresma, con los encuentros de Jesús con la Samaritana, el ciego de nacimiento y su amigo Lázaro en los que se irá revelando como salvador de los hombres.
Hoy es el domingo de la Samaritana. Jesús preparó con cuidado y cariño este encuentro junto al pozo de Jacob.
Jesús quiso pasar por Samaria, llegó cansado junto al pozo y se deshizo de sus discípulos para encontrarse con aquella mujer, de quien no sabemos ni el nombre y que iba a buscar agua. Encuentro arriesgado y escandaloso, porque se trataba de una mujer, de Samaria y de dudosa reputación; Jesús le adivina que ya había tenido cinco maridos y que el hombre con el que convivía tampoco era su marido. Jesús busca a todos.
Él era un judío, instruido, y se dirigió a ella para pedirle de beber.
El diálogo es precioso. Siempre inicia Jesús con el gesto humilde de quien necesita y pide un poco de agua, para suscitar la verdadera sed en aquella mujer. Y comienza el diálogo a dos niveles: “Como tú siendo judío me pides de beber a mí que soy samaritana…””Si conocieras el don de Dios…me pedirías tú a mí”. El Señor la mirará con cariño y respeto y ella descubrirá que es más que un caminante que tiene sed. Planteará la Samaritana el antiguo tema del lugar donde hay que dar culto, y el Señor, de lo exterior y formal, pasa al interior: “Hay que dar culto en espíritu y en verdad”. La mujer abandonará el cántaro, su antigua vida, y saldrá corriendo a anunciar a los suyos que ha conocido a un hombre, posiblemente el Mesías, que conoce su vida sedienta de amor y de sentido, y que le ofrece el agua que necesita para no tener nunca mas sed. Agua que la purificará y que la saciará.
Invitaron a Jesús los de aquel pueblo, y por el trato personal con Jesús, llegaron a decir: “ahora, ya no creemos por lo que nos has dicho, sino por lo que vemos y experimentamos”. La Samaritana se convierte en apóstol de Jesucristo.
La sed insaciable que produce en el hombre tanta inquietud y tanta búsqueda; la necesidad de beber en muchos pozos que producen infección, sequedad y vacío, las muchas “experiencias” del hombre de hoy; el no querer afrontar directamente los problemas y vivir distraídos de lo fundamental, entretenidos con lo vano y aparente; el no tener valor para abandonar situaciones vitales que son malas y nos destruyen; el utilizar la religión como una excusa o entretenimiento…El miedo a encontrarse cara a cara con Dios, y escuchar que nos puede pedir algún cambio en nosotros…es la situación de muchas personas hoy.
No hay que tener miedo a aceptar el vacío, la pobreza de la propia vida. Necesitamos acudir a Cristo. Los cristianos sabemos que el verdadero apostolado está en compartir lo que el Señor ha hecho en mí y en indicar dónde está la fuente de la verdadera vida.
No se llega a la fe por convencimiento intelectual sino por el encuentro con Alguien que nos mira con cariño, nos ama, y nos dice: “Te necesito, puedes, yo estoy contigo, no temas”. Nos sigue diciendo.
El día de nuestro bautismo fuimos surgidos en Cristo agua viva para vivir una existencia como la suya, y consagrados por su Espíritu. La vida nos hace perder la memoria de quienes somos, “ungidos”, “bautizados”. ¡Que lleguemos a la comprensión de la inteligencia del misterio de Cristo, agua viva, y vivamos de su plenitud!
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