domingo, abril 18, 2010, 12:47 AM - Comentarios a las Lecturas
TERCER DOMINGO DE PASCUALas lecturas nos siguen centrando en el misterio pascual que celebramos.
Hechos 5, 27-32.40-41: Dios ha resucitado a Jesús
Los apóstoles son acusados de enseñar en nombre de Jesús. Ellos responden que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, que equivale a creer. El Sanedrín les prohibirá hablar de Jesús, pero ellos lo seguirán haciendo con la fuerza del espíritu Santo y estarán contentos de sufrir en nombre el Señor y por los trabajos del evangelio.
Salmo 29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Apocalipsis 5,11-14: Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos. Es el triunfo del Resucitado, quien tiene la plenitud de gloria que recibe de Dios.
Juan 21, 1-14: El discípulo a quien Jesús tanto quería dice a Pedro: es el Señor.
En el Evangelio vemos a Jesús Resucitado que acompaña y anima la misión de los discípulos. Galilea es el lugar donde se manifiesta el Señor y que nos indica que le encontramos en las tareas cotidianas (en la pesca).
Trabajan bajo la orden de Pedro, pero es de noche y vuelven de vacío. Solo cuando siguen las indicaciones del Señor tienen pesca abundante. Trabajar en nombre de Jesucristo hace eficaz el trabajo evangelizador.
El discípulo amado es quien tiene el privilegio de conocer al Señor.
Jesús, no solo da fecundidad al trabajo de los discípulos sino que los prepara y convoca para la comida eucarística; él es el único pan que se parte y reparte, y aunque no necesite la pesca de sus discípulos (ya están los peces sobre las brasas) pide la colaboración humana. “traed de los peces que habéis pescado”.
Simón Pedro, en nombre de todos, saca la red rebosante y lleva al Señor el trabajo de los siete. Estamos ante una Iglesia en la que caben todos y nadie se pierde (la red no se rompe).
Pedro ocupa un lugar muy significativo: convoca a los discípulos y lleva ante el Señor la red repleta. Antes de reconocer al Señor estaba desnudo (signo de su debilidad y pobreza); cuando le conoce se ciñe un vestido (signo de su disposición para el servicio) y se lanza al agua (gesto que significa entrega de vida).
A Pedro el Señor le pedirá un amor mas grande, “¿me amas mas que estos?”. Compartir con Cristo el oficio de pastor exige compartir también su muerte.
Cristo resucitado se hace presente en medio de la vida (están pescando) y cuando nos invita a celebrar los sacramentos (“vamos, almorzad”), nos cambia la vida (estaban de vacío y provoca una gran pesca) y nos abre los ojos de la fe para que reconozcamos que es el Señor.
Solo desde la fe podemos reconocer a Cristo resucitado, fortalecer los vínculos con él y encontrar fuerzas para lanzarnos al mar del servicio y de la evangelización. Esto siempre es duro, porque nos encontramos con una sociedad marcada por la increencia, el egoísmo, la violencia.
Pero es el Señor quien nos prepara la mesa y quien valora lo que nosotros ponemos de nuestra vida y trabajo para que la pesca no deje de ser abundante.
( 402 visualizaciones )