miércoles, abril 14, 2010, 12:24 AM - Noticias
CARTA A LOS JOVENES QUE VAIS A CONFIRMAROS.Queridos jóvenes:
Con la confirmación vais a completar la “iniciación cristiana” que empezó con el bautismo y que pidieron vuestros padres a los pocos días de nacer.
El Espíritu Santo, amor personal de Dios, viene a confirmar vuestra fe, a llenaros de su amor, de su fuerza, de su vida.
Os quiere regalar sus dones: sabiduría para llegar al corazón de las situaciones, entendimiento para comprender y discernir, consejo para que sepáis acompañar y consolar, fortaleza para que perseveréis en las situaciones difíciles sin rendiros ni desfallecer, ciencia para profundizar en el conocimiento de Dios y de su voluntad, piedad para disfrutar en la oración y sentir a Dios mas cerca y temor de Dios para crecer en el respeto y el cuidado para ser fieles y no poner en peligro la fe, don tan valioso.
Todos necesitamos de este don que nos enriquece, fortalece y capacita. No son solo palabras. Por eso, tenéis que acogerlo, para que dé, a través de vosotros, muchos frutos.
Es un don que recibís en la Iglesia y, con vosotros, toda la comunidad eclesial.
Dicen que ha disminuido mucho el número de jóvenes que se confirman; dejaron de rezar, de ir a misa, de recibir el sacramento de la penitencia; así, poco a poco, han perdido el sentido religioso y Dios ha llegado a ser el gran desconocido; también ha influido la falta de interés y de compromiso en la asistencia a las catequesis. Vosotros sabéis, mejor que nadie, lo difícil que resulta manteneros en una actividad si no os interesa. Es posible que también haya influido el que no os hayamos presentado la confirmación como un encuentro personal con Jesucristo que viene a acompañaros, a aumentar vuestra capacidad y disposición para amar y hacer el bien; para que viváis “ a su aire” y no vayáis solo “a la vuestra”, sin rumbo ni sentido.
Quien conoce a Jesucristo y ha descubierto de verdad “el tesoro”, ya no le quiere perder.
El gran protagonista en la confirmación es el Señor, que os da su Espíritu. El os da su Aliento divino, vosotros solamente sois la vela que se deja llevar por el mar de la vida hacia los puertos que él os conduce.
Los confirmandos tenéis que desearla con interés y alegría; no vale el “me obligan mis padres”. Así, nadie llegará a encontrar y a conservar un gran amigo. Y vivid, en consecuencia, con el don recibido.
Vuestros padres también son muy importantes. Pidieron a la Iglesia el bautismo para vosotros y se comprometieron a educaros cristianamente. Os han procurado dar buen ejemplo y os han empujado muchas veces para muchas cosas: desde vuestro primer día de colegio hasta el inscribiros en la confirmación. Agradecerles su interés. Sin ellos, habríais perdido cosas valiosas.
La parroquia con sus sacerdotes y catequistas, todos, cada uno en su sitio y en su momento han sido mediaciones muy oportunas de Dios.
Dad gracias también a vuestros padrinos. Ellos os acompañan y sostienen con su oración, consejo y testimonio.
Vivid con alegría este día. No dejéis que se apague nunca en vuestra vida la llama de la fe: se alimenta con la oración, con el trabajo bien hecho y, sobre todo, con la caridad. El Espíritu Santo es un don para vosotros, y vosotros sois un don y un motivo de esperanza para nuestra comunidad cristiana.
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