viernes, abril 20, 2012, 09:06 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO TERCERO DE PASCUA (22 de abril de 2012)1ª Lectura. Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19. Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Durante todo el tiempo de pascua la primera lectura es del libro de los Hechos de los apóstoles y no del Antiguo Testamento, para mostrar cómo va creciendo y progresando la vida y testimonio de la primera comunidad, modelo para las comunidades cristianas que venimos después.
Hoy escuchamos un sermón de San Pedro. La curación de un paralítico deja desorientada a la gente y Pedro anuncia a Cristo resucitado y, como hace siempre, los invita a la conversión y a la penitencia. Presenta a Cristo como el justo, el santo, el autor de la vida… tratado injustamente por los hombres y a quien el Padre ha resucitado; Pedro y los apóstoles son testigos. Pedro apela a la ignorancia, en la acción del pueblo, para dejar abierta la puerta al arrepentimiento.
Salmo 4. Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
2ª Lectura. De la primera carta de Juan 2, 1-5ª. Jesús es presentado como víctima de propiciación por nuestros pecados y los de todo el mundo, este ha sido el sentido de su entrega. Creer en él supone guardar sus mandamientos, vivir en coherencia con su enseñanza. El apóstol responde a un problema de su tiempo y de todos los tiempos: no es suficiente con “conocer, saber…” hay que “vivir y ser”, solamente así se ama a Dios.
Evangelio. Lucas 24, 35-48. Así convenía que Cristo padeciese y resucitase al tercer día, de entre los muertos.
Después de las apariciones a los discípulos de Emaús, Lucas nos narra la aparición de Jesús a la comunidad. Tiene gran interés en presentar a Jesús resucitado como a alguien real, no es una imaginación, sueño o quimera. Están todos (no es cosa de alguno); Jesús se presenta como hacía antes de morir, les da la paz; les muestra los signos de su pasión, no hay nada más real; y come con ellos. Jesús les quiere “abrir el entendimiento” para que crean en él y en las escrituras, y enviarlos a evangelizar. La Iglesia tiene que anunciar a Cristo, la vida nueva que es él y el perdón conseguido con su sacrificio ofrecido por amor.
En este tercer domingo de Pascua la Iglesia nos sigue insistiendo en el acontecimiento de la resurrección del Señor, verdadero corazón de la fe. Sin ella no habría salvación ni esperanza.
“¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?”. El Señor quiere disipar dudas, liberar miedos e inseguridades. Nunca ha sido fácil creer, tampoco en estos tiempos; siempre hemos visto cómo se desarrollan los acontecimientos del mundo y la vida de la Iglesia. Muchas veces nos hemos sentido solos y abandonados con nuestros problemas y hemos tenido el peligro de pensar que vence el mal sobre el bien y que la fe, más que real, es “una salida deseable”. No es fácil tener esperanza, ya que hay un abismo muy grande entre lo que anunciamos y lo que realmente se ve y acontece.
La buena noticia es que Jesús ha resucitado y camina con nosotros, como amigo y compañero, en lo más cotidiano, y lo comparte todo. Y es real. Ya nos dijo que no nos resultaría fácil la vida, que no le resultaría fácil a ninguna persona buena. Que incluso se podría sufrir desprecios y persecuciones como le había pasado a él, pero que hay que permanecer.
Cristo viene a “abrirnos el entendimiento” para que comprendamos las escrituras, la vida, a nosotros mismos, la historia. Y a ser alimento para el camino. La noche de Pascua quiso iluminarlo todo; desde lo más remoto de la historia hasta lo más profundo de la vida humana. Cristo resucitado todo lo recrea y hace nuevo.
A la Iglesia le corresponde convertirse a Cristo y al evangelio, vivir la realidad nueva que vemos en Jesús, y anunciar, hasta los últimos confines, para que todos conozcan el amor de Dios y que en Cristo, si viven desde la fe, ya han sido salvados.
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