sábado, mayo 5, 2012, 03:31 PM - Comentarios a las Lecturas
QUINTO DOMINGO DE PASCUA (6 de mayo)1ª Lectura. Hechos de los Apóstoles 9, 26-31. Saulo predicaba con valentía el nombre del Señor.
Salmo 21. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Juan 3, 18-24. Es te mi mandamiento: que creamos y nos amemos.
Evangelio 15, 1-8. El que permanece en mí y yo en el ese da fruto abundante.
Hoy el evangelio nos habla de una preciosa alegoría: la vid y los sarmientos. La imagen de la vid, de la viña, ya fue utilizada en el Antiguo Testamento por los profetas para hablar de la relación de Dios con su pueblo: Israel era la viña plantada y cuidada con mucho amor por Dios y que no dio buenos frutos, sino agrazones.
El evangelio hoy nos presenta a Jesús como la verdadera vid y nosotros somos los sarmientos. Hoy la palabra nos insiste en “permanecer unidos” a Jesús para “dar fruto”.
Pero ¿qué significa “permanecer unidos”? Los sarmientos “están vivos” si reciben la “savia” de la cepa; si la savia no llega, se secan, están muertos, hay que cortarlos. Estamos unidos si Cristo vive en nosotros, el apóstol decía:”para mí la vida es Cristo”. Esto cada uno lo entenderá desde su experiencia personal de fe. Algunos creerán que es suficiente tener comportamientos afines al evangelio. Es más que eso, se trata de tener una experiencia mística de comunión con el Señor. El es nuestra fuerza, nuestro sentido, nuestro amor (su amor nos sostiene y por su amor vivimos). El es la savia, sin él en nuestro interior no hay vida. El cristiano “vive en Cristo”, y esto, de manera permanente. “Permanecer unidos” es una experiencia profunda de comunión con el Señor, de forma que es él quien va mostrándose en nosotros. Esta profunda comunión con el Señor la realiza en nosotros la oración y los sacramentos, momentos de intimidad, de transformación, de presencia real. Y como consecuencia vienen los frutos, que siempre expresan la verdadera naturaleza del corazón.
Los frutos son las obras de un buen hijo, de un buen hermano, de un serio profesional, de un auténtico amigo, de un ser solidario y comprometido con la sociedad…Son los frutos del amor de Dios, coherentes y acordes con la entrega de Cristo, con la dignidad de todo ser humano. Dejar que Cristo se apodere de nuestra vida. Frutos de verdadero amor. Pablo también decía “ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo, si vivimos, vivimos para el Señor, si morimos, morimos para el Señor, en la vida y en la muerte somos del Señor”. Son frutos de Cristo. Es la experiencia de vida del creyente que vive la realidad de la pascua.
El evangelio nos habla del vacío y de la pobreza de una vida sin Cristo. Sin la savia que viene del tronco principal no son posibles los frutos de vida. Cristo nos da fuerza, generosidad, ánimo, luz…porque él es la vida.
