viernes, junio 26, 2015, 09:08 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 28-6-2015.Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-25. Dios no hizo la muerte. Todo lo creó para que subsistiera.
Salmo 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
2ª a Corintios. Como Jesucristo, distinguíos por vuestra generosidad.
Marcos 5, 21-43. Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.
Nuestro Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. El todo lo hizo bueno. No es el autor de la muerte. Todo lo creó para que subsistiera. Este es el mensaje de los relatos de la creación en Génesis y del libro de la Sabiduría en la primera lectura.
El mal y la muerte entraron y siguen entrando como consecuencia del pecado o de la codicia de quien se quiere enriquecer de manera injusta, con el negocio de las drogas, armas, pornografía, mal uso de la naturaleza… La maldad del hombre, le lleva muchas veces a explotar y destruir a sus hermanos. Otras veces, cuando se pierde el respeto ante la vida humana, ante el no nacido o el enfermo terminal…el hombre se convierte en enemigo de su hermano. El ansia desmedida de poder puede conducir a no respetar los derechos de los pequeños…
Hay una cultura de muerte disfrazada de progresía, libertad, negocio, derechos. Ahora el Papa, en Laudato Si, nos habla de riesgo de esquilmar la naturaleza que pertenece a todos, también a los que tienen que nacer, porque es bien de Dios para todos los hombres. La muerte la provoca el demonio y la maldad de los hombres. Otras muchas veces se presenta como consecuencia de la fragilidad de la naturaleza humana. Ante determinadas enfermedades que conducen a estados de sufrimiento y muertes prematuras, tenemos el peligro de pensar si se trata de algo querido por Dios.
Aunque nos cueste aceptar en algunos momentos, nunca debemos dudar de que Dios ama al hombre y quiere su felicidad y su vida para siempre.
En el evangelio encontramos a Jesús que cura a la mujer hemorroísa (todos se la habían entretenido y arruinado) y la resurrección de la hija de Jairo, jefe de la sinagoga. Los relatos están llenos de delicadezas por parte de Jesús: responde al estímulo suave de dejarse tocar el manto, toma de la mano a la niña y se ocupa de que le den de comer…en ningún momento hace caso a comentarios. Jesús cura acariciando y siempre por amor, a la enferma, a la familia, a la niña. Cura, resucita, perdona, salva. Siempre hace el bien a toda la persona y a todas las personas.
Esa es la actitud y la misión del cristiano y de la Iglesia. Como Cristo, dejar que El siga salvando a través de nosotros. Unas veces mediante la denuncia profética de situaciones injustas e inhumanas; otras desde el compromiso de la acción directa. Siempre, actuando con honradez, profesionalidad y justicia.
También debemos acudir a Jesús, con la humildad de la enferma y del Jefe de la sinagoga para que Jesús nos cure de todo y nos llene de su vida.
Este domingo, día del óbolo de Pedro, tengamos especialmente presente al Papa en nuestra oración y con nuestra limosna.
