lunes, julio 26, 2010, 08:31 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 18º DEL TIEMPO ORDINARIO (1 de agosto)1ª lectura: Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23. Todo es vanidad
El autor sagrado nos presenta una visión muy realista de las cosas del mundo y de la vida. Todo tiene otro valor y otra profundidad si se considera desde una visión trascendente, superando el peligro de contemplarlas solamente en si mismas: el trabajo, la salud, la brevedad de la vida…, unas veces se consideran una desgracia, otras un don o incluso, una liberación.
Salmo 89: Escucharemos tu voz, Señor.
Todo lo que encontramos de inconsistente, vacío o inseguro en la vida puede transformarse cuando nos apoyamos en el Señor, “el Señor es mi roca, el es nuestro pueblo, el nos guía…”. Cuando escuchamos su voz y vivimos de su palabra, El nos da firmeza.
2ª Lectura: Colosenses 3, 1- 5.9-11: Buscad los bienes de arriba…revestíos del hombre nuevo.
El Bautismo nos une a Cristo y a lo largo de nuestra vida, con nuestro esfuerzo continuo y con la ayuda de la gracia de Dios, podemos verificar nuestra transformación personal, podemos ir experimentando el “es Cristo quien vive en mí”: el sufrimiento, el trabajo, el compromiso generoso, la experiencia de la vida, la profundización en la Palabra de Dios, que cada día es mas explicita y elocuente…van purificando en nosotros el hombre viejo. Cristo nos va ganando, el es la meta y la síntesis de todo.
Evangelio: Lucas 12, 13-21: Lo que has acumulado, ¿de quien será?.
Un hombre pide a Jesús que resuelva una división entre hermanos motivada por el reparto de la herencia familiar. El Señor se niega a entrar en este conflicto, posiblemente porque cree que los asuntos entre hermanos los deben resolver ellos solos, sin intermediarios, y aprovecha para instruirlos sobre el valor de las riquezas.
No es malo “tener”; es malo “tener solo para sí”.
Es malo que lo único que importe sea disfrutar solo de la vida presente, como si esta fuera un absoluto, y que, ciegos por la lógica de la ganancia, caigamos en la espiral de “atesorar codiciosamente” solo para uno mismo, no llegando a descubrir la hondura y la grandeza de la vida humana y, sobre todo, del valor y la dignidad de la vida concreta de los mas desfavorecidos. Es malo que nos encontremos tan seducidos por las riquezas que seamos incapaces de poner límite a lo superfluo y que cada día seamos más insensibles ante todos los rostros y todas las formas del sufrimiento y de la pobreza.
Dios rechaza la acumulación de bienes en beneficio propio porque es una actitud que esclaviza a la persona, aleja del amor generoso y desprendido de Dios Padre y rompe la fraternidad entre los hermanos.
Esta cuestión es de gran actualidad para quienes vivimos en una sociedad en la que acaparar, invertir y disfrutar de lo inmediato son realidades más que evidentes que determinan muchos comportamientos y decisiones.
¿Qué significa “hacerse rico ante Dios”? La parábola no se extiende en explicarlo, pero sabemos que solamente teniendo un corazón compasivo y misericordioso y una vida en coherencia con esta actitud fundamental, nos vamos asemejando a nuestro Padre Dios y a los ejemplos de vida que encontramos en Jesucristo.
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