jueves, julio 18, 2013, 09:28 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (21-07-2013)1ª Lectura. Génesis 18, 1-10ª. Señor, no pasees de largo junto a tu siervo.
Salmo 14. Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?
2ª Lectura. Colosenses 1, 24-28. El misterio que Dios ha tenido escondido lo ha revelado ahora a su pueblo santo.
Evangelio. Lucas 10, 38-42. María lo recibió en su casa. María ha escogido la mejor parte.
Escoger la mejor parte es escoger a Jesucristo y escuchar su palabra.
El Evangelio de hoy no nos plantea una disyuntiva entre la contemplación y la acción, entre la actitud de hospitalidad (tan valorada ya en todo el Antiguo testamento) y la vida de oración. Son dos dimensiones necesarias de la misma actitud de apertura, de acogida, de comunión y de respuesta al Señor. El evangelio nos plantea la prioridad de escuchar la palabra del Señor, y no se escucha solo con los oídos sino que es toda la persona quien escucha. También, para San Lucas, es muy importante que quienes escuchan y acogen sean dos mujeres, porque la invitación a ser discípulos está dirigida a todos, también a las mujeres.
En el evangelio vemos a María que sentía hambre de Jesús, de estar a sus pies, de escuchar su palabra. “Estar a sus pies” era permanecer junto a él, en su amor, y la hacía feliz; “escuchar su palabra”, acogerlo, llenarse de él y de su verdad. Es una experiencia personal que no resulta fácil de contar, sino de invitar a experimentar. Jesús es una persona, no una doctrina, que llena y transforma, a quien se prefiere y elige sobre todo, sea hombre o mujer.
La primera lectura nos muestra a Abraham, quien en la puerta de su tienda, acoge a unos caminantes. Pensó darles pan y agua, pero, sin saber cómo ni por qué, les preparó un banquete con lo mejor que tenía. Se sintió transformado por aquella presencia, era Dios quien pasaba; el fruto fue la promesa del hijo de Sara, el mejor regalo, porque le devolvía la dignidad y le abría a la esperanza.
En el salmo manifestamos nuestra preocupación: “Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?”, y el Señor, en cada eucaristía, es quien se hospeda en la nuestra para cambiarnos la vida. El salmo nos va describiendo la conducta de quien se va configurando con Cristo: el que procede honradamente y practica la justicia; el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua; el que no hace mal al prójimo, ni difama, ni desprecia al impío y honra a los que temen al Señor; el que no es usurero ni acepta sobornos…el que así obra, nunca fallará.
Escuchar la palabra para acoger al Señor. ¿Cómo la acogemos? ¿cómo nos cambia? El cristiano tiene que saber discernir entre tanto “ruido” que dispersa, embota, entretiene. La palabra de Dios no es una palabra más, unifica, ordena, centra la vida. Para escuchar hay que saber hacer silencio interior antes y con una disponibilidad total acoger a quien nos habla y lo que nos dice, con humildad, “a los pies de Jesús”.
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