domingo, agosto 12, 2012, 03:32 PM - Comentarios a las Lecturas
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (15 agosto 2012)1ª Lectura. Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6ª. 10. Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal.
Salmo 44. De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro.
2ª lectura. 1ª a los Corintios 15, 20-26. Primero Cristo como primicia; después, todos los cristianos.
Evangelio. Lucas 1, 39-56. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes.
El Papa Pio XII, mediante la Bula Munificentissimus Deus, el uno de noviembre de 1950, desde el atrio de la basílica de San Pedro en Roma, definía dogmáticamente que “la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
La Iglesia siempre lo ha creído y lo ha celebrado; se fijó el 15 de agosto. En oriente, desde el siglo IV y en occidente desde el VII. En nuestra Comunidad Valenciana tenemos las representaciones del Misterio de Elche, obra lírico-teatral del siglo XV, reconocida patrimonio de la humanidad, que basada en diversas tradiciones que proceden de relatos apócrifos, representa en latín y valenciano, la dormición, asunción y coronación de la Virgen. Las representaciones, realizadas el 14 y 15 de agosto en el templo de Santa María de Elche, valieron el que Urbano VIII, en 1632, levantara la prohibición de representaciones teatrales en templos cristiano
La Bula considera que la Asunción de María es la consecuencia y el premio a su Inmaculada Concepción, a su Maternidad Divina, a los méritos por su papel en la Pasión y en la obra de la redención. El prefacio de la santa misa dice de María que es “figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada”, en ella vemos ya el destino de la Iglesia que camina en la historia, nuestro propio destino personal y el de tantos seres queridos que ya han muerto y que sabemos que están, por los méritos de Jesucristo, con El y con la Madre María. Por eso “ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra”.Si la carne de Cristo no conoció la corrupción, ¿cómo iba a conocerla aquella que se la dio y de quien procede? “con razón no quisiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que concibió, por obra del Espíritu Santo, al autor de la vida”.
La fiesta de hoy tiene distintos nombres. La llamamos Dormición, subrayando que su muerte fue como un “sueño de amor” que diría San Juan de la Cruz; o Traslación, recordando que el cuerpo de María fue llevado al cielo por los ángeles; o Asunción, porque fue llevada, como en volandas, al lugar de la gloria; también le llamamos la Pascua de Nuestra Señora, porque pasó de manera especial Dios por su vida y pasó de este mundo al cielo. Es su glorificación, es su victoria.
En el mosaico del ábside de Santa María la Mayor de Roma contemplamos el misterio de la Asunción en tres escenas. La Virgen dormida, recostada en su lecho y revestida de púrpura, que significa la santidad recibida del Espíritu, con las tres estrellas de su triple virginidad, antes del parto, en el parto y después del parto; la rodean en contemplación los apóstoles y ella exhala su espíritu en un ambiente de paz.
La segunda escena está presidida por Cristo quien tiene en sus brazos una pequeña criatura, María, en su entrada en la gloria. Cristo, Señor de la vida, acoge a María, nueva criatura, quien le acogió a Él en su entrada en el mundo. Hoy el mundo entra en el cielo con María, como premio a cuando el cielo entró en el mundo en el nacimiento del Señor de la Virgen Maria. La tercera escena es la coronación. En un círculo de gloria, el sol y la luna, Cristo y María. Todo en María ha sido premiado y reconocido, es la exaltación de los humildes. En la coronación de María son premiadas y reconocidas todas las personas fieles, todos los seres humanos honrados y justos, todos los buenos cristianos.
Hoy es un día de alegría, de acción de gracias, de consuelo, de esperanza. María está en el cielo, ejerciendo eternamente de madre e intercesora. Que sea un estímulo para nuestra santidad personal y que nos ayude a no olvidar la dimensión sobrenatural de la vida, “aspiremos a los bienes de arriba, no a los de la tierra, donde está Cristo” También nosotros somos ciudadanos del cielo. La alegría más grande para un hijo está en contemplar el triunfo de su madre. Hoy, el reconocimiento de la grandeza de María viene por el mismo Dios.
