sábado, agosto 3, 2013, 01:07 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 18º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (4-8-2013)1ª Lectura. Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23. ¿Qué saca el hombre de todo su trabajo?
Salmo 94. Escucharemos tu voz, Señor.
2ª Lectura. Colosenses 3, 1-5, 9-11. Buscad los bienes de arriba, donde está Cristo.
Evangelio. Lucas 12, 13-21. Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Hoy el Señor nos alerta de la codicia: ”Guardaos de toda codicia”. La codicia es un interés desmedido y exclusivo por uno mismo: lo queremos todo para nosotros, todo nos parece poco y no tenemos en cuenta a los demás, ni su dignidad, ni sus necesidades, ni sus derechos.
El codicioso solamente se tiene a sí mismo y a sus bienes. Está solo, sordo y ciego. Lo pierde todo menos el dinero. El Señor ya nos dijo que no se puede servir a Dios y al dinero, son incompatibles. El dinero es absorbente y esclavizante: muy pronto nos hace perderlo todo, hasta a Dios.
La codicia desmedida puede hacer que el hombre se salga de todas las órbitas. Hacen falta muchas vidas, muchos lujos y caprichos (como vemos en casos públicos de defraudadores, corruptos o timadores)… para emplear y gastar tanto dinero. Al codicioso no le importan los demás, es insensible ante todo dolor y sufrimiento, se considera superior y con todos los derechos que niega a los otros. Robar, estafar, extorsionar…son “oportunidades, derechos, aciertos en negocios…”La amoralidad y la inmoralidad hace que todo lo justifiquen.
La codicia destruye al codicioso, con ese amor desordenado por el dinero y por las cosas, lo pierde todo y se pierde a sí mismo. Ha descuidado lo más importante, su vida, su salvación; con todos los bienes del mundo no puede prolongar ni un segundo el tiempo de su vida.
Dice Dios: “Necio, esta noche te van a exigir la vida; lo que has acumulado, ¿de quién será?“
La primera lectura nos alerta a no vivir de las vanidades del mundo: el vivir solo por el propio interés, prestigio, egoísmo o comodidad; “todo es vanidad”. Menos amar y hacer el bien, de la manera que nos pida el Señor. ¡Qué útil nos resulta esta palabra en esta cultura imperante de apariencia y de importancia al mundo de la imagen!
Pablo en la segunda lectura nos invita a “buscar los bienes de arriba” donde está Cristo, a dar muerte a lo terreno que hay en nosotros, a no engañarnos a nosotros mismos, a que nos revistamos de la nueva condición, ser como Cristo. Solamente así nos guardamos de todo tipo de codicia.
Al Papa Francisco, en las recientemente concluidas JMJ de Rio 2013, le hemos visto cercano, despojado de todo aparato, humilde y servidor, abrazando, dialogando y sintiéndose muy cerca de todos. Dirigiéndose a todas las confesiones religiosas ha dicho que no podemos estar tranquilos mientras tantos desheredados de la tierra pasen hambre. No se vive para tener, se trabaja para compartir. Vivir en coherencia con el evangelio exige servicio y entrega a la causa del hombre; renunciar a todo estilo “principesco y distinguido” impropio de Cristo. Nos ha dicho que en la entrega, servicio y honradez del hoy “nos jugamos la vida eterna”
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