sábado, septiembre 4, 2010, 10:02 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (5 de septiembre)1ª Lectura: Sabiduría 9, 13-19: ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Nosotros solos no podemos, necesitamos que el Señor nos ilumine, con la luz de su Espíritu.
Salmo 89, 3ss: Señor, tu has sido nuestro refugio
de generación en generación
2ª Lectura: De la carta de S. Pablo a Filemón 9b-10.12-17: Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano querido; el motivo para perdonar es el amor cristiano, exigencia del bautismo.
Evangelio: Lucas 14, 25-33. El que no renuncia a todos sus bienes, no pude ser discípulo mío.
Este fragmento del evangelio contiene palabras desconcertantes, que pueden parecer muy duras, que nos recuerdan que seguir a Jesucristo es una opción seria que abarca toda la existencia.
El discípulo, no es la persona que ha dejado algo, sino que se ha encontrado con alguien, y este encuentro, Jesús y su proyecto de Reino, es algo tan importante, que todo lo demás pasa a segundo término.
El Señor, en este evangelio, nos pide a sus discípulos tres opciones radicales que nos recuerdan que lo primero es Él.
La primera incide en lo mas profundo del ser humano, estar dispuestos a abandonar todas las seguridades, especialmente las que nos proporcionan los lazos familiares, para poder crear vínculos con la gran familia del Reino. Tampoco hay que vivir obsesionado por la propia vida, el propio futuro o el propio interés para no desplazar a Jesús y separarse de su camino.
En la segunda exigencia Jesús nos pide que adecuemos nuestra vida a la del Maestro; utiliza la imagen de los condenados a morir en cruz que caminaban cargando con el tronco horizontal del que serían colgados. El cristiano sabe que por su condición de discípulo puede sufrir todo tipo de contrariedades, persecuciones, marginaciones, fracasos…pero, también sabe, que si persevera, le espera la victoria final.
La tercera exigencia nos recuerda que el discípulo prefiere al Señor a cualquier cosa, y que por tanto, debe estar dispuesto a renunciar a todo lo que tiene.
Es tan serio y radical ser cristiano, que Jesús, con las dos comparaciones que nos presenta, la de la edificación de una torre y la de la guerra de un rey contra otro, nos invita a que midamos nuestras fuerzas y recursos, miremos si realmente somos capaces de vivir como Él nos propone y de darle lo que el nos pide. No se puede tomar a la ligera ser cristiano, ni hacerse una religión a la propia medida.
¿Qué seguridades dejamos para seguir a Jesús? ¿Cuál es el tesoro de mi vida? Encontrarse con Jesús y vivir en consecuencia para tener mayor esperanza y alegría
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