Blog del párroco
CONCLUYE EL AÑO SACERDOTAL 
lunes, mayo 31, 2010, 12:18 AM - Noticias
CONCLUYE EL AÑO SACERDOTAL

El Papa Benedicto XVI, con motivo del 150 aniversario de la muerte de San Juan Mª Vianney, convocó un año santo sacerdotal que terminará el 11 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

A lo largo de este año, se han escrito documentos, libros; se han dado conferencias, se han programado actividades, celebraciones de oración… para que los sacerdotes sigamos su ejemplo y para que los seglares valoren el don del sacerdocio ministerial en la Iglesia y en el mundo, y nos ayudéis a los sacerdotes a serlo de verdad, rezando, colaborando, estimando y pidiéndonos lo que realmente podemos dar, que es a Jesucristo.

¿Qué es lo que interesa e interpela del Cura de Ars? El que es un sacerdote sencillo, que vive con austeridad y pobreza, con sentido común, humano, religioso y muy apostólico. La gente iba a Ars desde muchos lugares de Francia a escuchar a aquel sacerdote que hablaba de Dios, que vivía desde Dios y que, con gran entusiasmo, lo quería trasmitir a los que acudían a él.
Vivió el sacerdocio y el sacerdocio lo configuró por completo. Hizo mucha oración; dedicó mucho tiempo a acoger a las personas, escucharles y absolverlas en la confesión; predicó con la elocuencia del que conoce y ama, lo esencial, con amor y fuerza. Creó lo que él llamaba Providencia, para atender a niños, adolescentes y pobres maltratados por la vida. Abrió a muchas vidas una puerta a la esperanza.

Los sacerdotes debemos valorar y agradecerle don del sacerdocio que recibimos en la ordenación y que nos hace instrumentos vivos de la obra salvadora de Jesucristo. Estar en el mundo, sin perder el sabor, sin dejar de iluminar…pero sin ser del mundo, sin caer en la rutina y el ansia de posesión, sin querer deslumbrar con luces que ciegan pero no iluminan y que mantienen nuestra presencia en la sociedad como un poder mas. Sacerdotes de Jesucristo.

Dice Benedicto XVI: “El sacerdote que reza mucho y bien, se expropia progresivamente de sí y se une cada vez mas a Jesús, Buen pastor y siervo de sus hermanos. En conformidad con él, también el sacerdote da su vida por las ovejas que le han sido encomendadas”. El sacerdote completa el sacrificio de la Eucaristía con el sacrificio de su vida, tiempo, ilusiones, paciencia, saber, salud…Su oración por sus feligreses, le unen a Cristo mediados ante el Padre, y su caridad real la une al Buen Pastor que provee la comida a su tiempo. Es necesaria su santidad para corroborar su apostolado.

A rezar por los sacerdotes; a colaborar con ellos; a que el Señor suscite y arrastre vocaciones en la Iglesia para que no deje de celebrarse la Eucaristía, alimento y manifestación de la Iglesia


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CARTA A LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNION 
martes, mayo 11, 2010, 03:55 PM - Noticias
CARTA A LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNION (16-mayo-2010)

Silvano Crehuet Girona
Eduardo Cubells Alfonso
Carlota Durán Duato
Pepe Maldonado de Miguel
Pilar Martínez Mompó
Alicia Pascual Miralles
Jaime Pérez de Guzmán Alonso
Pablo Pérez Hurtado
Diego Rodríguez Alfonso
Natalia Sapena Maldonado

Queridos niños:

El próximo domingo, fiesta de la Ascensión del Señor al cielo, vosotros recibiréis a Jesús por primera vez, recibiréis la primera comunión.

Hace dos años, cuando erais mucho más pequeños, os acompañaron vuestros padres a la parroquia para comenzar la catequesis.
Aquel día estabais bastante asustados porque conocíais poco a la parroquia y no os gustaba separaros de vuestros padres.

Habéis venido a catequesis todas las semanas, durante los dos cursos escolares y, con la ayuda de las catequistas y de los sacerdotes, habéis conocido más a Jesús.
Sabéis quien era su familia, cual fue su pueblo. Conocéis los consejos que daba a sus amigos para que hicieran el bien y fueran felices.
Os ha admirado saber lo que hizo con los pobres, con los enfermos, con todos los que sufren… hasta con los que ya habian perdido la vida.
Y todo lo decía y lo hacía por amor.
Pero, lo que más os ha admirado saber es, que cuando le quitaron la vida, el Padre del cielo, lo resucitó y vive. Estuvo cincuenta días encontrándose con los apóstoles y muchos otros amigos que tenía, explicándoles cosas que no entendían y terminando de organizar a la Iglesia para que siguiera haciendo lo que el había comenzado. Nosotros, por nuestro bautismo, formamos parte de su Iglesia.

Para que no nos asustáramos nos prometió que estaría siempre con nosotros. Y ha cumplido su palabra, y nos acompaña cuando nos reunimos en su nombre, cuando hacemos el bien y ayudamos a los demás…y cuando celebramos la Eucaristía. También estamos con él cuando hacemos oración.

¡Este si que fue su gran invento y su gran regalo!
Hace falta querer mucho para tener una idea así, y hace falta poder mucho, para poderla realizar.

Fue en la Cena de despedida cuando sorprendió a todos diciendo: “tomad y comed esto es mi cuerpo… tomad y bebed…esta es mi sangre” Así el Señor nos dijo que se quedaba con nosotros y que nos entregaba su vida para que podamos amar como él nos ama y estar siempre con él.
Desde entonces, los cristianos, celebramos la Eucaristía, como Jesús nos encargó, en memoria suya, y le recibimos en la comunión, y nos acompaña a cada uno y le tenemos en el sagrario para llevarlo a los enfermos. El es el mayor tesoro que tenemos los cristianos, el mayor bien que tiene la Iglesia.

Como ya sois más mayores, como le conocéis y le queréis, le vais a recibir por primera vez para que le podáis tener como el mejor amigo siempre. No le olvidéis y haced lo que habéis aprendido de él. El os ayudará mucho y os dará mucha alegría hacer el bien.

Los amigos de Jesús los domingos nos reunimos para celebrar la eucaristía;
rezamos todos los días, ponemos interés en hacer bien nuestro trabajo para servir mejor, somos cariñosos, nobles, justos.

Por ser un día tan importante, vuestros padres os han organizado una fiesta y quieren que estén junto a vosotros todas las personas que mas os quieren. La parroquia también lo celebrará, porque quiere participar de vuestra alegría y de la de vuestras familias.

Ese día, después de comulgar, rezad en primer lugar por vuestros padres, hermanos y familiares, porque el Señor atenderá especialmente todo lo que le pidáis
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Carta a los padres de los niños de primera comunión 
martes, mayo 11, 2010, 03:29 PM - Noticias
CARTA A LOS PADRES DE LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNIÓN

Estimados padres, queridas familias:

Para nosotros, sacerdotes y catequistas, ha sido una alegría acompañar a vuestros hijos y colaborar con vosotros en la preparación de su primera comunión.

Cada semana era una alegría esperarles, entrar con ellos a la capilla del Santísimo, rezar, cantar…y luego, hablarles de Jesús. Hemos rezado con ellos y hemos rezado por ellos. Les hemos querido y nos han querido.

Con su sencillez, nos han recordado el valor de lo esencial; con su afecto, nos han obligado a ser generosos; con su vitalidad, a ser rápidos, concretos y pacientes; con su espontaneidad, a ser auténticos; con su alegría, a ser creativos y a mantenernos mas vivos. Los niños siempre trasmiten energía y vida. No hay nadie que nos ayude a reconocernos a los adultos como los niños ni que nos juzguen, con justicia mas acertada. No aguantan los discursos vacíos y, a su manera, valoran la verdad, la coherencia y el verdadero amor que les tenemos los mayores.

Personalmente creo, que si les escucháis y estáis muy cerca de ellos, os pueden ayudar y enseñar mucho. Además, ellos son una gran razón para quereros y para vivir dando lo mejor de vosotros en la familia, en el trabajo, en vuestra presencia en la sociedad.
Cuando nacieron os cambiaron la vida; al crecer, os tienen que condicionar en la forma de vivirla. Ellos hacen que la tengáis siempre llena.

Entre las muchas cosas que elegisteis para ellos desde su nacimiento, una muy importante fue, el que fueran cristianos, El día de su bautismo, la Iglesia miró vuestra fe y escuchó vuestra promesa: os comprometisteis a que la luz de la fe que os entregó la Iglesia, no solo no se apagara, sino que creciera en ellos de día en día. Toda la comunidad, con vosotros, acogía a vuestros hijos y se comprometía en su educación cristiana. Lo estáis haciendo.

El día de su primera comunión, la gran razón de la fiesta es que van a recibir al Señor y esto marca el comienzo de una nueva etapa en su vida cristiana.
Que nada oculte ni oscurezca la verdadera razón de nuestra alegría.
En una celebración como ésta es muy importante la acción de gracias al Señor, la cercanía a personas conocidas que quieren a los niños y que pueden estar pasando una situación difícil por enfermedad o ancianidad y el tener algún gesto de compartir con los necesitados. La caridad educa y humaniza.

Yo hoy os pido, en nombre de vuestros hijos y del Señor a quien van a recibir, que sigáis ayudándoles.

No les privéis de la misa los domingos. Rezad con ellos. Hay niños a los que se les niega la posibilidad de vivir como cristianos porque se les aísla de la Iglesia y de todo lo que les pueda ayudar a vivir cerca de Jesucristo.
Dadles muy buen ejemplo. Libradles de ambientes de discusiones y tensiones; los niños sufren mucho.

Pedid la asignatura de religión en la escuela y valorad el que continúen su formación en la parroquia o en otras instituciones. La mejor herencia que les podéis legar es que vivan cristianamente. Jesús les dará auténticos valores desde los que edificar su personalidad, mucha fortaleza en las dificultades, el gozo de su perdón y la promesa de la salvación para siempre.

Cuidad el ambiente en el que se mueven, e interesaos por todo lo que reciban. Es triste y lamentable poder llegar a la situación de no reconocer a los propios hijos.

Felicidades y enhorabuena.
Jesús, a través del corazón de vuestros hijos, quiere entrar en vuestras personas, hogares y familias. No le cerréis ninguna puerta. El viene a hacerlo todo nuevo, trae siempre el don de su paz y el que crezcamos en el verdadero amor.

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Celebración comunitaria de la Unción de Enfermos 
jueves, abril 29, 2010, 12:26 AM - Noticias
UNCIÓN DE ENFERMOS
Celebración: -día: jueves 29 de abril
-hora: preparación a las 12.
Santa misa y administración del sacramento 12’30.

Es uno de los siete sacramentos instituidos por Jesucristo.
Ya está esbozado en Marcos 6,13: “ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.
Es recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago (5, 14-15): “¿Está enfermo alguno de vosotros?, llame a los presbíteros de la Iglesia, oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor; y la oración de fe salvará al enfermo y el Señor lo aliviará y los pecados que hubiese cometido le serán perdonados”.
La Iglesia siempre la ha celebrado y administrado.
El concilio de Florencia dice. “Se concede la gracia del Espíritu Santo, cuya unción limpia los pecados y las reliquias del pecado, alivia y conforta el alma del enfermo suscitando en él una gran confianza en la misericordia divina, con lo que el enfermo sobrelleva mejor su sufrimiento y resiste mas fácilmente a las tentaciones del demonio y consigue la salud del cuerpo si fuera conveniente a la salud del alma”.
El Vaticano II le da el nombre de Unción de enfermos (no extremaunción) y enseña que se puede recibir en la última etapa de la vida, cuando se es mayor. Dice: “Toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Señor paciente y glorioso, para que los alivie y los salve, y los exhorta a que, asociándose voluntariamente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyan así al bien de todo el Pueblo de Dios”.
La materia es aceite de oliva consagrado en la Misa crismal.
El ministro, el sacerdote.
Lo pueden recibir los enfermos (se puede volver a recibir si se agrava la enfermedad), las personas mayores y quienes vayan a someterse a una operación que pueda suponer un grave riesgo para la vida. También se le puede administrar a un enfermo que no tiene en uso los sentidos si se presume que, como creyente, la hubiese pedido. Nunca a quien se sabe que la hubiera rechazado. A los difuntos no se les puede administrar, porque los sacramentos son para los vivos. Ante los difuntos se reza para que el Señor, con su misericordia los perdone y salve. Si no se tuviese certeza sobre el fallecimiento se puede la Iglesia permite practicarlo “sub conditione”.
La forma es:”Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. R. Amén (se unge la frente).Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. R. Amén (se ungen las palmas de las manos)”.

Dentro de la celebración de la eucaristía se administra después de la homilía según el siguiente orden:
-Preces e imposición de manos.
-Oración de acción de gracias sobre el óleo
-Unción
-Oración sobre el enfermo:
Te rogamos, Redentor nuestro,
que por la gracia del Espíritu Santo,
cures el dolor de los ancianos y enfermos,
sanes sus heridas,
perdones sus pecados,
ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma,
sientan en su soledad el calor de tu presencia
y les des la salud espiritual y corporal,
para que restablecidos por tu misericordia
permanezcan en la fe y en la esperanza
y manifiesten a todos el consuelo de tu amor.

Como todos los sacramentos, es una gracia extraordinaria de Dios para acrecentar nuestra esperanza






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Carta a los jovenes que vais a recibir la confirmación 
miércoles, abril 14, 2010, 12:24 AM - Noticias
CARTA A LOS JOVENES QUE VAIS A CONFIRMAROS.


Queridos jóvenes:
Con la confirmación vais a completar la “iniciación cristiana” que empezó con el bautismo y que pidieron vuestros padres a los pocos días de nacer.
El Espíritu Santo, amor personal de Dios, viene a confirmar vuestra fe, a llenaros de su amor, de su fuerza, de su vida.
Os quiere regalar sus dones: sabiduría para llegar al corazón de las situaciones, entendimiento para comprender y discernir, consejo para que sepáis acompañar y consolar, fortaleza para que perseveréis en las situaciones difíciles sin rendiros ni desfallecer, ciencia para profundizar en el conocimiento de Dios y de su voluntad, piedad para disfrutar en la oración y sentir a Dios mas cerca y temor de Dios para crecer en el respeto y el cuidado para ser fieles y no poner en peligro la fe, don tan valioso.
Todos necesitamos de este don que nos enriquece, fortalece y capacita. No son solo palabras. Por eso, tenéis que acogerlo, para que dé, a través de vosotros, muchos frutos.
Es un don que recibís en la Iglesia y, con vosotros, toda la comunidad eclesial.

Dicen que ha disminuido mucho el número de jóvenes que se confirman; dejaron de rezar, de ir a misa, de recibir el sacramento de la penitencia; así, poco a poco, han perdido el sentido religioso y Dios ha llegado a ser el gran desconocido; también ha influido la falta de interés y de compromiso en la asistencia a las catequesis. Vosotros sabéis, mejor que nadie, lo difícil que resulta manteneros en una actividad si no os interesa. Es posible que también haya influido el que no os hayamos presentado la confirmación como un encuentro personal con Jesucristo que viene a acompañaros, a aumentar vuestra capacidad y disposición para amar y hacer el bien; para que viváis “ a su aire” y no vayáis solo “a la vuestra”, sin rumbo ni sentido.
Quien conoce a Jesucristo y ha descubierto de verdad “el tesoro”, ya no le quiere perder.

El gran protagonista en la confirmación es el Señor, que os da su Espíritu. El os da su Aliento divino, vosotros solamente sois la vela que se deja llevar por el mar de la vida hacia los puertos que él os conduce.
Los confirmandos tenéis que desearla con interés y alegría; no vale el “me obligan mis padres”. Así, nadie llegará a encontrar y a conservar un gran amigo. Y vivid, en consecuencia, con el don recibido.
Vuestros padres también son muy importantes. Pidieron a la Iglesia el bautismo para vosotros y se comprometieron a educaros cristianamente. Os han procurado dar buen ejemplo y os han empujado muchas veces para muchas cosas: desde vuestro primer día de colegio hasta el inscribiros en la confirmación. Agradecerles su interés. Sin ellos, habríais perdido cosas valiosas.
La parroquia con sus sacerdotes y catequistas, todos, cada uno en su sitio y en su momento han sido mediaciones muy oportunas de Dios.
Dad gracias también a vuestros padrinos. Ellos os acompañan y sostienen con su oración, consejo y testimonio.

Vivid con alegría este día. No dejéis que se apague nunca en vuestra vida la llama de la fe: se alimenta con la oración, con el trabajo bien hecho y, sobre todo, con la caridad. El Espíritu Santo es un don para vosotros, y vosotros sois un don y un motivo de esperanza para nuestra comunidad cristiana.


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