sábado, septiembre 24, 2011, 04:20 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO (25 de septiembre)1ª Lectura. Ezequiel 18, 25-28.Cuando el malvado se convierta de su maldad salvará su vida.
Salmo 24.Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
2ª Lectura. Filipenses 2, 1-11. Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús, la unidad y el amor fraterno, buscando siempre el bien de los demás.
Evangelio. Mateo 21, 28-32. Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios.
Es cristiano quien se compromete con Jesucristo con su vida y le quiere imitar y seguir en todo. Y esto, no de palabra, con propósitos…sino con obras y de verdad.
Las palabras del evangelio hoy son muy claras. El Señor comprende que dudemos, nos cueste…pero espera que finalmente vayamos a trabajar a su viña. No comprende que nos quedemos solamente en buenas palabras, que no salgamos de nosotros mismos y que nuestra vida no cambie desde el evangelio.
Los publicanos y las prostitutas no conocieron a Dios en la primera hora de sus vidas, pero cuando se encontraron con él, experimentaron un amor tan grande, que lo dejaron todo y vivieron desde Jesús y su evangelio. Tenemos muchos ejemplos: Zaqueo, la Samaritana, María Magdalena, Nicodemo…al sentirse mirados y queridos por Jesús, cambiaron y vivieron la experiencia de perdón de Dios. A otros, como al joven rico, les costó dejar, quisieron vivir simultáneamente dos amores y equiparar a Dios con otros bienes menores. No se puede servir a Dios y a otros señores. Los fariseos se entretuvieron demasiado en sus propios razonamientos, se creyeron justificados con sus doctrinas y devociones, y fueron incapaces de cambiar el corazón y empezar una nueva vida según Jesucristo.
Este pasaje nos dice que cualquier hora puede ser la de Dios: siempre hay tiempo para echarse en los brazos de Dios. También nos alerta del peligro de juzgar y descalificar a los demás; nosotros no sabemos de sus luchas y de su entrega. Pero, sobre todo, nos pone ante Dios y ante nosotros mismos, para que no nos entretengamos con nuestras teorías y razonamientos, sino que pasemos a la verdad de la vida. Miremos el ejemplo de Cristo, la Verdadera Palabra del Padre: por amor, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo llegando hasta la muerte de cruz.
Cambiar el corazón y la vida. Dejar de lado la palabrería inútil. Evitar la autosuficiencia de juzgar a los demás. Tener el valor, la libertad y el amor de llegar a la entrega. Eso es lo que hizo Jesucristo y lo que espera de los que le seguimos. Que el Señor nos ayude a vivir la alegría de una entrega auténtica para invitar a otros hermanos, que han podido perder la ilusión y la esperanza, a encontrarse con Jesucristo.
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