Blog del párroco
Recuerdos sobre el Rvdo.D. Feliciano Muñoz Aguar, escritos con mucho cariño por sus sobrinos 
domingo, octubre 23, 2011, 05:19 PM - Otros
NOS DEJÓ UN SACERDOTE MISIONERO

A finales de agosto murió el sacerdote misionero de Aguatón (Teruel), Feliciano Muñoz Aguar.

Nació en agosto de 1927. Feliciano era el quinto de ocho hermanos. Su madre falleció cuando sólo tenía ocho años. Tres de sus hermanas murieron con temprana edad y su único hermano, el mayor de todos, Ildefonso, murió durante la guerra civil, en los inicios del asedio a su pueblo, Aguatón, en 1937. Durante la contienda vivió en Tornos.

Era el único varón que quedaba y estaba destinado a aprender a llevar la hacienda y a ayudar a su padre. Sus hermanas, Luisa, Rosalina y Concepción cuentan con risas que se llevaba un libro cuando su padre lo mandaba al campo a apacentar las ovejas y, cuando llegaba el calor y ellas volvían a casa con el perro, Feliciano se sentaba a leer y se olvidaba del mandato de su padre. Creen que nunca estuvo entre sus intereses dedicarse a trabajar en el campo.

De carácter independiente y ‘rebelde’, pronto aumentó su interés por los libros. Su padre, pensando en su formación cultural, decidió que fuera a un Colegio de frailes a Alagón (Zaragoza) pero a su padre no le hacía ninguna gracia que pudiera llegar a ser fraile. Decidió cambiarlo al Seminario Menor de Albarracín, cuando contaba nueve años. Su compañero y amigo Ángel Aguirre cuenta que se reían de él cuando llegó a Albarracín por el hábito que llevaba, diferente al que vestían ellos. El tío nos explicaba que en su adolescencia tuvo conciencia de hacer algo bueno, de cambiar su actitud rebelde por algo más constructivo y “dejar de hacer rabiar a todos”.

Continuó los estudios eclesiásticos en Barcelona, ordenándose allí mismo junto a 5 turolenses más el 31 de mayo de 1952 en el estadio de Montjuic con ocasión del Congreso Eucarístico. En la ceremonia estuvieron presentes su padre y su hermana mayor, Luisa. Una buena mujer, Teresa, le lavó la ropa en la ciudad condal mientras duraron sus estudios, según la costumbre de la época.

Ya sacerdote, se hizo socio de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, intrínsecamente unida a la prelatura del Opus Dei. Esto comporta algunas condiciones: amor a la diócesis y unión con todos los miembros del presbiterio diocesano; obediencia y veneración al propio obispo; piedad, estudio de la ciencia sagrada, celo por las almas y espíritu de sacrificio; esfuerzo en promover vocaciones y afán por cumplir con la máxima perfección los encargos ministeriales.

Su primer destino eclesiástico en Teruel fue Campos y Cirugeda, al que siguieron Argente, Alcaine y Puertomingalvo, acompañado por su hermana Concepción.

Cuando falleció su padre, en 1958, decidió irse de misiones. Cruzó el Atlántico con destino a los Andes peruanos, “con sus indios”, como decía él. Junto a 5 sacerdotes más se unió a una primera avanzadilla de 6 sacerdotes y el que fue su obispo -el médico y doctor en teología bilbaíno Ignacio Orbegozo- a la prelatura o diócesis de Yauyos, encomendada al Opus Dei. Su vecino era Jesusmari, el navarro de Pitillas. Anduvo por las provincias de Yauyos, Huarochirí y Cañete, desempeñando su ministerio en Langa, Yauyos, Eten y Urrunaga. Estaban en plena cordillera de los Andes, a más de 4.000 m de altura con una abrupta orografía y difíciles caminos.

Fueron años duros para toda la familia, que recibía largas cartas en papel transparente, el que se usaba para envíos por avión. Eran cartas “especiales”, que hablaban de un mundo muy lejano en aquel entonces. Sus sobrinos disfrutábamos de leer y contestar al tío, contándole nuestras pequeñas cosas. Feliciano vino en mayo de 1967 para reunirse de nuevo con su familia y amigos y conocer a sus tres sobrinos más pequeños (aún faltaba uno por llegar) así como para “llevarse” nuevos misioneros y recaudar fondos de Suiza y Alemania para sus proyectos en Perú.

Feliciano pasó una cuarta parte de su vida en Perú propiciando la creación de escuelas para niños, talleres para jóvenes, sobretodo de confección y artesanía, y dedicándose a su ministerio sacerdotal, acercando el cristianismo católico a aquellos lejanos lugares. Él siempre destacó la labor de las mujeres en aquellas tierras, que eran las verdaderas fuentes de riqueza y cohesión social; de los hombres destacaba individuos, nunca el colectivo. Los últimos 6 años los pasó al norte del país, en Chiclayo, en ciudad Eten, y su labor fue más bien de coordinar esfuerzos en la parroquia.

Volvió a Europa en mayo de 1977, con la salud un tanto mermada, con el objetivo de recaudar fondos, especialmente de Suiza a través de la Ligue Suisse de Femmes Catholiques y de Alemania (parece ser que con provecho), y en busca de un sacerdote que lo acompañase pero no logró su objetivo. No se vio con suficientes fuerzas para volver de nuevo a cruzar el charco y pasado el verano decidió quedarse en España.

Desde pequeño había sido muy friolero y después de su larga estancia en Perú más. Cuando hacía su cama siempre ponía el doble de ropa de la mitad hacia la cabecera, y era habitual verlo en verano con jersey entre personas con manga corta. Así que, cómo le temía al frío de Teruel, solicitó incorporarse a la diócesis de Valencia. Estuvo en Puçol, Riola, Castelló de Rugat, Gátova, y Quart y Benifairó de les Valls hasta su jubilación en 1995 que quedó adscrito a la parroquia de Ntra. Sra. del Remedio de Valencia, donde ha permanecido hasta su fallecimiento.

En 1990, Samuel Valero preparó el libro “Yauyos: una aventura en los Andes peruanos”. Sirvió para que Feliciano reviviera aquellos años e hiciera aportaciones con sus recuerdos. Podemos comprender como fue su viaje de destino (un capítulo lo narra con gran maestría) hacia Lima a mediados de 1958, su aclimatación a la gente y su trabajo. Nos encantó leer sobre el día mensual que Orbegozo dedicaba a su equipo, a la labor de hacer posible el estar juntos ellos que trabajaban tan alejados físicamente como intensamente unidos por la fe y por su misión, en medio de tanta grandeza natural por la escarpada orografía y los tres ríos que la limitaban, con dimensiones casi imposibles. Se reunían los del norte en Ricardo Palma, cerca de Lima, y los del sur en Yauyos, hacia la zona de Cañete. En las pág. 94 y 95 leemos una gran aventura de Feliciano un día que para llegar a la casa de encuentro tuvo que hacer su travesía de 15 horas: primero caminando y después en mula, pero al llegar al pueblo se enteró que el ómnibus no había podido circular por las lluvias del día anterior, y con sus alforjas al hombro siguió camino hasta llegar a 8 km de Lima y con un cambio de buses llegó a su destino. Cuando llegó a la reunión desde su casa en Langa a 75 km, extenuado pero feliz, Orbegozo le requiebra con este dialogo:
O.- ¡Flojonazo! Por unos quilómetros has renunciado a completar una caminata que ya tenías superada. ¡No tienes madera de deportista!
F.- Usted sabe que no la tengo – contestó Feliciano-. Y todos soltaron una carcajada.
Los sacerdotes tenían un compromiso: seguir en el Perú hasta que los relevaran sacerdotes peruanos. De aquellas sierras bajaron los que habían de ser los primeros sacerdotes católicos nacidos en la Prelatura. El 25 de junio de 1978 se vivió una fiesta muy grande en Cañete. Cuatro seminaristas recibieron el orden del presbiterado y tres el del diaconado. Eran los primeros sacerdotes formados en el Seminario Mayor de la Prelatura de Yauyos. Eran los primeros frutos de una labor que se había iniciado un año antes de que Feliciano llegara a Perú. Desde que volvió a España, el tío hacía una aportación económica cada año para contribuir al sustento y formación de aquellos seminaristas menores.
En el portal de Ciudad Eten http://ciudadeten.blogspot.com cuentan que Feliciano “se ganó la confianza de la juventud, concientizó a la gente en el fervor religioso y no se aprovechó de la gente; sacerdote sencillo, gestionó la renovación de la antigua iglesia con el aporte suizo”.
Por decisión personal quiso ser enterrado en Aguatón, en compañía de los suyos. A la misa funeral, presidida por el obispo de Teruel, acudieron una treintena de sacerdotes colegas de Teruel y de Valencia. La pequeña iglesia de Aguatón estaba totalmente llena de personas que quisieron dar el último adiós a un sacerdote y misionero ejemplar, bueno y tremendamente sencillo.

“Puedes llorar porque se ha ido
o puedes sonreír porque ha vivido;
puedes cerrar los ojos y rezar
para que vuelva o puedes abrirlos
y ver todo lo que ha dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no lo puedes ver
o puede estar lleno
del amor que compartisteis.
Puedes llorar, cerrar tu mente,
sentir el vacío o dar la espalda
o puedes hacer lo que a él le gustaría:
Sonreir, abrir los ojos, amar y seguir”.

(Popular escocés)
Tus sobrinos

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FOTOS



























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Evangelizar el misión de toda la Iglesia (23 de octubre) 
domingo, octubre 23, 2011, 09:52 AM - Otros
LA EVANGELIZACIÓN ES MISION DE TODO LA IGLESIA

Cada Familia, Iglesia doméstica, tiene que vivir la fe y trasmitirla a sus miembros. Igual que se tiene interés que el niño conozca las costumbres y otras peculiaridades de da familia, amén de propiedades y negocios…debe conocer como un tesoro y acoger como propia, la fe de sus padres. Hoy los niños están especialmente abandonados en su formación religiosa. En sus casas se conservan pocos o ningunos signos religiosos reconocidos con cariño y devoción. En las escuelas, el laicismo, ya es una opción de ateísmo. A muchos niños se les condena a no creer, a no conocer a Dios.

Tampoco se estila lo que antiguamente era enseñar una buena educación; que el lugar sea estar en un parque, en la sala de espera de un médico, en el patio de recreo o en la Iglesia…condicionaba la forma de asistir vestidos. Chicles, caramelos, rosquilletas… ¡tan poco respeto se merece una celebración y una personas! La Iglesia no es un lugar más y asistir a una celebración no es cualquier cosa

El vestido siempre ha sido un lenguaje que expresa el respeto ante la celebración a la que se asiste y el lugar en el que se celebra . No es lo mismo asistir a una cena de gala que a una misa.

A los niños hay que hacerles la señal de la cruz antes de dormir; rezar ante ellos el “Padrenuestro” la oración de Jesús, para que la sepan cuando aprendan a hablar como formando parte de é; niño tiene que familiarizarse con su parroquia, conocer sus sacerdotes, visitar la pila bautismal donde nació a la vida cristiana, visitar el sagrario donde le espera Jesús. Asistir a la eucaristía dominical con sus padres es la mejor catequesis de la familia, preparándolos previamente a lo que van a hacer y teniendo algún gesto de compromiso posterior (ver un enfermo, aportar a alguna necesidad, hacer algún trabajo que costaba…)

La ensellanza de la religión en la escuela instruye y trasmite conocimiento; la catequesis introduce en la vida de oración, vincula la fe con la vida, enseña términos de la fe…paro quien educa es la familia. En otras aéreas pueden suplir otras instituciones, en esta no. La familia hace o no hace su papel.

Tampoco tenemos conciencia de nuestra necesidad de formación religiosa. Pensamos que nuestra opinión personal es dogma y la utilizamos, muchas veces para nuestro interés
; Incluso las discusiones de tema religioso suelen desarrollarse en un ambienta muy banal. Tenemos necesidad de formación: el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio, el Youcat, que utiliza nuestro mismo lenguaje. Necesitamos estar preparados para conocer la belleza de nuestra fe y poder dar a otra razón de nuestra esperanza.

“Así os envío yo”(Juan 20,21).la iglesia necesita el testimonio de los creyentes.


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DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO 
sábado, octubre 22, 2011, 11:38 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO (23de octubre)

1ª Lectura. Éxodo 22, 21-27. Si explotáis a viudas y huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros.

Salmo 17. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.

2ª Lectura. Primera a Tesalonicenses 1, 5c-10. Abandonasteis los ídolos para servir a Dios y esperar a su Hijo.

Evangelio. Mateo 22, 34-40. Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo

Vuelven los fariseos a querer poner a prueba a Jesús, ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? Aunque Israel tenía muchos preceptos y las distintas escuelas tenían sus prioridades, responder a esta pregunta era fácil para un hombre religioso y conocedor de la ley, ya que todo judío, cuando recitaba tres veces al día el Shemá Israel, afirmaba la unicidad y soberanía de Dios, el deber de amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.

Jesús confirma y completa esta doctrina con el amor al prójimo, complemento del amor de Dios, ya que quien ama al prójimo, ama lo mismo que Dios ama
.
Lo primero es el amor de Dios con la totalidad del corazón. ¡Qué fácil nos resulta reducirlo solo a palabras, no buscarlo con la inteligencia, no preferirlo con el corazón y no servirlo con la vida! El pasado domingo escuchábamos “dar a Dios lo que es de Dios”. ¿Qué damos a Dios?

El amor a Dios y al prójimo se han comparado a una semilla que cae en la tierra de nuestro corazón: el amor a Dios son las raíces y el amor al prójimo el tallo, las flores y los frutos. Si la raíz es profunda, abundante, sana…el tallo es vigoroso y los frutos buenos y abundantes. Cuando no hay frutos, ¿qué utilidad tiene la raíz? La fecundidad del amor a Dios se nota en los buenos frutos que damos en todas las dimensiones de la vida, especialmente en la relación con los hermanos. Necesitamos profundizar en la vida de oración para que el Señor nos dé una mirada diferente para verlo todo como lo ve él, y fuerza y generosidad para vivir en coherencia con la fe. No puede haber dualidad entre vida de oración y vida de entrega: cada una se expresa y lleva a la otra. En la primera lectura ya encontramos unos preceptos que nos urgen a una gran solicitud por los pobres, el forastero, el huérfano, la viuda…porque su grito siempre llega a los oídos y al corazón de Dios: “si grita a mí yo lo escucharé, porque yo soy compasivo”.

Además, ¿a qué queda reducida la vida sin amor? La verdad de la vida está en el amor eficaz que nos libra de todos los males que nos empequeñecen: la codicia, la insolidaridad, la dureza de corazón, el egocentrismo, la crueldad…El que ama de verdad desarrolla todo lo mejor de sí mismo. Muchos santos, que han sido especialmente ejemplares por la práctica de la misericordia, han encontrado en su entrega y servicio a los ancianos, enfermos, niños abandonados, pobres…la vía de profundización personal en el misterio insondable de Dios. Teresa de Calcuta decía que las horas que pasaba de adoración ante la Eucaristía la capacitaban para contemplar el rostro de Jesús y servirlo en los hermanos necesitados. Lo único prioritario es todo lo que brota del verdadero amor.

Este domingo celebramos el día del DOMUND, el domingo mundial de la propagación de la fe. Es jornada de mirar con un cariño y una valoración especial a los misioneros sacerdotes, religiosos y laicos; rezar por ellos, valorar su ministerio, ayudarles económicamente.
Este año el lema es “así os envío yo” (Juan 20,21). Toda la Iglesia es misionera, la expresión de la fe es la misión. Cuando nos sentimos cautivados realmente por alguien nos cambia la vida y tenemos necesidad de compartirlo; lo mismo pasa con Jesucristo y la vida de fe. Si la fe es amar, ¿cómo no vamos a mostrar a los demás a quien ha cambiado nuestra vida? ¿Cómo vamos a vivir disimulando u ocultando la auténtica razón que nos sostiene?.

Los misioneros trabajan en lugares de primera evangelización. Nosotros lo estamos haciendo en antiguas comunidades cristianas que viven el desierto y el invierno de una radical descristianización en costumbres morales, en cultura, en creencias…con actitudes, muchas veces, contrarias e irreverentes ante la Iglesia institución y todos sus miembros.

Muchos sectores de esta sociedad, descristianizados en su fe y práctica religiosa y en sus comportamientos, mantienen algunas prácticas sacramentales, por motivos sociales, sin que sean ocasión de una nueva evangelización, poniendo a las parroquias que las celebran, en peligro de administrar los sacramentos de manera superficial y folclórica, como si no creyéramos realmente en lo que celebramos. Esta situación produce desánimo y tristeza en los sacerdotes, extrañeza en los cristianos mas formados y a veces escándalo.

Necesitamos entregarnos seriamente a una nueva evangelización, como nos urgía el beato Juan Pablo II, con un vigor más vibrante, con unos métodos más pedagógicos, con una santidad de vida más radiante. Es urgente cuidar la formación de los niños, desde el despertar religioso, tanto en las familias, en la parroquia y en la escuela. Por desgracia, hasta los niños de familias practicantes, no saben entrar en una iglesia ni entender los lugares y signos religiosos que en ella encuentran. La pérdida del sentido del domingo y de la práctica de la misa dominical ha supuesto el comienzo de la pérdida de la fe y del sentido de iglesia, conformándose con un vago sentimiento religioso que tranquiliza pero que no compromete a nada y termina desapareciendo. Es necesario amar la parroquia, frecuentarla, que sea “la otra casa” donde me encuentra apoyado en la oración y compañía en mis situaciones difíciles. Las iglesias no son “lugares comerciales” donde acudo si me interesa el producto, si el horario me resulta cómodo y donde no me conocen para que no me impliquen. Es el hogar donde te encuentras con los tuyos, tienes tu sitio, siempre te aportan y siempre te enriqueces.

La encarnación de Jesús en el seno de Mará fue la llegada a una hogar en el que empezando por los más humildes no quiso que se perdiera nadie.


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DOMINGO 29º DEL TIEMPO ORDINARIO 
viernes, octubre 14, 2011, 07:43 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO (16 de octubre)

1ª Lectura. Isaías 45, 1.4-6. Dios escoge sus instrumentos de salvación donde quiere. Elige a Ciro, rey persa, para salvar a su pueblo del desierto, donde le había llevado su pecado.

Salmo 95. Aclamad la gloria y el poder del Señor.

2ª Lectura. 1ª a los Tesalonicenses 1, 1-5b. Pablo da algunas características de la comunidad: han sido elegidos, tienen el Espíritu Santo y están cimentados en la esperanza, porque han sabido soportar los sufrimientos.

Evangelio. Mateo 22, 15-21. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Siempre hemos tenido la tentación de engañar al Señor, de cambiar el contenido o el sentido de lo que dice, de poner excusas, acudir a él con doblez de corazón.

Los fariseos del evangelio, con unas palabras de adulación, a las que Jesús no sucumbe y, que muy a pesar de ellos son verdad, (“maestro, sabemos que eres sincero y enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, porque…no te fijas en apariencias” ni eres esclavo de respetos humanos…), le quieren tender una trampa. Quieren acusarlo de blasfemo, si acepta la autoridad del divino emperador, o de revolucionario, si no reconoce el derecho del emperador a cobrar impuestos. Luego, al final, falsamente, lo acusarán y lo condenarán de blasfemo y amotinador.

Jesús, sin disimulos ni enredos, muestra toda su sabiduría y autoridad, procurando la gloria de Dios, que se identifica con la verdad sobre el hombre y sobre la vida: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La autoridad humana no se opone a Dios; toda autoridad viene de Dios y el que no obedece a la autoridad, desobedece a Dios (Romanos 13, 1.2); pero de las palabras de Jesús también se desprende que debemos relativizar y cuestionar toda autoridad humana cuando se opone a la ley de Dios y a la dignidad del hombre. “Hay que servir a Dios antes que a los hombres”. La objeción de conciencia siempre ha sido la postura del creyente ante toda norma injusta o contraria a la ley de Dios.

Pero el principio que Jesús hoy proclama es que “hay que dar a Dios lo que es de Dios”. Y todo es de Dios. No se puede comparar a Dios con ningún poder o autoridad de este mundo. Dios es Creador y Padre y obra por amor, dándonoslo todo de Él. La postura del hombre es corresponderle con gratitud y amor. La autoridad de Dios nos libera de todas las tiranías humanas, de los señoríos que nos esclavizan, de los ídolos que nos fabrican o que podemos construirnos nosotros; solamente El es nuestro Señor, un Señor que reina desde la cruz, que perdona y que da vida.
“Hay que dar a Dios lo que es de Dios”. No cualquier cosa, “lo que es de Dios”. Y la gloria de Dios es la dignidad del hombre. Debemos comprometernos seriamente con la obra de Dios, su proyecto de Reino, la Iglesia, como comunidad que hace presente al Señor; la atención, defensa y servicio a los pobres, su pasión y su tesoro.

La palabra de Dios siempre es liberadora; al proclamar la primacía de Dios, no excluye el valor de nada de lo creado, sino que reconoce y defiende en su justa medida el valor de todo, empezando siempre por el ser humano, su imagen y semejanza.



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DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO 9 de octrubre) 
viernes, octubre 7, 2011, 12:36 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (9 de octubre)

1ª Lectura. Isaías 25, 6-10ª. El Señor preparará un festín, enjugará las lágrimas de todos los rostros y quitará todos los signos de duelo (velo, lágrimas, muerte); dará a todos la alegría del festín y la salvación que esperan

Salmo 22. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.

Filipenses 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta. El apóstol dice que está acostumbrado a vivir con privaciones y en la abundancia, pero que es bueno para la comunidad que le ayude. Al final, a cada uno, Dios pagará.

Evangelio. Mateo 22, 1-14. A todos los que encontréis convidadlos a la boda.

Después de las parábolas de la viña, hoy el Señor nos habla de la parábola de la invitación de un rey al banquete de boda de su hijo. El tema del banquete de bodas, como nos narra la primera lectura, trata de la salvación que Dios nos ofrece al final de los tiempos: desaparición de todos los signos de sufrimiento y fiesta, celebración a la que somos gratuitamente invitados.

Esta parábola va dirigida a un pueblo que, habiendo sido elegido, cuidado y conducido con un amor generoso y gratuito por parte de Dios, rechaza a Jesucristo y su mensaje. Los pobres, los extranjeros, los que proceden de un mundo sin experiencia religiosa, se abren con mejor disposición a recibir a Jesucristo y su evangelio. Invitación reiterada, rechazo y excusas, nueva invitación a los que están en “cruces de caminos”, a los de fuera.

Esta trágica historia puede repetirse. Los “viejos cristianos”, las antiguas comunidades, los primeros países cristianizados, la vieja Europa…pueden ver la fe como una carga; las celebraciones como ritos a los que se asiste por costumbre, como una carga social, regateando el tiempo, sin espíritu de participar, sin “entrar ni vivir” la celebración, sin que suponga nada para el propio comportamiento personal, sin descubrir la diferencia que hay entre un grupo de adeptos o socios y una comunidad de hermanos.

Las nuevas comunidades de países de misión ven el evangelio como una noticia de libertad, plenitud, gracia. La celebración de la fe, de la salvación que acontece en los sacramentos, es realmente motivo de fiesta y de alegría. La experiencia de sentirse amados y perdonados cambia su vida. Siempre nos han evangelizado los pobres. A la sabiduría del evangelio solamente se llega con un corazón sencillo. Hay una gran distancia entre un rey que invita generosamente al banquete de bodas se su hijo, tratándonos como miembros de su familia y amigos, y nosotros, que no somos nada; el espíritu de gratitud es el principio para poder responder a la invitación de Dios.

Pero hay que asistir con el traje de bodas. El Señor ya sabe que accedemos desde los “cruces de caminos de la vida”, pero solamente podemos sentarnos a su mesa cuando vamos revestidos de caridad, sencillez, compromiso con el sufrimiento del hermano, espíritu de justicia... tenemos que ser uno de los suyos con nuestra manera de ser y de vivir. Sin el traje de bodas seremos excluidos del banquete.

Hemos llegado masivamente a la celebración-compromiso social. Ya no se celebra la fe que profesamos y se nota en la pérdida del sentido religioso con el que se participa o asiste, en la desvinculación total con la vida, en la forma irreverente e inmoral de vestir. Aburrimiento, rutina, ausencia…¡Qué lejos queda, de la alegría experimentada en una fiesta de hermanos, que celebran el don que son sus padres para ellos! Hay que cuidar una catequesis, seria, testimonial, donde se impliquen los laicos y tomen conciencia de la necesidad que tiene la Iglesia de ellos.
El Seños es generoso en los dones que reparte, en la invitación tan universal que llega a todos, pero es exigente en el traje con el que se participa. Para asistir hay que ser y vivir a la manera de Cristo, y en esto, no hay rebajas ni reduccionismos, por la pasión que pone el rey en la exclusión.

La dificultad es posible vencerla porque, como nos dice Pablo, “todo lo puedo en aquel que me conforta.

El mismo 9 de octubre, DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL ANIVERSARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE LA S.I.CATEDRAL BASÍLICA METROPILITANA DE VALENCIA. A partir de este día vuelve a instaurarse el culto cristiano, acontecimiento que marca el comienzo de una nueva etapa en la vida de la comunidad cristiana de Valencia; por eso es un día de acción de gracias para la Iglesia particular de Valencia.
También es el día de Sant Donís, santo que la Iglesia celebraba ese día, y los matrimonios y parejas lo festejan regalando el hombre a la esposa, un pañuelo con dulces de mazapán en forma de frutos que se llama “mocaorá”. Se eligió este día como Día de la Comunidad autónoma y se celebran actos institucionales y otros que expresan y favorecen el ser una comunidad autónoma. In la parroquia tenemos in casi insigne relicario de San Donís, propiedad de una famiia particular, a quien podemos venerar: es abogado de las enfermedades de la cabeza. Él fue decapitado.

DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (9 de octubre)
1ª Lectura. Isaías 25, 6-10ª. El Señor preparará un festín, enjugará las lágrimas de todos los rostros y quitará todos los signos de duelo (velo, lágrimas, muerte); dará a todos la alegría del festín y la salvación que esperan
Salmo 22. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
Filipenses 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta. El apóstol dice que está acostumbrado a vivir con privaciones y en la abundancia, pero que es bueno para la comunidad que le ayude. Al final, a cada uno, Dios pagará.
Evangelio. Mateo 22, 1-14. A todos los que encontréis convidadlos a la boda.
Después de las parábolas de la viña, hoy el Señor nos habla de la parábola de la invitación de un rey al banquete de boda de su hijo. El tema del banquete de bodas, como nos narra la primera lectura, trata de la salvación que Dios nos ofrece al final de los tiempos: desaparición de todos los signos de sufrimiento y fiesta, celebración a la que somos gratuitamente invitados.
Esta parábola va dirigida a un pueblo que, habiendo sido elegido, cuidado y conducido con un amor generoso y gratuito por parte de Dios, rechaza a Jesucristo y su mensaje. Los pobres, los extranjeros, los que proceden de un mundo sin experiencia religiosa, se abren con mejor disposición a recibir a Jesucristo y su evangelio. Invitación reiterada, rechazo y excusas, nueva invitación a los que están en “cruces de caminos”, a los de fuera.
Esta trágica historia puede repetirse. Los “viejos cristianos”, las antiguas comunidades, los primeros países cristianizados, la vieja Europa…pueden ver la fe como una carga; las celebraciones como ritos a los que se asiste por costumbre, como una carga social, regateando el tiempo, sin espíritu de participar, sin “entrar ni vivir” la celebración, sin que suponga nada para el propio comportamiento personal, sin descubrir la diferencia que hay entre un grupo de adeptos o socios y una comunidad de hermanos.
Las nuevas comunidades de países de misión ven el evangelio como una noticia de libertad, plenitud, gracia. La celebración de la fe, de la salvación que acontece en los sacramentos, es realmente motivo de fiesta y de alegría. La experiencia de sentirse amados y perdonados cambia su vida. Siempre nos han evangelizado los pobres. A la sabiduría del evangelio solamente se llega con un corazón sencillo. Hay una gran distancia entre un rey que invita generosamente al banquete de bodas se su hijo, tratándonos como miembros de su familia y amigos, y nosotros, que no somos nada; el espíritu de gratitud es el principio para poder responder a la invitación de Dios.
Pero hay que asistir con el traje de bodas. El Señor ya sabe que accedemos desde los “cruces de caminos de la vida”, pero solamente podemos sentarnos a su mesa cuando vamos revestidos de caridad, sencillez, compromiso con el sufrimiento del hermano, espíritu de justicia... tenemos que ser uno de los suyos con nuestra manera de ser y de vivir. Sin el traje de bodas seremos excluidos del banquete.
Hemos llegado masivamente a la celebración-compromiso social. Ya no se celebra la fe que profesamos y se nota en la pérdida del sentido religioso con el que se participa o asiste, en la desvinculación total con la vida, en la forma irreverente e inmoral de vestir. Aburrimiento, rutina, ausencia…¡Qué lejos queda, de la alegría experimentada en una fiesta de hermanos, que celebran el don que son sus padres para ellos! Hay que cuidar una catequesis, seria, testimonial, donde se impliquen los laicos y tomen conciencia de la necesidad que tiene la Iglesia de ellos.
El Seños es generoso en los dones que reparte, en la invitación tan universal que llega a todos, pero es exigente en el traje con el que se participa. Para asistir hay que ser y vivir a la manera de Cristo, y en esto, no hay rebajas ni reduccionismos, por la pasión que pone el rey en la exclusión.
La dificultad es posible vencerla porque, como nos dice Pablo, “todo lo puedo en aquel que me conforta.

El mismo 9 de octubre, DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL ANIVERSARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE LA S.I.CATEDRAL BASÍLICA METROPILITANA DE VALENCIA. A partir de este día vuelve a instaurarse el culto cristiano, acontecimiento que marca el comienzo de una nueva etapa en la vida de la comunidad cristiana de Valencia; por eso es un día de acción de gracias para la Iglesia particular de Valencia.
También es el día de Sant Donís, santo que la Iglesia celebraba ese día, y los matrimonios y parejas lo festejan regalando el hombre a la esposa, un pañuelo con dulces de mazapán en forma de frutos que se llama “mocaorá”. Se eligió este día como Día de la Comunidad autónoma y se celebran actos institucionales y otros que expresan y favorecen el ser una comunidad autónoma. In la parroquia tenemos in casi insigne relicario de San Donís, propiedad de una famiia particular, a quien podemos venerar: es abogado de las enfermedades de la cabeza. Él fue decapitado.


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