viernes, octubre 7, 2011, 12:36 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (9 de octubre)1ª Lectura. Isaías 25, 6-10ª. El Señor preparará un festín, enjugará las lágrimas de todos los rostros y quitará todos los signos de duelo (velo, lágrimas, muerte); dará a todos la alegría del festín y la salvación que esperan
Salmo 22. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
Filipenses 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta. El apóstol dice que está acostumbrado a vivir con privaciones y en la abundancia, pero que es bueno para la comunidad que le ayude. Al final, a cada uno, Dios pagará.
Evangelio. Mateo 22, 1-14. A todos los que encontréis convidadlos a la boda.
Después de las parábolas de la viña, hoy el Señor nos habla de la parábola de la invitación de un rey al banquete de boda de su hijo. El tema del banquete de bodas, como nos narra la primera lectura, trata de la salvación que Dios nos ofrece al final de los tiempos: desaparición de todos los signos de sufrimiento y fiesta, celebración a la que somos gratuitamente invitados.
Esta parábola va dirigida a un pueblo que, habiendo sido elegido, cuidado y conducido con un amor generoso y gratuito por parte de Dios, rechaza a Jesucristo y su mensaje. Los pobres, los extranjeros, los que proceden de un mundo sin experiencia religiosa, se abren con mejor disposición a recibir a Jesucristo y su evangelio. Invitación reiterada, rechazo y excusas, nueva invitación a los que están en “cruces de caminos”, a los de fuera.
Esta trágica historia puede repetirse. Los “viejos cristianos”, las antiguas comunidades, los primeros países cristianizados, la vieja Europa…pueden ver la fe como una carga; las celebraciones como ritos a los que se asiste por costumbre, como una carga social, regateando el tiempo, sin espíritu de participar, sin “entrar ni vivir” la celebración, sin que suponga nada para el propio comportamiento personal, sin descubrir la diferencia que hay entre un grupo de adeptos o socios y una comunidad de hermanos.
Las nuevas comunidades de países de misión ven el evangelio como una noticia de libertad, plenitud, gracia. La celebración de la fe, de la salvación que acontece en los sacramentos, es realmente motivo de fiesta y de alegría. La experiencia de sentirse amados y perdonados cambia su vida. Siempre nos han evangelizado los pobres. A la sabiduría del evangelio solamente se llega con un corazón sencillo. Hay una gran distancia entre un rey que invita generosamente al banquete de bodas se su hijo, tratándonos como miembros de su familia y amigos, y nosotros, que no somos nada; el espíritu de gratitud es el principio para poder responder a la invitación de Dios.
Pero hay que asistir con el traje de bodas. El Señor ya sabe que accedemos desde los “cruces de caminos de la vida”, pero solamente podemos sentarnos a su mesa cuando vamos revestidos de caridad, sencillez, compromiso con el sufrimiento del hermano, espíritu de justicia... tenemos que ser uno de los suyos con nuestra manera de ser y de vivir. Sin el traje de bodas seremos excluidos del banquete.
Hemos llegado masivamente a la celebración-compromiso social. Ya no se celebra la fe que profesamos y se nota en la pérdida del sentido religioso con el que se participa o asiste, en la desvinculación total con la vida, en la forma irreverente e inmoral de vestir. Aburrimiento, rutina, ausencia…¡Qué lejos queda, de la alegría experimentada en una fiesta de hermanos, que celebran el don que son sus padres para ellos! Hay que cuidar una catequesis, seria, testimonial, donde se impliquen los laicos y tomen conciencia de la necesidad que tiene la Iglesia de ellos.
El Seños es generoso en los dones que reparte, en la invitación tan universal que llega a todos, pero es exigente en el traje con el que se participa. Para asistir hay que ser y vivir a la manera de Cristo, y en esto, no hay rebajas ni reduccionismos, por la pasión que pone el rey en la exclusión.
La dificultad es posible vencerla porque, como nos dice Pablo, “todo lo puedo en aquel que me conforta.
El mismo 9 de octubre, DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL ANIVERSARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE LA S.I.CATEDRAL BASÍLICA METROPILITANA DE VALENCIA. A partir de este día vuelve a instaurarse el culto cristiano, acontecimiento que marca el comienzo de una nueva etapa en la vida de la comunidad cristiana de Valencia; por eso es un día de acción de gracias para la Iglesia particular de Valencia.
También es el día de Sant Donís, santo que la Iglesia celebraba ese día, y los matrimonios y parejas lo festejan regalando el hombre a la esposa, un pañuelo con dulces de mazapán en forma de frutos que se llama “mocaorá”. Se eligió este día como Día de la Comunidad autónoma y se celebran actos institucionales y otros que expresan y favorecen el ser una comunidad autónoma. In la parroquia tenemos in casi insigne relicario de San Donís, propiedad de una famiia particular, a quien podemos venerar: es abogado de las enfermedades de la cabeza. Él fue decapitado.
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (9 de octubre)
1ª Lectura. Isaías 25, 6-10ª. El Señor preparará un festín, enjugará las lágrimas de todos los rostros y quitará todos los signos de duelo (velo, lágrimas, muerte); dará a todos la alegría del festín y la salvación que esperan
Salmo 22. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
Filipenses 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta. El apóstol dice que está acostumbrado a vivir con privaciones y en la abundancia, pero que es bueno para la comunidad que le ayude. Al final, a cada uno, Dios pagará.
Evangelio. Mateo 22, 1-14. A todos los que encontréis convidadlos a la boda.
Después de las parábolas de la viña, hoy el Señor nos habla de la parábola de la invitación de un rey al banquete de boda de su hijo. El tema del banquete de bodas, como nos narra la primera lectura, trata de la salvación que Dios nos ofrece al final de los tiempos: desaparición de todos los signos de sufrimiento y fiesta, celebración a la que somos gratuitamente invitados.
Esta parábola va dirigida a un pueblo que, habiendo sido elegido, cuidado y conducido con un amor generoso y gratuito por parte de Dios, rechaza a Jesucristo y su mensaje. Los pobres, los extranjeros, los que proceden de un mundo sin experiencia religiosa, se abren con mejor disposición a recibir a Jesucristo y su evangelio. Invitación reiterada, rechazo y excusas, nueva invitación a los que están en “cruces de caminos”, a los de fuera.
Esta trágica historia puede repetirse. Los “viejos cristianos”, las antiguas comunidades, los primeros países cristianizados, la vieja Europa…pueden ver la fe como una carga; las celebraciones como ritos a los que se asiste por costumbre, como una carga social, regateando el tiempo, sin espíritu de participar, sin “entrar ni vivir” la celebración, sin que suponga nada para el propio comportamiento personal, sin descubrir la diferencia que hay entre un grupo de adeptos o socios y una comunidad de hermanos.
Las nuevas comunidades de países de misión ven el evangelio como una noticia de libertad, plenitud, gracia. La celebración de la fe, de la salvación que acontece en los sacramentos, es realmente motivo de fiesta y de alegría. La experiencia de sentirse amados y perdonados cambia su vida. Siempre nos han evangelizado los pobres. A la sabiduría del evangelio solamente se llega con un corazón sencillo. Hay una gran distancia entre un rey que invita generosamente al banquete de bodas se su hijo, tratándonos como miembros de su familia y amigos, y nosotros, que no somos nada; el espíritu de gratitud es el principio para poder responder a la invitación de Dios.
Pero hay que asistir con el traje de bodas. El Señor ya sabe que accedemos desde los “cruces de caminos de la vida”, pero solamente podemos sentarnos a su mesa cuando vamos revestidos de caridad, sencillez, compromiso con el sufrimiento del hermano, espíritu de justicia... tenemos que ser uno de los suyos con nuestra manera de ser y de vivir. Sin el traje de bodas seremos excluidos del banquete.
Hemos llegado masivamente a la celebración-compromiso social. Ya no se celebra la fe que profesamos y se nota en la pérdida del sentido religioso con el que se participa o asiste, en la desvinculación total con la vida, en la forma irreverente e inmoral de vestir. Aburrimiento, rutina, ausencia…¡Qué lejos queda, de la alegría experimentada en una fiesta de hermanos, que celebran el don que son sus padres para ellos! Hay que cuidar una catequesis, seria, testimonial, donde se impliquen los laicos y tomen conciencia de la necesidad que tiene la Iglesia de ellos.
El Seños es generoso en los dones que reparte, en la invitación tan universal que llega a todos, pero es exigente en el traje con el que se participa. Para asistir hay que ser y vivir a la manera de Cristo, y en esto, no hay rebajas ni reduccionismos, por la pasión que pone el rey en la exclusión.
La dificultad es posible vencerla porque, como nos dice Pablo, “todo lo puedo en aquel que me conforta.
El mismo 9 de octubre, DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL ANIVERSARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE LA S.I.CATEDRAL BASÍLICA METROPILITANA DE VALENCIA. A partir de este día vuelve a instaurarse el culto cristiano, acontecimiento que marca el comienzo de una nueva etapa en la vida de la comunidad cristiana de Valencia; por eso es un día de acción de gracias para la Iglesia particular de Valencia.
También es el día de Sant Donís, santo que la Iglesia celebraba ese día, y los matrimonios y parejas lo festejan regalando el hombre a la esposa, un pañuelo con dulces de mazapán en forma de frutos que se llama “mocaorá”. Se eligió este día como Día de la Comunidad autónoma y se celebran actos institucionales y otros que expresan y favorecen el ser una comunidad autónoma. In la parroquia tenemos in casi insigne relicario de San Donís, propiedad de una famiia particular, a quien podemos venerar: es abogado de las enfermedades de la cabeza. Él fue decapitado.
( 422 visualizaciones )