sábado, noviembre 30, 2013, 01:15 PM - Comentarios a las Lecturas
1er. DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo A. 1-diciembre-2013.Velad y estad preparados
Comenzamos el año litúrgico y el tiempo de Adviento, tiempo de preparación a la celebración del misterio de la Encarnación del Señor.
El adviento nos recuerda que la Iglesia vive entre dos venidas de Cristo: la histórica, en Belén, cuando nació de María Virgen, cuando Dios entró en nuestra historia para que podamos vivir su misma vida, y la del final de los tiempos, la escatológica, cuando vuelva como Señor y Juez para devolver su dignidad a todos los pequeños y maltratados de la historia.
Es tiempo de memoria y de proyección al futuro. En las actuaciones de Dios siempre hay un infinito amor. En la eucaristía, que celebramos “mientras esperamos la gozosa venida de nuestro Salvador Jesucristo” la Iglesia expresa, después de la consagración, su gran deseo: “Ven, Señor Jesús”.
Hoy, en la oración colecta de la misa le pedimos al Padre que “avive en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene”. Avivar el deseo. Hay que tener verdadero entusiasmo en vivir en Cristo, ser como él y ser de él. No hay que ser un “pobre cristiano” inseguro y vergonzante que vive su fe como una carga. El cristiano es feliz siendo testigo y apostol
El evangelio nos subraya las dos actitudes necesarias para que la espera sea eficaz:” Velad”, discernir, estar atentos, ver…porque no sabemos cuándo vendrá…y “estad preparados”. ¿Cómo?, nos responde San Pablo en la segundo lectura: revestidos de Cristo, siendo como Cristo. El apostol concreta y nos alerta de la gula, las pasiones, el desenfreno, la violencia. Conforme pasa la vida, el “día se echa encima”, nos acercamos al momento del encuentro con el Señor.
No es fácil “velar” porque estamos rodeados de motivos de entretenimiento y distracción; además, muchos de estos motivos salen de dentro de nosotros; y “pertrecharse”, que dice Pablo, es armarse con todo lo necesario para no sucumbir ante tanta pelea; nos pertrechamos con la oración, con la austeridad, con la disciplina interior…hay que “estar en forma”.
Isaías en la primera lectura nos anima anunciando que el Mesías reunirá a todos los pueblos dispersos, por lejanos que estén, y que traerá la paz. Un mundo donde los hombres no choquen ni se destruyan, sino que se encuentren, donde desaparezca todo lo que destruye, crea dolor y genera muerte, donde “de las espadas surjan arados y de las lanzas podaderas”….Ese es el proyecto de Dios, por el que no abandona y por el que está dispuesto a volver.
Adviento, tiempo de espera y de esperanza. De espera activa, de oración y de trabajo. De estar en el propio sitio con ilusión, porque todos los tiempos son de Dios y él viene a nosotros.
Como Isaías y los demás profetas, debemos saber mirar a lo lejos y hacia arriba, al interior, al corazón. Como Juan el Bautista debemos tener valor para enderezar, para rellenar lo escabroso, para curar el corazón y mejorar los sentimientos. Como José debemos afinar el oído para escuchar a Dios hasta en sueños, y sin palabras, confiar en él mas que en nosotros mismos y asumir nuestras responsabilidades sabiendo que forman parte del plan salvador de Dios. Y como María, quien “esperó con inefable amor de Madre”, dar a Dios un sí con tanto amor que siempre vivamos de él.
