Blog del párroco
TIEMPO DE NAVIDAD 
miércoles, diciembre 22, 2010, 09:52 AM - Otros
TIEMPO DE NAVIDAD

La Navidad celebra el acontecimiento histórico de la manifestación de la salvación de Dios en Jesús de Nazaret: Dios se hace hombre en Jesucristo, nacido de la Virgen María, en Belén de Judá.

En el credo decimos: “ y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”. Jesús, el hijo de María, es Dios y Hombre verdadero: el eterno entra en la historia, el señor toma forma de siervo para librarnos de toda esclavitud; el omnipotente y fuerte se hace débil y pobre niño. La Palabra eterna de Dios se hace hombre, y a partir de este momento, Dios es completamente inteligible, cercano y comprometido con el hombre, porque en el Niño nos dice todo lo que nos tiene que decir, es su Palabra definitiva. Cristo, luz verdadera, viene a disipar las tinieblas del mundo y de cada corazón.
A los cristianos nos toca contemplarlo, para comprender el amor de Dios que nos crea, fundamenta y configura, y dejarnos transformar por él.

En la Navidad, además de Jesús, aparecen muchos personajes; el principal es María, la Mujer creyente elegida por el Padre y llena de gracia, que le llevó en su seno y lo dio a luz. Ella es figura de todos los creyentes y de toda la humanidad, al aceptar con el “sí” de la anunciación el plan salvador de Dios y colaborar con El; ella es modelo y maestra de vida cristiana. Muy cerca de ella está José, los ángeles, los pastores, los magos, Isabel...Todos nos dan ejemplo de apertura al plan de Dios y de colaboración ante lo que el Señor nos pida.

Estos días tenemos muchas celebraciones religiosas: el Nacimiento del Señor; la Sagrada Familia de Nazaret; Santa María Madre de Dios, la octava de la Navidad y la jornada de la paz; la Epifanía del Señor; el Bautismo del Señor, con el que retomamos el tiempo ordinario. Son muchas celebraciones que nos ayudan a contemplar el gran misterio y nos orientan sobre su sentido y el compromiso que nos suponen. Son celebraciones de hondo contenido religioso donde aprendemos de los pastores, de los magos, de José, de María…a situarnos ante el Señor que nace y a acogerlo.

Aprovechemos estos días para disfrutar sabiendo que nuestro Dios es Emmanuel, está entre nosotros, que nos ha hecho de su familia, que es el gran don del Padre y que con su nacimiento viene a dignificar la condición humana al hacernos partícipes de su divinidad.

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DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO (19 de diciembre) 
jueves, diciembre 16, 2010, 08:39 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO (19 de diciembre)

1ª Lectura. Isaías 7, 10-14.La Virgen concebirá

Salmo 23: Va a entrar el Señor: El es el Rey de la gloria.

2ª Lectura. De San Pablo a los Romanos 1, 1-7. Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios.

Evangelio. Mateo 1, 18-24. Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.

Ya hemos llegado al cuarto domingo de Adviento: vigilancia, conversión, espera gozosa, acogida. Estamos con María, José y el Niño que va a nacer.

Este es el domingo de María que “espera con inefable amor de madre” a quien ha sido anunciado por los profetas y que ella siente ya latir en su seno. Ella está presente en la profecía del Enmanuel en la primera lectura: “Una virgen está en cinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Enmanuel que significa Dios con nosotros” y San Mateo, en el evangelio, nos la presenta como aquella en quien se cumple esta profecía.

José, el esposo, tiene una presencia especial en este relato de Mateo. Contempla sin comprender, a su prometida que está en cinta, intuye que hay un misterio en este nacimiento, y lleno de temor, decide dejarla en secreto.
Todo esto nos ayuda a contemplar el misterio de María: elegida por Dios, fecundada por el Espíritu Santo, incorporada y comprometida en la obra de Dios, quien para entrar en el mundo y en la historia ha querido contar con la libre implicación de una mujer virgen, que acepta su destino; ella, en silencio, confía plenamente en quien la ha elegido y ha querido contar con su participación libre y generosa.

El papel de José es fundamental dentro de su discreción. Es el hombre justo y bueno que manifiesta un temor sagrado. No puede comprender que María vaya a ser madre, y tampoco podrá comprender que el niño sea a la vez Dios y hombre verdadero. Necesita la ayuda de un Ángel que en sueños le de la noticia, le anuncia el evangelio que es Jesús: “No temas, José, recibir a María tu mujer…”. María acogió a su Hijo. José acoge a María y al fruto de su vientre: Los dos se ponen al servicio del plan de Dios olvidándose de ellos mismos.
Juan Pablo II le dedicó a San José un documento “Custodio del Redentor”. La figura de José, el hombre justo y bueno, es de una grandeza extraordinaria: se situó ante el misterio con serenidad y silencio, se entregó al servicio del plan de Dios junto a María, olvidándose por completo de sí. ¡Si Dios eligió y preparó a María para que pudiera aceptar su necesaria colaboración en la obra de la redención, también eligió a José, quien supo estar a la sombra del Padre junto a María y al Niño, y de quien Jesús aprendería tantas cosas! José es del gusto de Dios Padre, intercesor y ejemplo para todos los cristianos, padres, esposos, sacerdotes…

El tercer personaje de este domingo es el Mesías anunciado y ahora presente. Es Dios con nosotros, Enmanuel, presencia, compañía, el nunca nos deja. La Navidad es la certeza de la compañía de Dios, quien se hace de los nuestros para que nosotros seamos de los suyos; se mezcla con nuestra humanidad, para que podamos compartir su divinidad.
Y nos hace hermanos. Y nos hace eternos.
Nunca hubiera podido el ser humano soñar con tanta grandeza.

Acojamos también nosotros al Hijo de Dios que quiere nacer en nuestro mundo y en nuestro tiempo, con la mediación de nuestro ejemplo y de la entrega de nuestra vida a la causa del evangelio.




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DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO ( 12 de diciembre) 
miércoles, diciembre 8, 2010, 11:01 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO (12 de diciembre)

1ª Lectura. Isaías 35, 1-6ª.10. Dios vendrá y nos salvará

Salmo 145. Ven, Señor, a salvarnos.

2ª Lectura. Santiago 5, 7-10. Manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca.

Evangelio. Mateo 11, 2-11. ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

Tradicionalmente a este tercer domingo de adviento le hemos llamado del gozo (gaudete) y de la alegría. Tenemos cerca la Navidad, “fiesta de gozo y salvación” y pedimos, en la oración colecta de la misa, poder celebrarla “con alegría desbordante”.

El primer domingo la liturgia nos invitaba a la vigilancia, aunque no sabíamos ni el día ni la hora en que vendría el Señor. El segundo domingo, a la conversión: prepararse para recibirle supone tener un corazón nuevo y una vida llena de buenas obras. Este domingo, la invitación es a la esperanza llena de gozo, porque el Señor, está cerca y salva desde dentro de la historia. Viene a traer plenitud de la vida, sencilla y normal, que nos llena de paz y de alegría, que nos ayuda a superar algunos de los límites que nos ponemos desde el rencor, la codicia, el pecado. Hay alegrías superficiales producidas por la bebida, la comida abundante, la música, los bailes…La única alegría posible es la que nace del corazón, la que tiene la raíz en Dios. Esta es una muy buena noticia que ni la Iglesia ni los cristianos podemos olvidar.

En el evangelio leemos que Juan está en la cárcel y duda. El predicó la conversión y Herodes nunca se convirtió. Predicó a un Mesías que empuñaría el hacha y que vendría como Señor y juez y él lo contempló en la cola de los pecadores. Mandó preguntar a Jesús “¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. El Señor responderá: “Id y contad a Juan: los ciegos ven, los cojos andan…y dichoso el que no se escandalice de mí”.
El Reino ha empezado a nacer: los pobres son evangelizados, los cojos andan…el tiempo de Dios ya está en medio del mundo, Dios ya está actuando.
Nosotros podemos seguir esperando. Amamos a Dios, pero no somos sensibles a los lamentos, a los dolores a las miserias de los hermanos.
Queremos un mundo mejor, pero podemos actuar como si dependiera solamente de los demás. Tenemos que vivir desde la fe.
Jesús contestó con su vida, con sus obras, sin que haya terminado del todo la injusticia, la pobreza, la discriminación, la explotación, el sufrimiento.
Jesús plantó la semilla y la regó con su sangre; nosotros tenemos que seguir regando y abonando con nuestra oración, nuestro trabajo, nuestro interés por el hermano. La esperanza si no es activa, no es esperanza, es resignación.

El Jesús de Belén y de la Cruz-Resurrección, ¿es el que tenía que venir o tenemos que seguir buscando otros caminos de felicidad y de realización personal? Esta es la pregunta que nos siguen haciendo, de manera tácita o explícita, muchas personas alejadas de la fe a los cristianos.
Ojala nosotros podamos responder: yo estaba ciego, porque mi vida no tenía sentido y lo he encontrado. Yo estaba solo y he descubierto a muchos hermanos. Yo me sentía enfermo y sin fuerzas y él me ha dado una energía nueva. Yo odiaba, yo buscaba otros intereses…y Jesús me hace ya una persona nueva. El motivo de mi alegría es lo que el Señor realiza en mí y lo que veo que realiza en los demás y todo lo que confío que el Señor realizará
Como nos dice Santiago en la segunda lectura, esperemos con paciencia la venida del Señor pero…sin dejar de hacer el bien.

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INMACULADA CONCEPCION 
domingo, diciembre 5, 2010, 05:02 PM - Comentarios a las Lecturas
INMACULADA CONCEPCION DE SANTA MARÍA VIRGEN
(8 de diciembre)

1ª Lectura: Génesis 3, 9-15.20. Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya..

Salmo 97. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

2ª Lectura: Efesios 1, 3-6.11-12. Dios nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo.

Evangelio: Lucas 1, 26-38. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

Con la Bula “Ineffabilis Deus” S.S. Pío IX definió solemnemente el año 1854 que María fue preservada inmune de toda mancha y culpa original, desde el preciso momento de su concepción, por una singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador y Redentor de la humanidad.
El origen de este dogma ya está presente en documentos cristianos de los primeros siglos (los evangelios apócrifos) y la fiesta ya se celebraba en el siglo X en Occidente. Fue introducida en el calendario universal el año 1476 por Sixto IV.

La fiesta de la Inmaculada, celebrada en el corazón del Adviento, hace que María sea quien mejor nos ayude a prepararnos a recibir al Señor y a acogerlo en la fiesta de la Navidad. Hoy la contemplamos, como dice el prefacio, “purísima” y “llena de juventud y de limpia hermosura”, “llena de gracia”. Hoy la celebramos “preservada de toda manche de pecado original” para que sea la digna Madre del Señor y el comienzo e imagen de la Iglesia.

La fiesta de la Inmaculada Concepción es una fiesta, en primer lugar de Dios Padre, ya que fue El quien la eligió (desde antes de la creación del mundo) y la preparó para que se incorporara al proyecto salvador del Padre y aceptara la misión de ser la Madre del Señor y el comienzo y la imagen de la Iglesia. La santidad, la perfección, la belleza de María es obra del Padre, no para ensalzarla a ella, sino para que pudiera cumplir su misión.

Es una fiesta de María, porque ella, la llena de gracia, la elegida, la esclava del Señor, se entregará con todas sus fuerzas a la causa de Dios.
Será la Madre de Dios y estará en todo momento con él. Movida por el amor y desde su más profunda libertad, con su sí al Padre será la madre de Jesús y con su permanente sí a Jesús, será la madre de todos.

Y es una gran fiesta para todos nosotros ya que, con ella, toda la humanidad acepta el plan salvador de Dios. Ella es la puerta de entrada del Verbo a nuestro mundo y en ella la humanidad comienza a ser salvada, a vivir en una plenitud que había perdido por el pecado.

En la primera lectura del Génesis contemplamos el primer pecado. Por orgullo, porque querían ser como dioses, Adán y Eva se dejaron seducir por la serpiente. Las consecuencias fueron muchas: la expulsión del paraíso, la experiencia de la propia desnudez, expresión de pobreza y desamparo, la ocultación de Dios y el inculpar al otro no aceptando la propia responsabilidad (Adán culpó a Eva y Eva a la serpiente), la presencia del dolor en el trabajar la tierra y en la trasmisión de la vida (se perdió la armonía con la creación).
María, la nueva Eva, desde la humildad obedeció; aceptó sin excusas el plan de Dios.
El apóstol Pablo nos recuerda que por un hombre entró el pecado y la muerte y por otro hombre, Cristo, y otra mujer, María, entra la vida y la esperanza. Es la fiesta de la solidaridad de María con toda la humanidad ya que su aceptación es el comienzo de la salvación de los hombres. Por eso la proclamamos bienaventurada entre todas las generaciones.

María es modelo de fidelidad, maestra en vida cristiana, madre que desde el cielo permanentemente intercede por nosotros.
Los cristianos debemos imitar a la Virgen en todas sus virtudes: en su fe en la Palabra de Dios; en su confianza absoluta en el Señor que la llevó a vivir sin temores; en su discreto y permanente seguimiento a Jesús que hizo de su vida una entrega total; en su capacidad de hacer silencio en su corazón y de contemplar el misterio de su hijo que la desbordaba, sin inquietarse; en su capacidad de amar tan total a Dios, sin buscarse en absoluto a sí misma; en su sensibilidad para ver las carencias de los demás, en su fortaleza incansable, en su implicación en la causa de su Hijo.

Que nuestra devoción a la Madre no sea solo de devoción o de admiración sino de imitación. Debemos invocarla, contemplarla e imitarla. “Hijo, ahí tienes a tu madre”,en la cruz el Señor nos dijo que para ser de los suyos hay que ser hijos de su Madre. Que así sea.

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DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO ( 5 de diciembre) 
miércoles, diciembre 1, 2010, 06:21 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO (5 de diciembre)

1ª Lectura: Isaías 11, 1-10. Con equidad dará sentencia al pobre

Salmo 71. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.

2ª Lectura. Romanos 15, 4-9. Cristo salva a todos los hombres.

Evangelio: Mateo 3, 1-12. Haced penitencia porque se acerca el Reino de los cielos.

Este domingo el Bautista nos urge a la conversión porque el reino de los cielos está cerca. Haciendo suyas las palabras del profeta Isaías nos invita la “preparar al camino del Señor, a allanar sus senderos”.

Su palabra enérgica, su porte austero, de hombre que ha escuchado la palabra en el desierto, la importancia del contenido de su mensaje, atraía a mucha gente que se bautizaba en el Jordán como signo de purificación y penitencia.

La llamada al cambio de vida no admite excusas, es radical y total: ni es suficiente conformarnos con el cumplimiento externo de las normas ni tampoco nos da especiales privilegios el ser creyentes “de siempre”, hay que dar los frutos que pide la conversión, propios de tener un corazón nuevo y que solo nos puede cambiar-crear el Mesías quien nos bautizará con Espíritu Santo y fuego. La conversión es una nueva creación, porque es vivir con el corazón de Jesucristo, apartando definitivamente nos formas anteriores de vida.

Ante el Mesías hay que tomar postura: el tiene preparada el hacha para cortar los troncos secos que no den frutos; y como buen trillador, con el bieldo aventará la parva, guardará el grano y quemará la paja.
Con estas expresiones nos habla de la seriedad de la llamada a la conversión. No pretende atemorizarnos, porque en la primera lectura contemplamos al Mesías, sus frutos y sus proyectos; sino llamarnos a la esperanza de saber, que por la acción de Dios, todo llegará a ser nuevo, mas auténtico, mas de acuerdo con el plan de Dios.

Isaías, profeta y poeta, al hablar del Mesías que vendrá, lo presenta como un vástago en quien el Espíritu produce flores y frutos de ciencia y discernimiento; de consejo y valor, de piedad y temor del Señor; justo con el desamparado y con el pobre, enérgico con el violento, fiel en todo, que restablecerá la paz y la armonía en la creación.
La conversión es dejarse transformar por este Mesías que nos hará personas acogedoras, que valoremos la unidad y la comunión, pacientes y misericordiosos.

En la oración colecta del principio de la misa le pedimos al Padre que no permita que los afanes del mundo nos quiten el ánimo necesario para correr al encuentro con Cristo. Los afanes del mundo son muchos: un materialismo y una codicia que hagan que vivamos sin que nos importen los necesitados; una comodidad que mate en nosotros el espíritu de servicio; un egoísmo que nos haga vivir en la ceguera de creer que tenemos mas derechos que los demás; una religión de formas y sin misericordia.
Así, convertidos de los afanes del mundo, con la sabiduría del Espíritu, podremos participar de manera plena en la vida que es Jesucristo.

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