jueves, diciembre 6, 2012, 10:57 AM - Comentarios a las Lecturas
INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN (8-12-2012)Se celebra esta fiesta desde el año 1476 y con toda solemnidad desde la definición dogmática. El papa Pio IX, el 8 de diciembre de 1854, en la bula Ineffabilis Deus, definía este dogma: “…declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer momento de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles…”
1ª Lectura. Génesis 3, 9-15.20. Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya. El pecado entra en el mundo cuando el hombre impone su yo y desobedece al proyecto de Dios. María acepta a Dios, su fe se hace obediencia, abraza su plan por encima del suyo personal y deja que Dios haga su obra. Su fidelidad ya es una victoria de la humanidad sobre el pecado, aunque siguen y seguirán las hostilidades entre la serpiente y el hombre; sigue la tentación intentado separarnos del camino del bien; María, con su fidelidad, nos da esperanza y alegría en la lucha y es un ejemplo radiante de vida cristiana.
Salmo 97. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Hoy la Iglesia lee en este salmo todo lo que Dios ha obrado en María, y a través de ella, en toda la humanidad.
Efesios 1, 3-6. 11-12. Dios nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo. María fue elegida y llena de gracia para cumplir la misión de ser madre de Dios, y se entregó del todo a realizar el plan de Dios en su vida. Nosotros también hemos sido elegidos y consagrados en nuestro bautismo y con nuestras obras debemos colaborar en la realización de un mundo más justo y fraterno.
Evangelio. Lucas 1, 26-38. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. La Anunciación es el gran momento de Dios y de María. De Dios, porque lo había previsto, esperado y preparado desde antes de la creación; de María, porque se encuentra con un Dios que le sale al paso, lleno de delicadeza (“no temas”…) pero con una misión muy grande que le va a exigir la entrega de su persona y de su vida. María se cerciora de que es cosa de Dios y le entrega, desde su libertad mas total todo lo que ella es:”Aquí está la esclava del Señor”.
Esta solemnidad de hoy nos dice que Dios no improvisa, que tiene sus planes y que cuidadosamente elige o sus colaboradores y dispone de todos los medios. Su proyecto es que no se pierda nadie de los que creó con tanto amor. Y prepara a María, llena de gracia, la que se consagró desde muy joven al Señor, la creyente (“feliz porque has creído”) para que sea la Madre del Señor: la puerta, por donde entre al mundo; la maestra que le enseñe a amar, a rezar, a soñar, a amar a su pueblo, a ser muy sensible con todos los que sufren; porque Jesús, con mucha humildad, durante treinta años, vivió en el hogar de María y José y asistió a la escuela del hogar de Nazaret donde creció en “edad, sabiduría y gracia”.
María Inmaculada es ejemplo de santidad, y de madre y discípula que sabe vivir con un corazón no dividido. Amó del todo y hasta el final, como Dios le pedía, sin buscarse a sí misma ni reclamar nada. Es modelo para los consagrados, porque “era de Dios” y solo se dedicó a Él y a su proyecto. Es modelo de castidad, para jóvenes y adultos, porque, aunque por gracia superó toda pasión desordenada, amó por encima de toda decepción, del mal, del sufrimiento, con un corazón limpio, viendo siempre en los demás a hermanos de su Hijo. Es la Virgen, porque su corazón y su vida, siempre y solamente perteneció a Dios.
En nosotros está muy viva la inclinación al mal. El mal que nos hacen nos puede emponzoñar el corazón. Experimentamos nuestras debilidades y pobrezas. Pero con la ayuda de la gracia y desde un amor muy grande al Señor, podemos resistirnos al mal y vivir como bautizados. El Bautismo nos incorporó a la Iglesia, nos libró del pecado original, sembró en nosotros la fe, nos dio la gracia santificante y nos unió a Cristo, a su vida a su muerte, a su resurrección; asumimos el evangelio como buena noticia y proyecto de vida.
En María Inmaculada contemplamos la belleza que Dios admira: “Toda hermosa eres María y en ti no hay mancha de pecado”. María es la plasmación del buen gusto de Dios, en ella se dan todas las virtudes con armonía y equilibrio: la unidad se consigue cuando el amor a Dios es el eje central de nuestra personalidad y de nuestra vida.
La Inmaculada es la fiesta del amor virginal, de la castidad fiel, de la entrega coherente, de la confianza absoluta. En María Inmaculada vemos también lo que Dios quiere, que le acojamos con alegría y nos entreguemos a él con amor y confianza.
