4º DOMINGO DE adviento. Ciclo A (22-12-2013)
jueves, diciembre 19, 2013, 09:02 AM -
Comentarios a las Lecturas
4º DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo A. 15-12-2013.
Es tiempo de acoger al Señor.
1ª Lectura. Isaías 7, 10-14. La Virgen concebirá
Salmo 23. Va a entrar el Seño: El es el Rey de la gloria.
2ª Lectura. Romanos 1, 1-7. Jesucristo, de la estirpe de David, hijo de Dios.
Evangelio. Mateo 1, 18-24. Jesús nacerá de María, desposada con José, Hijo de Dios.
Es el domingo de María, quien “esperó con inefable amor de madre”.
Ella conoció desde el anuncio del ángel, que el Hijo de sus entrañas era el Hijo de Dios.
Ella se llenó de alegría ante el hecho de la maternidad, se sintió parte en el plan de Dios, incorporada a un proyecto sobrenatural que la hizo más elegida y más pequeña. Ella se sintió más dispuesta y más feliz y se preparó para ser madre. Ser madre es ya no poseerse, ser para tu hijo. En el caso de ser madre del Hijo de Dios, además de no poseerse a sí misma, su entrega era más total.
En el plan de Dios, también está José. Un hombre que quería mucho a María y esperaba mucho de Dios; “bueno y justo”, inteligente, quien descubre que todo comienza a realizarse como él no había programado. En un primer momento… sorpresa, y deseo de abandonar, porque no conoce ni su sitio ni su misión; pero lo aceptó todo con responsabilidad e interés, porque era cosa del Padre, quien confiaba en que cuidaría con mas fidelidad que nadie a María y a Jesús, porque era quien más les amaba.
El ángel se lo descubrió en sueños (delicadezas de Dios): tiene que poner el nombre a Jesús, quien, como José, también pertenece al linaje de David, y tiene que cuidar a María. Dios le necesita, lo que hace y cómo lo hace. Desde la discreción, con una gran humildad, hace que todo se desarrolle como tiene previsto Dios.
Para “ajustarse” al engranaje del plan de Dios tuvo que ser un hombre de oración y discernimiento, de silencio y obediencia, que todo lo hizo bien porque solo le movía el amor. Confió como María y siguió adelante. ¡Qué gran ejemplo para cada uno de nosotros! Todos tenemos un sitio en el plan de Dios, hay que descubrirlo y entregarse. Juan Pablo II, desde la profunda admiración que le profesaba escribió sobre San José el documento “Custodio del Salvador”, y el Papa Francisco ha querido que en todas las plegarias eucarísticas le tengamos como intercesor y referente en nuestra vida cristiana.
Cada cristiano debemos querer colaborar con el plan de Dios, que sigue presente y actuando en el hoy que nos toca vivir. Como José y María, con su estilo personal. Nosotros, también estamos llamados a que la Buena nueva de Jesús, llegue a toda la tierra, tarea amplia y difícil, que nos supone dedicación exclusiva y permanente y mucha imaginación. Juan Pablo II hablaba de “muevas formas, nuevos contenidos, nuevo entusiasmo”.
Adviento es un tiempo de gracia especial. Esperar trabajando, vigilar despiertos, disponernos cambiando el corazón, mirar a lo lejos y sentirse orientados en la noche de la vida por la luz de la fe en Cristo, caminar, acoger, dejar nacer al Señor, hacer que llegue a los demás. Como María, como José.
Ahora Navidad es una misión difícil y a veces extraña. Muchos niños y mayores no relacionan que la cercanía con los familiares de estos días, es porque Dios pertenece a la familia humana; que nuestra solicitud especial por los pobres es consecuencia de ver a un Jesús pobre que viene a alimentar, a querer, a procurar que tengan lo necesario los pobres, porque son los hermanos más débiles; que los regalos que hacemos y recibimos es correspondencia al gran regalo que es Dios, para nosotros, quien nos llena de su amor y de su vida.
Navidad sin Jesús es otra deformación de un mundo de sentimentalismos vacíos y de consumo desenfrenado con el que todo se satisface, se compra y se corresponde, ¡Qué pena!
Hay que adorar al Niño y sentirse eficaz y afectivamente cerca del hermano. Mientras no sepamos adorar, admirar, agradecer, servir…desde la propia pequeñez, no descubriremos nuestra propia grandeza.