domingo, diciembre 7, 2014, 06:00 PM - Comentarios a las Lecturas
SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN. Ciclo B. 8-12-2014.1ª Lectura. Génesis 3,9-15.20. Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya.
Salmo 97. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
2ª Lectura. Efesios 1,3-6. 11-12. Dios nos eligió en la persona de Cristo, antes de la creación del mundo.
Evangelio. Lucas 1, 26-38. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
El día 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX, mediante la Bula Ineffabilis Deus, proclamaba solemnemente que la Santísima Virgen María fue preservada, desde el momento de su concepción, de toda mancha de pecado original, por especial privilegio de Dios y en previsión de su maternidad divina. María es la Inmaculada llena de gracia.
Hay testimonios de la fe de la Iglesia en la Inmaculada desde el siglo XI. La Iglesia celebraba la fiesta desde 1476, pero con especial solemnidad, a partir de la proclamación dogmática.
En el evangelio de hoy escuchamos el relato de la anunciación a María. Por obra del Espíritu Santo empieza a latir en su vientre el Hijo de Dios. El prefacio de la misa nos dice: “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima…la que es abogada de gracia y ejemplo de santidad”.
¡Por fin la tierra va a dar fruto! (salmo 67) y nos visita el Señor nuestro Dios. ¡Por fin se cumplirá la promesa de que un descendiente de la mujer termine con la rivalidad histórica entre el tentador y el linaje humano! María es la “elegida” desde la creación del mundo, para que Dios, en estrecha colaboración con la humanidad, pueda llevar adelante su proyecto de salvación.
La fiesta de hoy manifiesta el empeño de Dios en salvar al hombre. En María la humanidad acepta y responde, colabora con Dios en realizar su plan de salvación. Dios la llenó de su gracia y la preservó de toda mancha de pecado. Pero María respondió con libertad y amor a todo lo que Dios le pedía.
Su vida es la respuesta perfecta del hijo fiel. María escucha la Palabra de Dios y vive desde ella. La guardaba en el corazón, la reflexionaba, la relacionaba y unía, como si de un mosaico se tratara, y va descubriendo el plan de Dios sobre ella y la humanidad. María, llena de confianza, porque por la gracia su vida está completamente referida a Dios, se pone por completo en sus manos. Cuando el plan de Jesús lo requiera, humilde y discreta, actuará como un discípulo más. Cuando a Jesús le abandonen todos, con gran valor, estará junto a Él al pie de la cruz.
La fiesta de hoy nos recuerda que nuestra humanidad está herida por el pecado, que somos frágiles y que debemos estar vigilantes. Pero el ejemplo de María nos anima a confiar en la ayuda de la gracia y a reconocer la eficacia del esfuerzo personal.
La Purísima es una exigencia de amar con un corazón limpio y no dividido. A valorar la fidelidad a la palabra dada y al amor prometido. A aspirar a una vida con ideales: quien nos lo ha dado todo con tanta generosidad se merece lo más noble de nosotros mismos. A colaborar, también nosotros, en la obra de la redención.
Existe la tentación. No es fácil la santidad, pero contamos con la ayuda del Señor y el ejemplo y la intercesión de María.
Que ella nos ayude a vivir como dignos hijos suyos.
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