sábado, junio 28, 2014, 07:45 AM - Comentarios a las Lecturas
SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO. 29-6-20141ª Lectura. Hechos de los Apóstoles 12, 1-11. Ahora me doy cuenta de que el Señor me ha librado de las manos de Herodes.
Salmo 33. El ángel del Señor librará a los que temen a Dios.
2ª Lectura. De la segunda carta de Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18. Ahora me aguarda la corona merecida.
Evangelio. Mateo 16, 13-19. Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos.
Desde tiempos muy antiguos, la Iglesia ha celebrado en una misma fiesta a Pedro, sucesor del Señor, y a Pablo, el misionero evangelizador. Como rezaremos en el prefacio de la misa “Pedro fue el primero en confesar la fe y Pablo el maestro insigne que la interpretó”; Pedro “fundó la primitiva iglesia con el resto de Israel” y Pablo “la extendió a todas las gentes” así, los dos congregaron a la única Iglesia de Cristo, y los dos fueron coronados por el martirio.
Hoy, agradecemos también, el don del ministerio del sucesor de Pedro, quien construye y expresa la unidad y la comunión en la Iglesia y vela por la autenticidad de la doctrina. Es el día del Papa, y todas las colectas de la iglesia se destinarán a la caridad de Papa; se llama el óbolo u ofrenda a San Pedro. Para nosotros los cristianos es un gesto precioso de comunión con los hermanos más necesitados.
El papa es el obispo de Roma, la sede primada de la iglesia católica, sede que ocupó el apóstol San Pedro, puesto por Jesucristo como cabeza del colegio apostólico. Por su condición de obispo de Roma es pastor de la Iglesia universal. Los papas cambian de nombre al iniciar el ministerio de sucesor de Pedro, en recuerdo de Cristo, quien se lo cambió a Simón Pedro, insistiendo en que iniciaba una misión nueva.
La oración de Pedro fue la proclamación de su fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. También expresó su valiente decisión de seguir al Señor: “Señor, a quien iremos, tú tienes palabras de vida eterna”. Y su gran confianza en el perdón y la misericordia del Maestro: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”. Pedro es el amigo, el apóstol, el pecador arrepentido, a quien el Señor confió el cuidado de su esposa la Iglesia “hasta que él vuelva”.
Pablo, cuando Jesús le interpela en el camino de Damasco, le responde: “Señor, tú ¿quién eres?”. Entonces aconteció su conversión y misión, y ya estuvo toda su vida unido y entregada a Cristo. Creó comunidades cristianas, para que Cristo estuviera presente en el mundo, fue muy consciente de su misión incansablemente evangelizadora hasta los últimos confines de la tierra, y nos ha dejado el legado precioso de sus cartas, donde ayuda a vivir la fe a las comunidades que creaba y nos trasmite su profunda experiencia cristiana.
El Señor a Pedro, en Cesarea de Filipo, cuando respondió en nombre de todos a la pregunta que les hizo Jesús: ¿“quien dice la gente que soy yo?”, Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Jesús entonces le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. El Señor le confió la Iglesia. Le dijo que era “piedra”, que le entregaba las “llaves” para que tuviera la misión de “atar y desatar” en la tierra y en el cielo. Es el momento del “primado” de Pedro, que representamos con “las llaves” que le ponemos en la iconografía que le representa.
Pablo es el misionero incansable, fundador de nuevas comunidades, predica con ardor y valor la palabra (representada en “la espada” que pone en sus manos la iconografía cristiana), peregrino incansable, quien trabajó y sufrió por Cristo más que nadie, aunque se incorporó al apostolado después de la resurrección.
Ambos apóstoles llevan también el “libro” que representa la Palabra de Dios. Los dos han sido fieles a la gracia recibida, han vivido los trabajos del evangelio y han ofrecido sus vidas en el martirio por el Maestro.
Hoy es día de rezar por el Papa de manera especial y de compartir con él para que pueda ejercer una caridad real en toda la Iglesia. De pensar si conocemos y obedecemos sus enseñanzas y su magisterio.
Es día de agradecer el don de la fe, que nos ha llegado a través de esta larga cadena de mártires y santos que parte del testimonio de los apóstoles del Señor, sostenida por la gracia de Dios. Y de valorar la evangelización, como tarea y misión ordinaria de todo bautizado. Que ambos apóstoles nos ayuden a cumplir con la misión encomendada a cada uno y a servir con verdadero amor a Jesús y a los hermanos.
